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Cultura

Guerras culturales

El verano pop de la rojigualda

Desde Sebastián Yatra al pueblo de Tudela cantando por Manolo Escobar, vivimos el rejuvenecimiento del glamour de nuestra bandera frente a las pasiones tristes del separatismo

La estrella pop colombiana Sebastián Yatra luciendo la bandera rojigualda en agradecimiento a España

Son imágenes que contagian alegría: Tudela arrancó sus fiestas patronales con una Plaza de los Fueros rebosante, al ritmo de “Que viva España” de Manolo Escobar. Años de intentos de abertzalización de Navarra no han sido suficientes para domesticar la alegría nacional-popular. Pueden comprobarlo en la colorida crónica de Noticias de Navarra, donde se nos informa que el 90% de los que cantaban eran menores de veinte años y que en la plaza “no cabía un alfiler”, a pesar de que la temperatura sobrepasaba los cuarenta grados. Por supuesto, no faltaban las banderas rojigualdas. Toda victoria política viene precedida por una victoria cultural, advertía el visionario Antonio Gramsci. El patriotismo constitucional tiene motivos para celebrar. Manolo vive, la lucha sigue.

Volvamos la vista atrás unas semanas. La estrella de la música urbana latina Sebastián Yatra está llorando en La Voz Kids. No son lágrimas de pena, sino de agradecimiento. “Aquí en España me han dado una segunda casa y me dieron la oportunidad de la vida. Amo la televisión y amo hacer sonreír a las personas y que me hagan sonreír. He entregado mi vida para esto, así que que ustedes me lo permitan hacer y de esta forma…”, explicaba. La imagen tiene mayor impacto porque se derrumba agarrado a una bandera rojigualda. Dos compañeros del programa le abrazan para tranquilizarle. ¿Será verdad que se han terminado los días mustios en que agitar una bandera constitucional española era motivo suficiente para que decenas de izquierdistas te llamaran ‘facha’?

En realidad, llueve sobre mojado. Dos amigos veinteañeros salían esta primavera del concierto de C. Tangana en Bilbao y me escribieron impresionados: “Está haciendo más Puchito por glamurizar España de lo que han hecho PP y PSOE desde la Transición”. Lo mismo podemos decir de su concierto en Barcelona, y en general de toda la gira, donde despliega flamenquito y kitsch cañi en una experiencia estética y emocional absolutamente incompatible con el elitismo clasista indepe. Estamos ante un nuevo y potente capítulo de lo que lograron Estopa, sudando sex appeal charnego, frente a la permanente estigmatización antiespañola del mundo separatista.

Rojigualdas para el pueblo

En sus numerosos conciertos por España, por ejemplo en Madrid el pasado 1 de julio en el Hipódromo de la Zarzuela, Taburete también sacan una rojigualda al escenario. Muchos identifican a este grupo con la derecha, pero no hay duda de que estamos ante un fenómeno juvenil, con una base amplísima de seguidores que no sienten ningún rechazo ante el gesto. Si buscamos un espacio musical de clase trabajadora, por ejemplo la discoteca Fabrik de Humanes (Madrid), podemos encontrar hace años que en la tienda de merchandising se venden rojigualdas con el logotipo de este club especializado en música electrónica. “Nos las pedían los clientes porque cuando van a festivales europeos en verano todos los jóvenes llevan la bandera de su país y ellos no querían ser menos”, suele comentar un responsable de la fiesta techno Code.

Nuestra izquierda, más culturalmente autista que nunca, sigue insistiendo en que la rojigualda carece de aceptación popular

Otro episodio reciente que podemos incluir en esta lista es la actuación del superventas reguetonero Anuel como cabeza de cartel del Reggaetón Beach Festival de Madrid a comienzos de este mes. Ante un espacio Ifema abarrotado, que coreaba cada una de sus rimas, comenzó a dar gritos de “Arriba España” que muy pronto se contagiaron a su público. Enseguida vino a la memoria el concierto del bachatero Romeo Santos en 2018, en el que sacó una bandera rojigualada y se puso a dar vivas a nuestro país, secundado por una audiencia mayoritariamente compuesta por emigrantes y españoles de primera y de segunda generación. ¿Alguien sabe por qué un emigrante puede gritar “Viva España” en 2022 con mayor naturalidad que un español de izquierda?

El otro momentazo del año, sin duda, fue la celebración de Chanel de su gran papel en Eurovisión ondeando -sorpresa- una bandera rojigualda. La izquierda cultural que tan mezquinamente la había machacado tuvo que rectificar sus posiciones (tarde y mal) para felicitarla ante el enorme apoyo popular. A partir del próximo siete de septiembre de veremos nuevos capítulos del culebrón, por ejemplo la participación de Chanel en Malinche, un musical que se enfrenta a la leyenda negra y que lleva un excelente ritmo de venta anticipada de entradas. Mientras tanto nuestra izquierda, más culturalmente autista que nunca, sigue insistiendo en que la rojigualda carece de aceptación popular. ¿En qué mundo viven?

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