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Ciencia

Las primeras gafas ‘inteligentes’ contra la presbicia

El investigador Pablo Artal probando el prototipo

Por muy aguda que tengamos la vista, el futuro de nuestros ojos ya está escrito: llega un momento, a partir de los 45 años, en que el cristalino deja de enfocar con la agilidad de los tiempos mozos y aparece la llamada presbicia o “vista cansada”. A partir de ese momento uno se tiene que alejar el libro para ver las letras y empiezan las soluciones parciales: las gafas para leer o las lentes progresivas que exigen aprender a mirar el mundo de nuevo. El investigador murciano Pablo Artal, uno de los mayores expertos en óptica del mundo, reparó hace unos años en que la cámara de cualquier teléfono móvil, incluso de los modelos más baratos, es capaz de enfocar de cerca o de lejos en milisegundos gracias a la tecnología optoelectrónica. “Y sin embargo los ojos de un señor de 50 años no pueden hacerlo”, pensó. Aquello fue el punto de partida para una investigación que culmina ahora y en la que proponen la creación de un nuevo tipo de gafas inteligentes, capaces de aplicar esta tecnología de bolsillo a nuestros propios ojos.

En un trabajo recién publicado en la revista Scientific Reports, el equipo de Artal, Juan Mompeán y Juan Luis Aragón presenta un nuevo concepto de gafas contra la presbicia inspirado en la tecnología de las lentes optoeléctricas y el conocimiento de varias décadas de estudio el funcionamiento del ojo. De momento es un prototipo, pero ya tienen la patente en marcha en varios países y en el futuro podría dar lugar a un producto comercial que mejore la vida a millones de personas. “Todas las soluciones que hay ahora son parciales”, explica Artal a Vozpópuli. “Para recuperar un cristalino como que el que tienes a los 20 años, que enfoca automáticamente a todas las distancias, necesitas una lente que haga lo mismo, pero de manera natural”. Lo que han ideado los investigadores es un sistema que permita a las gafas captar dónde está mirando el observador, si trata de enfocar más cerca o más lejos, y que la lente responda en tiempo real y sin provocar “saltos” que no resulten naturales.

“Cuando eres joven y tu vista está bien”, explica Artal, “tu cristalino cambia de forma y enfoca, pero suceden otras dos cosas a la vez: al mirar de cerca nuestras pupilas se hacen un poco más pequeñas y los ojos convergen y cambian de ángulo. Cuando eres mayor, lo que falla solo es el cristalino, los otros dos mecanismos siguen intactos, y eso es lo que nosotros aprovechamos para medir constantemente dónde están los ojos”. De esta forma, mediante dos minicámaras colocadas en el prototipo y mirado a los ojos, el sistema detecta cómo está tratando de enfocar el sujeto, transmite una señal eléctrica a la lente optoeléctrica que se ensancha o estrecha automáticamente y le permite enfocar a diferentes distancias.

“En nuestra solución, el sujeto solo mira, no tiene que hacer nada"

En las soluciones que se habían presentado hasta ahora, se habían colocado las minicámaras mirando hacia fuera, pero la solución era, a juicio de Artal, “menos elegante”, pues al detectar objetos como un cristal se producían pequeños fallos. Otra solución parecida consistía en unas gafas con una lente que cambiaba de enfoque a cerca o lejos cuando la persona apretaba un botón, con solo dos alternativas y siempre accionadas a voluntad del observador. “En nuestra solución, el sujeto solo mira, no tiene que hacer nada, porque las gafas se adaptan al movimiento de sus ojos”, indica. Como en todos los desarrollos de este tipo, el primer prototipo es una versión tosca de lo que se puede llegar a convertir. En el primer diseño utilizaban un ordenador para procesar la señal que ahora han sustituido por un teléfono móvil conectado con cables a las lentes, pero el sistema se puede miniaturizar sin problemas e incorporar en las propias gafas con tecnología inalámbrica.

“La idea sería no depender del teléfono ni de cableados y crear unas gafas con precios competitivos”, explica Artal. Él y su equipo están en conversaciones con varias empresas de distintos ámbitos para encauzar el desarrollo de esta tecnología. El principal escollo sería encontrar un “partner” que pueda desarrollar este tipo de lentes optoeléctricas, que se deforman con el cambio de voltaje, en un tamaño más grande y un precio asequible. “Esta tecnología está en todos los teléfonos móviles”, explica Artal, “pero en tamaños muy pequeños”.

En cualquier caso este es un paso que llegará con el tiempo, como todos los saltos tecnológicos. La principal dificultad ya la han superado, que era desarrollar el concepto e integrar el conocimiento acumulado durante años de estudio del sistema de la visión humana. Eso les ha facilitado desarrollar el programa de la tarjeta gráfica de las gafas que ajusta los ritmos a los que trabaja la lente, que tienen que ser un poco más lentos que los de una cámara del móvil para que a la persona le resulte natural y no note un mareo o un desajuste. “Lo mejor es cuando lo pruebas”, dice Artal, al que vemos en las imágenes de su laboratorio probando el prototipo. “De repente ves bien a todas las distancias”, dice, divertido. “¡Es como recuperar una parte de tu juventud perdida!”.

Referencia: Portable device for presbyopia correction with optoelectronic lenses driven by pupil response (Scientific Reports)

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