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Cultura

El "violentamente anticomunista" padre de los ordenadores que apostó por un bombardeo nuclear sobre la URSS

El escritor chileno Benjamín Labatut reconstruye en su novela ‘MANIAC’ la vida del científico John von Neumann

John von Neumann
John von Neumann, en 1952, junto al ordenador del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton.

Una de las mentes más poderosas del siglo XX apostaba abiertamente por desatar una tormenta nuclear sobre la Unión Soviética. "Si ustedes me dicen que los bombardeemos mañana, yo les digo que lo hagamos hoy. Si ustedes me dicen hoy a las cinco, yo digo ¿por qué no a las tres?", declaraba públicamente 'Johnny' a la revista 'Life'. 

Aplicando sus modelos de las teorías de juegos, Johnny estaba convencido de que el ataque preventivo sobre los soviéticos era la única solución óptima que Estados Unidos debería tomar. Según sus cálculos, tras el ataque llegaría un largo periodo de Pax Americana, un periodo de estabilidad más estable de lo que nadie nunca hubiera imaginado. Sus modelos contabilizaban millones de muertos y la inevitable devastación ambiental, pero seguía considerando el bombardeo atómico como la mejor opción para evitar una Tercera Guerra Mundial, antes de que los rusos también se hicieran con la bomba.

Johnny en realidad nació con el nombre de Neumann János Lajos en Budapest a comienzos del siglo XX, pero acabó siendo mundialmente conocido como John von Neumann, uno de los científicos más importantes de la centuria pasada y pieza clave en la génesis de nuestro mundo moderno. Hoy es difícil imaginar que un hombre sea capaz de tener algo que decir en Física cuántica, teoría de juegos, computación, cibernética y estadística. Neumann no era solo capaz de hacerlo, sino que sentó las bases matemáticas de la mecánica cuántica, ayudó a diseñar las bombas nucleares, desarrolló la teoría de los juegos y creó el primer computador moderno.

John von Neumann, en 1952, junto al ordenador del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton.

Militarista y anticomunista

Von Neumann, un convencido militarista y "violentamente anticomunista", como él mismo se definió, llegó a intentar la quimera de controlar el clima mundial y es el protagonista central de MANIAC, una de las novelas del momento, en la que el escritor chileno Benjamín Labatut establece un relato apasionante sobre la concepción de algunos de los artilugios sin los que hoy no nos atreveríamos ni a salir a la calle. La prosa de Labatut sumerge al lector en una vorágine de mentes inteligentemente inhumanas, casi divinas, que provocaron la mayor revolución científica de la humanidad. 

“Johnny soñaba aún más grande. Quería matematizarlo todo. Resolver problemas que habían sido completamente insuperables. Una revolución en la biología/cosmología/economía/ neurología. Quería agarrar a la ciencia por el pescuezo. Transformar el pensamiento humano desatando el poder de la computación ilimitada. Por eso creó su máquina. «Este tipo de aparato es tan radicalmente nuevo que muchos de sus usos se volverán evidentes después de que se haya puesto en funcionamiento.»”, dice uno de los personajes del relato polifónico que cuenta la vida del científico.

Los Oscar de este año apuntan a cubrir de oro el film Oppenheimer que relata el desarrollo de la bomba atómica. Neumann fue uno de los cerebros que pasó por las instalaciones de Los Álamos donde se testó la bomba que semanas después arrasó Hiroshima y Nagasaki, y después sería uno de los responsables de la bomba de hidrógeno, mucho más potente que las primeras atómicas. 

Esa generación de prometeos que rozaron atributos divinos fueron capaces de aniquilar el planeta. “Todos éramos niños de pecho respecto a la situación que había surgido, a saber, que de pronto estábamos lidiando con algo capaz de hacer estallar el planeta”, llegó a mencionar Neumann sobre el desarrollo de las bombas atómicas.

La metástasis de un cáncer, muy posiblemente contraído por la radiación del Proyecto Manhattan, escaló hasta su cerebro y acabó con la vida del científico. “Cuando el cáncer se extendió a su cerebro y empezó a destruir su mente, el ejército de Estados Unidos lo recluyó en el Centro Médico Militar Walter Reed. Dos guardias armados custodiaban la puerta. Nadie podía verlo sin el permiso explícito del Pentágono. Un coronel de la Fuerza Aérea y ocho aviadores con el más alto nivel de autorización secreta fueron puestos a su disposición a tiempo completo, a pesar de que muchos días no era capaz de hacer otra cosa que gritar como un demente. ”, cuenta Labatut en su genial relato.

Antes de sumirse en el silencio más absoluto, negándose a hablar con cualquier persona, le preguntaron al científico qué sería necesario para que un ordenador o cualquier artilugio artificial, empezara a pensar y a comportarse como un ser humano. Neumann señaló que no debería ser construida, que debería crecer, y dominar el lenguaje para ser capaz de escribir, leer y hablar. Además añadió que tendrían que jugar como un niño.

Las inteligencias artificiales que hoy nos apabullan, que saben leer, escribir, hablar y aprenden ellas mismas, tuvieron su primer chispazo de genio, su primera muestra de supremacía intelectual respecto al ser humano derrotando a los mejores jugadores de la historia de ajedrez y del milenario juego de mesa chino, go. 

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  • U
    Urenga

    En mi extensa colección de libros sobre historia de la tecnología tengo una biografía de von Neumann. Es uno de mis héroes en lo que a progreso del conocimiento humano se refiere.

    Que semejante genio fuese anticomunista es un plus y una seria indicación de cuál es el camino correcto.

    Por cierto, me acabo de hacer con la biografía de otro genio enormemente desconocido, Richard Garwin, que promete.