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Cultura

'Un blues para Teherán': un homenaje al país donde las mujeres no pueden cantar

El célebre periodista y crítico Javier Tolentino debuta en el largometraje con un retrato de la cultura persa que revela las claves de la sociedad iraní

Javier Tolentino es uno de los críticos de cine de España más respetados y ahora también un cineasta a tener en cuenta, después de su ópera prima, Un blues para Teherán, que se estrena este viernes después de haber participado en algunos de los grandes festivales, como el Festival Internacional de Cine de Moscú o el Festival de Gijón.

Para esta primera cinta, probablemente el protagonista no podía haber sido otro que Irán, el país por el que Tolentino siente devoción. "Mi referencia en la cinematografía mundial es el cine iraní, va con mi forma de narrar en la radio, de detener el tiempo, me he contagiado de esa forma de filmar y de contar", ha confesado a Vozpópuli el popular locutor, que acaba de despedirse de las ondas tras 22 años trabajando en Radio Nacional.

En este "híbrido entre el documental y la ficción", como Tolentino prefiere describirlo, refleja un lugar donde la tradición y la modernidad conviven y también chocan. Un joven kurdo, cuyo objetivo es convertirse en director de cine, es el hilo conductor de esta película, que invita a descubrir las caras más misteriosas de Irán a través de la música y de sus gentes.

Si uno va por Vejer de la Frontera o por Ronda, se da cuenta de que tenemos más que ver con los persas y con los iraníes que con los daneses. Estamos más cerca con esa cultura, con esa relación con la música, que con cualquier otra"

"Si uno va por Vejer de la Frontera o por Ronda, se da cuenta de que tenemos más que ver con los persas y con los iraníes que con los daneses. Estamos más cerca con esa cultura, con esa relación con la música, que con cualquier otra", ha resaltado Tolentino, amante de la mirada poética de cineastas como Abbas Kiaristami.

Su misión en esta película no era realizar un "homenaje", ni tampoco realizar "una investigación folclórica de Irán a través de sus políticos o académicos", sino acercarse a la música iraní, a las viejas canciones del Kurdistán o de los farsis, pero a través de los jóvenes. Y esos jóvenes que llevan la voz en este documental se convierten precisamente en transmisores universales de la música.

"La música es un arte que puede atraer al público con más facilidad que otras artes. Una pintura, un cuatro, no se puede ver en la oscuridad. Sin embargo, el sonido de la música se oye hasta detrás de un muro", afirma uno de los protagonistas de esta cinta, con el objetivo de cambiar la mirada hacia los músicos callejeros y exigir dignidad. Del mismo modo, otro de los músicos participantes hace mención a la música como elemento de unión. "Las opiniones e ideas quedan apartadas gracias a la música", afirma.

El respeto hacia su cultura es muy grande, y parece mentira que con ese respeto por su cultura no se haya conseguido construir una sociedad desde la libertad o desde la igualdad"

"El respeto hacia su cultura es muy grande, y parece mentira que con ese respeto por su cultura no se haya conseguido construir una sociedad desde la libertad o desde la igualdad. También nos ha costado a los occidentales, a los españoles, tampoco es algo muy extraño, pero espero que puedan, a través de su cultura, encontrar su forma política adecuada a su tradición y su historia", ha señalado Tolentino, quien no obstante matiza que su intención con esta película no ha sido "juzgar su política ni su sociedad".

El precio de crear en Teherán

En Irán, un país "lleno de contradicciones", en el que el ambiente moderno de Teherán, con su universidad, sus bares y sus cafés choca con otras zonas que parecen sacadas "de otro tiempo", tal y como cuenta Tolentino, la creación tiene un precio muy caro que algunos cineastas, como Mohammad Rasoulof o Jafar Panahi, están dispuestos a pagar para seguir denunciando en la gran pantalla y desde Irán la realidad que les ha tocado vivir. La mayor parte de ellos rueda en un ambiente clandestino y tiene pendientes de ejecución penas de cárcel por el contenido de sus largometrajes.

En el caso de la música, la situación es distinta, porque "la mayoría de los músicos importantes están fuera de Irán", sobre todo en Alemania o en países nórdicos. "¿Qué clase de música es la que se puede escuchar en Irán? Coros, instrumentos, hombres que cantan, pero no canciones protesta, no canciones radicales, nada que suponga ir contra el régimen o la iglesia y, por supuesto las mujeres nunca pueden cantar en un escenario, solas. Si quieren desarrollar su música o creatividad, tienen que salir fuera", cuenta el director de este documental.

En su caso, para rodar Un blues para Teherán vivió en primera persona la persecución del régimen iraní. Para empezar, el equipo tuvo que esperar año y medio para conseguir los visados, ya que uno "no se puede arriesgar a filmar de manera clandestina". A pesar de tener todo en regla, eso no evitó que visitaran la comisaria en Teherán. "Cuando sacas las cámaras en la calle viene la policía y, lo peor, vienen los chivatos, que alertan a la gente que está en la calle contra ti", cuenta. Sin embargo, todo cambia cuando uno sale de la ciudad y encuentra calma en "las comunidades rurales, el desierto y la cosa".

Tolentino pone fin a un ciclo en la radio que ha durado 22 años y, a pesar de varias "propuestas muy deshonestas", asegura que espera "no volver". En este sentido, y preguntado acerca de su capacidad para resistir ante la tentación, afirma que lo ve difícil, especialmente tras tener "lo mejor de la radio española, que es la excelencia, una redacción que ama la libertad e independencia, que entiende la creación periodística". "Jamás me han dicho lo que tengo o no tengo que hacer", agrega. Si todo sigue su curso, y consigue ayudas para su próximo proyecto, en enero de 2022 empezará a rodar otro "homenaje de amor", esta vez a Cataluña.

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