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Cultura

Análisis

La decadencia de las listas de ‘Lo mejor del año’ (un partido de tenis sin pelota ni público)

Las nuevas tecnologías y la precariedad de la prensa cultural han convertido los balances de diciembre en un ritual zombi

Portada del especial resumen del año de la revista 'Rockdelux'

Las listas de ‘Lo mejor del año’ ya no se comentan ni siquiera entre periodistas culturales. De sobra sabe el gremio que llevan años declinando en interés y que dejaron de ser una gozosa puesta en común para convertirse en un trámite engorroso para seguir generando contenidos -además, baratos- en el mes en que la industria cultural descansa de lanzamientos para centrarse en hacer caja navideña. El problema es que se siguen elaborando por inercia, aunque no entusiasman ya ni a los adolescentes más culturetas.

“Parece un partido de tenis sin público ni pelota”, escribía Carlos Gorriarán sobre las actuales luchas por el poder en Ciudadanos, donde ya no está en juego casi ningún poder real. Lo mismo podemos decir de las listas de "Lo mejor del año", que no tienen apenas influencia en las ventas, por eso ya no las comparten ni siquiera muchos de los escritores, músicos y directores de cine escogidos. La última que generó una mínima reacción fue la de “Los cien mejores libros españoles del siglo XXI”, escogidos por los críticos del suplemento Babelia. Fue una polémica de corto recorrido, basada en señalar que la selección estaba llena de arbitrariedades (lastrada por el colegueo, con demasiado sesgo progrewoke y demasiado previsible⁸). No se recuerda el último listado que generase un mínimo entusiasmo.

Hay que señalar otro fenómeno: a comienzos de diciembre, desde hace unos años ya, hay unas listas que sí generan euforia colectiva: las que nos manda Spotify para informarnos de los discos y canciones que hemos escuchado más a lo largo de 2022. Quien se atreva a sumergirse en redes durante en esos días, será informado sin solicitarlo de los gustos musicales de la mayoría de las personas a las que sigue (casi todos los listados son muy parecidos, me permito añadir). De la puesta en común colectiva de periodistas especializados a la exhibición narcisista de unos gustos que realmente solo importan a quienes tengan que compartir viajes en coche contigo (dicho esto, las listas de Spotify son más relevantes que las de la prensa musical). En 2022 la cosa resultó tan insufrible que se hizo popular el meme “A nadie le importa lo que has escuchado en Spotify este año".

Listas delirantes

Intentaré explicar la decadencia de las listas de la prensa ciñéndome a lo que mejor conozco: el periodismo de música popular. Llama la atención que la mayoría de listas pop sigan dando preferencia al formato álbum, cuando esté claramente ha sido eclipsado en favor de los sencillos (canciones sueltas). Gran parte de la decadencia del prestigio de la crítica musical tiene que ver con la homogeneidad de sus integrantes: hombre de 35 a 50 años, rabiosamente anglófilo y con estudios de comunicació, alérgico al baile desde adolescente. Esta estrechez de miras ha hecho que se pierdan la revolución de la música urbana latina, a la que algunos se intentan reenganchar ahora de forma sonrojante. La revista musical catalana Rockdelux, antaño prestigiosa, proclama este año "qué comience la edad de oro" refiriéndose a la música caribeña actual, que ignoraron olímpicamente durante más de una década y cuya etapa dorada comenzó en 2004 sin que ellos la oliesen apenas. Seguramente la mejor imagen para explicar la disonancia cognitiva de Rockdelux es que este año ensalzan "Quédate", de Quevedo y Bizarrap, cuando llevan dos décadas ignorando el repertorio de Juan Magán, que desplegó mucho antes ese mismo sonido, recursos e intuiciones.

Cuando se reduce todo a una cuestión de 'buen gusto', te arriesgas a que los lectores descubran que su gusto personal les interesa más que el de la crítica

En realidad, el criterio ponderado de los periodistas culturales no interesa porque no tiene ya más pegada que cualquier grupo de aficionados. La prensa musical fue carcomida por la precariedad laboral: si te pagan diez euros menos IRPF por la reseña de un disco no puedes dedicarle mucho tiempo, mientras que un fan que escriba bien puede compartir en redes una valoración mucho más sentida, informada y elaborada. Otro de los errores radica en no haber cultivado lazos con la universidad: los musicólogos de la Complutense no solo hacen tesis doctorales sobre la dulzaina, sino también sobre la Movida madrileña (incomprensiblemente, nunca se les atendió ni se les hizo un hueco en las revistas y emisoras). Cuando reduces todo a una cuestión de 'buen gusto', te arriesgas a que los lectores descubran que su gusto personal les interesa mucho más que el tuyo.

Resumiendo: las listas de “lo mejor del año” han decaído porque los consumidores de cultura encuentran información y comentarios más valiosos en las estadísticas de Spotify, las reseñas de Goodreads y los comentarios de Facebook y Youtube (además sin pagar). Esta es la situación y -según lo veo- solo quedan dos salidas sensatas: o en la prensa cultural encontramos mejores formas de hacer balance del año o abandonamos esa tarea. Las listas, antes con cierta utilidad práctica, ya solo sirven para hacer el ridículo.

Como prueba final, citaré las dos últimas selecciones ortopédicas que se han publicado. La primera es de Rolling Stone, que escogió hace unos días Los 200 mejores cantantes de la historia poniendo a la justita diva pop Ariana Grande por encima de la prodigiosa vocalista egipcia Oum Kaltoum, además de aupar al rasposo Bob Dylan al top cinco (por lo menos, tienen el detalle de incluir a Rocío Jurado). Que aparezca Rosalía pero no Camarón ni ningún otro flamenco habla bien claro del fracaso de está aventura periodística. La otra lista incomprensible es la del semanario New Musical Express, donde se nombran Los cien artistas emergentes para 2023 y ninguno canta el español, cuando el planeta pop actual esta dominado por puertorriqueños, colombianos y otros caribeños, cada vez más orgullosos de sus raíces culturales. Ahorrarnos estos tristes y clamorosos 'fueras de juego' debería ser una prioridad profesional.

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  • R
    Ralbar

    Cuando usted dice "(por lo menos, tienen el detalle de incluir a Rocío Jurado)", quizá se refiere a Rocío Dúrcal. Puesto que es la Dúrcal quien figura en la lista y no la Jurado. Estoy seguro de que ha sido un lapsus. Alguien tan amante como usted de las canciones de Juan Gabriel no puede desconocer el nombre de la cantante que las hizo populares en España y en Latinoamérica en la década de los setenta. Si fuera posible, estaría bien corregirlo. Gracias por anticipado.