Quantcast

Cultura

Batalla de las ideas

El suicidio cultural del progresismo francés (explicado por los intelectuales de izquierda)

Por segunda ocasión consecutiva, solo hay candidatos de derecha en la elección final al Elíseo. ¿Fin de ciclo cultural?rn

Marine Le Pen y Michel Houellebecq, pesadillas del relato progresista

Probablemente el analista que mejor ha explicado el desplome cultural de la progresismo francés en estas elecciones sea el joven politólogo Alejandro Pérez Polo (colaborador de Vozpópuli). Lean por ejemplo, esto que escribió tras la primera vuelta: “Mèlenchon, en una remontada increíble, alcanza el 20%. A solo tres puntos de Le Pen. Si los verdes, Partido Socialista y Partido Comunista se hubieran retirado (ninguno llega al 5%), habría ganado a Le Pen”, lamentaba el 10 de abril. Tras dos décadas de exigir unidad antifascista, muchas veces con maneras hiperventiladas, los líderes de la izquierda francesa tuvieron en su mano impedir el paso a segunda vuelta de Reagrupación Nacional y decidieron no hacerlo… ¿por temor a las políticas sociales de Francia Insumisa?

Pérez Polo también señaló que parte del éxito de Mèlenchon radica en haberse deshecho del Partido Comunista Francés. “La política no va de sumas de bloques preconstituidos, es crear categorías nuevas en base a un proyecto nítido, además de apuestas estratégicas válidas”, destaca. Mientras tanto, Marine Le Pen guiñó el ojo al electorado de izquierda con promesas como un impuesto a las grandes fortunas financieras, el aumento de un 10% de todos los salarios y una ley para profundización democrática (más otra contra el maltrato animal). ¿Es posible que el programa de la derecha radical proponga un escudo social más fuerte que el de Unidas Podemos?

Otra izquierdista española que expone con claridad las disfunciones de nuestro progresismo es la joven novelista y ensayista Elizabeth Duval: “En Madrid la estrategia fascismo o democracia fue un absoluto fracaso. Especular con cordones sanitarios que en España son imposibles y que en Francia reventaron, acaba produciendo el efecto contrario: la extrema derecha se convierte en un ‘outsider’ casi sexy o atractivo, por el mero hecho de que es lo prohibido. La estrategia de ‘que viene el lobo’, aunque sea cierto, no da frutos y acaba sirviendo para que el fascismo llegue”, señalaba hace unos días en El Mundo.

El suicidio progresista

La politóloga María Corrales, izquierdista e independentista catalana, escribió en Público otro artículo sobre las elecciones francesas que fue ampliamente debatido en redes. Allí insinuaba, con tono constructivo pero decepcionado, que la izquierda española estaba lanzando a parte de las clases populares en brazos de Vox. “Se le regala el pueblo a la reacción cuando se divide la sociedad en ‘bloques’ y uno se entrega. Mélenchon ha decidido interpelar al votante de Le Pen durante toda la campaña y debatir con la extrema derecha asumiendo que en Francia fuerzas como Le Pen y Zemmour estaban más que normalizadas (…) Como apunte, hace falta recordar que Mèlenchon incluyó en su programa político las demandas de los chalecos amarillos sin necesidad de pedirles ningún carnet. En este sentido, señalando todas las distancias, lo que ha hecho la izquierda francesa con el potencial votante de extrema derecha es lo que hizo Soria Ya en su provincia, y ambas estrategias han resultado, con mucha diferencia, ser bastante más eficaces que las réplicas y contrarréplicas entre partidos al respecto del cordón sanitario”. Nótense las diferencias con nuestro gobierno de coalición progresista, que llamó “extrema derecha” a los camioneros que hicieron huelga en todo el país, menospreciando el deterioro de sus condiciones laborales.

El voto al Frente Nacional se puede interpretar como el último recurso con el que contaban los sectores populares para defender su identidad colectiva", explica Dider Eribon

Más importante: Corrales enlazaba un artículo suyo anterior donde admitía, de forma muy valiente, que los líderes de izquierda española en 2022 hablan a auditorios cada vez más vacíos: “El problema es que mientras la izquierda sobrevive a partir de debates cíclicos y esa desgana tan propia de los protagonistas del día de la marmota, el mundo ha seguido su curso y a las casas de la gente no ha llegado ni estabilidad, ni orden nuevo, ni nada que se le parezca. Más bien al contrario, las cosas se han ido enquistando hasta tal punto que por no enfadarse, la gente ha ido cerrando las televisiones de sus salones porque no les apetecía ver más la cara del político de turno. Eso significa que si antaño los asesores pasábamos horas discutiendo el matiz del titular del día siguiente, hoy nos damos con un canto en los dientes si alguien se entera de alguna de las cosas que hemos hecho”, resume.

