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Bienestar

Enjuagues bucales y colutorios: ¿realmente debemos utilizarlos?

Basar toda nuestra higiene bucodental en el cepillado es un error, pero tan grave -o más- es pretender sustituir al cepillo por un colutorio

Complementario, nunca sustitutivo. El mundo de los enjuagues bucales y colutorios, necesarios para proteger nuestra salud bucodental, no ha llegado para reemplazar al cepillado, ni para pretender dejar de lado a la seda dental o a los cepillos interdentales, sino para aliarse a ellos.

Sin embargo, por falta de tiempo o por simple comodidad, son muchas las personas que fían toda la higiene bucal a un breve repaso con estos productos. Bajo esta pretensión, convertirlos (sean del tipo que sea) y limitar su eficacia a la simple sustitución, además de un error, puede ser peligroso para nuestros dientes y encías.

Bajo este paraguas de 'no todo vale', los síes y noes de su utilización son muy variados, del mismo modo que cada boca requiere un cuidado y, lógicamente, unos patrones de protección diferentes. Seguramente no utilice en casa el mismo dentífrico nuestro hijo pequeño que un adolescente, como tampoco usaremos nosotros la misma pasta de dientes que nuestros mayores. Exactamente pasa lo mismo con los colutorios, donde no siempre se presta atención a las necesidades de cada miembro de la casa.

“Aparecen casos de personas que eliminan el cepillado de su rutina para limitarse al uso de colutorios, derivando en un abuso de estos productos que trae una peor higiene bucodental y algún problema oral", explica la doctora Manuela Escorial, odontóloga de la Dirección Asistencial de Sanitas Dental.

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Antes de usar un colutorio debemos consultar a un odontólogo para que nos recomiende lo más indicado en nuestro caso. ©Gtres.

"Siempre se debe tener presente que el enjuague bucal no puede ser, en ningún caso, un sustituto de la rutina de cepillado diario", aclara, dejando siempre claro que "es infinitamente más importante el cepillado y el uso de dispositivos que permitan limpiar los espacios entre los dientes donde el cepillo normal no llega junto con el cepillado de la lengua".

Para ello, aconseja primero tener claras nuestras necesidades. "Existe una amplia gama de colutorios que buscan solucionar problemas concretos de la salud bucodental: caries, halitosis, sensibilidad, infantil… En caso de no tener un problema concreto y simplemente se quiera usar como complemento, se recomienda el uso de aquellos que no tengan alcohol.", sintetiza.

Las virtudes, alojadas dentro de una correcta higiene dental, son útiles tanto en la protección como en la prevención como en "determinadas afecciones dentales como la sequedad bucal, situaciones de hipersensibilidad dentaria, prevención de caries o de procesos que favorezcan desmineralización del esmalte como los tratamientos de ortodoncia mediante brackets".

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El uso de enjuagues no sustituye en caso alguno al cepillado, base de la higiene dental. ©Gtres.

En ese mismo sentido, otras tareas en las que nos pueden resultar beneficioso son al "contribuir a eliminar la placa dental, tras procedimientos quirúrgicos o con la aparición de aftas y úlceras bucales", explica una de la odontólogas de Dirección Asistencial de Sanitas Dental.

Enjuagues y colutorios: cómo usarlos correctamente

Reemplazar al cepillo de dientes no es una buena idea, pero que nos cepillemos varias veces al día los dientes tampoco significa que tras cada lavado (salvo prescripción médica) debamos recurrir a los enjuagues bucales, los cuales pueden ser de varios tipos, estableciendo principalmente tres categorías: estéticos, antisépticos y con flúor.

Los primeros suelen utilizarse simplemente para proporcionar un aliento fresco y eliminar los restos de comida que podamos alojar en la boca, mientras que los otros dos tienen otro tipo de virtudes. En el caso de los que incluyen flúor se persigue una protección contra la caries, ya que 'blindan' los dientes del ataque de los ácidos producido por la placa bacteriana. Al recubrir el esmalte, ayuda a prevenir las etapas iniciales de la caries, aunque no son milagrosos.

Los antisépticos tienen funciones más determinadas y no deberíamos usarlos salvo que padezcamos ciertas patologías como la gingivitis. Suelen contener digluconato de clorhexidina y se utilizan a menudo tras una cirugía oral o tras tratamientos dentales que exijan cierta curación, combatiendo así la carga microbiana.

En los tres casos pueden ser enjuagues con alcohol que está presente en cantidades muy bajas, lo cual no significa que no debamos guardar cierta cautela con ellos. Ardor o reducción de la cantidad de la saliva son molestias frecuentes cuando utilizamos colutorios con alcohol, motivo por el cual debemos eliminarlos de nuestra rutina si notamos ese malestar.

Bajo estas premisas, veamos cómo debemos utilizar los enjuagues bucales. "Es suficiente con utilizarlos durante el cepillado nocturno, es decir, una vez al día antes de ir a dormir. En este momento, también conviene que nos pasemos el hilo dental", considera el doctor Jorge Ferrús, implantólogo, periodoncista y cofundador de Ferrus & Bratos, que además recomienda consultarlo previamente con nuestro odontólogo.

"A la hora de elegir uno u otro, debemos consultar siempre a un dentista de confianza, quien recomendará el más adecuado para cada persona. Si, a priori, no tenemos ningún problema en nuestros dientes o encías, podemos emplear uno que nos deje un sabor de boca fresco", sintetiza.

Las pautas para su uso son bien sencillas, más que las del cepillado, igual que tampoco exige una gran cantidad de tiempo, pero sí tiene ciertos trucos. "Basta con mantener en la boca un pequeño trago y realizar el enjuague durante 30 segundos, asegurándonos de que llega a todas las partes de nuestra boca", indica.

"No necesita posterior aclarado. Es conveniente esperar media hora entre el cepillado y el uso del colutorio dental, o bien realizar un primer enjuague con agua", añade como pista, ya que podríamos eliminar las virtudes del dentífrico utilizado si recurrimos al enjuague demasiado rápido. Un importante matiz donde enfatiza que "la base de la higiene es el cepillado", siendo otros elementos como "colutorios, irrigadores, cepillos interproximales o seda dental complementos de esta limpieza".

En cualquier caso, explica que un error común es "rebajarlos con agua, algo que disminuye su efecto", por lo que si nos resulta muy potente "podemos optar por un sabor algo más suave". Nos enfrentamos así a una duda cuando llegamos al lineal del supermercado o de la farmacia, donde nos sorprenden decenas de opciones distinta preconizando virtudes dispares. Aliento fresco, blanqueador, con flúor para combatir la caries, contra la sensibilidad dental...

Las opciones son muchísimas, pero de qué hablamos cuando nos referimos a un colutorio. "Estas soluciones acuosas están compuestas por alcohol y agua, siendo el flúor uno de sus principales ingredientes activos. Además, es habitual encontrar compuestos antisépticos o antibacterianos como la clorhexidina, cloruro de cetilpiridinio, hexetidina o triclosán. El porcentaje de etanol -alcohol- concentrado en el enjuague bucal oscila entre 4 y 17%", explica el doctor Ferrús.

Una explicación, tanto la del alcohol como la clorhexidina juegan un papel fundamental en la composición. El primero actúa como disolvente de los principios activos, además de tener propiedades antisépticas y ayudar como conservante de la formulación.

Distinto es el caso de la clorhexidina, la cual seguramente a más de uno le haya provocado cierta sequedad o sensación de quemazón tras su uso, donde su uso debe estar prescrito si "así nos lo ha indicado un dentista de confianza, ya que esta sustancia es un antiséptico, es decir, previene el desarrollo de colonias de agentes bacterianos y su acción dañina", donde hemos de tener claro que también elimina las bacterias 'buenas' que se encuentran en nuestra boca.

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"Por este motivo, su uso está recomendado durante dos semanas ya que, si nos extendemos en el tiempo o lo usamos sin prescripción, puede originar tinciones y otros problemas en la boca, incluyendo la alteración del sentido del gusto", afirma el cofundador de la Clínica Ferrus & Bratos.

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