La autora intenta terminar el texto con esperanza, invocando el “optimismo de la voluntad” que defendía Antonio Gramsci, pero no puede evitar el desánimo: “Dejemos por favor de confundir el pragmatismo con la renuncia a cualquier horizonte de transformación”. La posición mayoritaria en Unidas Podemos, piensa más de un analista, se limita a tratar de conservar los sueldos de la actual jerarquía.

¿Acierta Houellebecq?

Bajemos al terreno estrictamente cultural. Corrales comenzaba su texto celebrando que el buen resultado en primer vuelta de Mélenchon desmentía la tesis de que la izquierda está condenada a desaparecer, formulada en las páginas de Anéantir (Anagrama), última novela del superventas francés Michel Houellebecq (que Anagrama publicará pronto en castellano). ¿Se equivocaba el autor? No está tan claro, ya que la izquierda desciende en apoyo en todo Occidente y el futuro de Francia Insumisa es muy incierto sin su líder carismático. Además, la tesis de que la izquierda occidental está en vías de extinción no es exclusiva del escritor, sino que la han formulado con datos y ejemplos otros muchos intelectuales, por ejemplo en nuestro país el filósofo Ignacio Sánchez-Cuenca en su recomendable ensayo breve titulado La izquierda: ¿fin de (un) ciclo? (2019, La Catarata). Uno de los grandes aciertos de Mélenchon ha sido dejar de usar la palabra "izquierda" (hasta en el nombre de su partido) y pedir a los militantes que no lleven la bandera de la hoz y el martillo a los actos de campaña.

Curiosamente, estos Houellebcq concedió una entrevista al joven periodista español Daniel Ramírez. Allí se reafirmaba en su hipótesis, que suena tan robusta como el resto de las otras donde demostró su intuición política: “Sí, creo que Macron va a ganar porque le van a votar los ricos y los viejos. La dicotomía izquierda-derecha murió en Francia con el hundimiento de los gaullistas y los socialdemócratas. Lo que impera es el voto de clase. A Le Pen le van a votar los pobres. Lo de las izquierdas y las derechas ya no sirve para comprender nada. En 2027, cuando Macron ya no pueda presentarse, llegará el caos”, vaticinaba hace dos semanas en El Español. Hoy los franceses deciden si el gobierno incierto de Le Pen es preferible al programa conocido de Macron, que ha provocado en Francia amplias protestas sociales.

Un libro clave para comprender el combate

Cerramos con otra referencia literaria, que señala las raíces socioeconómicas del problema. Me refiero a las memorias de 2009 Regreso a Reims (que Libros del Zorzal tradujo al castellano en 2017), del sociólogo francés Didier Eribon. Trata sobre la historia personal del autor, hijo de una familia comunista de clase trabajadora, de la que se seapara al ir a estudiar la carrera a París con el prestigioso sociólogo marxista Pierre Bourdieu. Cuando vuelve a casa, descubre que los suyos han cambiado su voto para apoyar al Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen. Algunas de las crudas autocríticas de Eribon iluminan conflictos centrales de la izquierda actual:

“Exaltaba (yo) a la clase obrera para poder alejarme aún más de los obreros reales. Leyendo a Marx y Trotski, creía estar a la vanguardia del pueblo. Pero en realidad estaba entrando en el mundo de los privilegiados, en su temporalidad, en su modo de subjetivación: el de los que disponen de tiempo para leer a Marx y Trotski. Me apasionaba el Sartre, que escribía sobre la clase obrera, pero yo detestaba la clase obrera en la que estaba inserto, el ambiente obrero que delimitaba mi horizonte”, admite. Repasando los datos de primera ronda de 2022, se confirma que Marine Le Pen sigue siendo la opción mayoritaria de los obreros franceses.

¿La moraleja crucial? Los izquierdistas esnobs, categoría en la que Eribon se incluye, fueron otro factor el éxito del partido de Le Pen. “Por más paradójico que pueda parecer, estoy convencido de que el voto por el Frente Nacional se puede interpretar, al menos en parte, como el último recurso con el que contaban los sectores populares para defender su identidad colectiva y, en todo caso, una identidad que sentían igual de pisoteada que siempre, pero ahora también por quienes los habían defendido y representado en el pasado”, afirma.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.

  • A
    Alon101

    Izquierda = Basura.
    Cuanto más intelectual de Izquierda te crees, más basura eres.

  • D
    Darksith1977

    El hecho de que los “analistas” sean de izquierdas, ya invalida el análisis. No es que los demás lo hayan hecho bien, es que “nosotros” ( que llevamos la razón y la virtud) no hemos sabido “comunicar”.

    • A
      Antonia Tobajas

      Tiene usted toda la razón: hasta tal punto tienen internalizado nuestros medios de comunicación que los "expertos" y los "intelectuales" sólo pueden ser "de izquierdas". Y esto en un medio que ya de antemano no se proclama a sí mismo militantemente "de izquierdas".