Quantcast

Cultura

Ocho libros sobre el padre en la literatura contemporánea

Un detalle de la portada de 'Entre ellos', de Richard Ford.

La figura del padre atraviesa la literatura desde su origen. El rey Príamo, roto de dolor, que se presenta ante Aquiles pidiéndole de vuelta el cadáver de su hijo Héctor para darle al fin sepultura. El 'papá Goriot' de  Balzac, ese hombre apartado y rechazado por sus hijas. El fantasmagórico rey Hamlet que ronda la orfandad del joven príncipe de Dinamarca en la tragedia de Shakespeare. El padre: esa larga y extraña sombra que marcó la vida y la obra de autores  como Dickens o Kafka y mucho más cercanos en el tiempo, como a Philip Roth, Richard Ford,  Mario Vargas Llosa, Héctor Abad Faciolince o Marcos Giralt Torrente, quienes han acometido libros memorialísticos . Nadie sale ileso de un padre vivo, mucho menos de uno que se ha marchado. 

Del extenso muestrario literario sobre el padre, he aquí una selección de ocho libros escritos por autores contemporáneos

A la figura del padre se han dedicado las páginas más hermosas y terribles de la literatura universal. Hubo padres cuya crueldad fue infinita, dentro y fuera de los libros. Los hubo violentos y alcohólicos, como el de Huckleberry Finn o tiránicos como en el Falkner de Mary Shelley;  también de carne, hueso y abrasadora frialdad, como Herman Kafka, aquel comerciante textil a quien nada le pareció jamás lo suficientemente bueno y que hizo sentir a su hijo, Franz Kafka, como un insecto o un hombre obligado a defenderse sin saber de qué se le acusa. Toda paternidad entraña una grieta. Acaso porque ninguna relación de trasferencia de vida ha conseguido escapar de la fractura. Dar amor y recibirlo puede llegar a ser el mayor de los desastres. O no… Del extenso muestrario literario sobre el padre, he aquí una selección de ocho libros escritos por autores contemporáneos.

La mayoría de los autores abordan la figura del padre una vez que éste ha muerto, como para subrayar la relación entre escritura y orfandad. Ese hueso que rompe en los corazones de quienes están vivos. Ése fue el caso del estadounidense Paul Auster.  Una mañana de enero de 1979, el escritor se enteró de que su padre había muerto. Entonces se sentó a escribir La invención de la soledad, el libro que el mismo ha llamado el “comienzo de todo”, porque es justo a partir de esta novela familiar que se asientan los elementos clave dentro de su obra y que reaparecen incluso en novelas más recientes como 4 3 2 1 (Seix Barral). La invención de la soledad, el título que nos ocupa en este caso,  se divide en dos partes:  Retrato de un hombre invisible, una especie de ajuste de cuentas con un padre frío y distante a quien Auster ilumina con un episodio de la historia familiar. A esa sigue El libro de la memoria, en cuyas páginas Auster se concibe como hijo huérfano a la vez que se retrata en la reflexión de sí mismo como padre.

Un detalle de la portada del libro de Philip Roth.

Herman: un agente de seguros jubilado, un hombre que fuera fuerte, lleno de genio y de encanto, que a sus 86 años lucha contra un tumor cerebral. Para muchos, este fue el mejor personaje de Philip Roth. Sin duda: era su padre, el ser que protagoniza Patrimonio, una historia verdadera a partir de la cual Roth elabora un inmenso alegato de amor. Un retrato universal en el que el autor de Pastoral americana traza los mimbres de la relación padre e hijo, pero también la vulnerabilidad que produce el amor cuando se acerca la muerte. En este libro Philip Roth describe la entrega de quienes desean vivir  y por eso luchan. Aquello que Herman Roth procuró con su propia vida y de lo que Roth da cuenta como el más valioso patrimonio que su padre legó para él.

El lector asiste a una narración que aboceta el perfil de un  viajante de comercio, alguien casi siempre ausente de casa

Algunos libros de reciente factura forman parte de esta selección. El primero Entre ellos, de Richard Ford. Publicado en enero por el sello Anagrama, este volumen reúne dos textos escritos con 35 años de diferencia. Uno de ellos se publicó en 1986 cuando murió su madre, Edna. El segundo,  totalmente inédito, traza un retrato de su padre, Parker, quien murió de un ataque al corazón cuando  Richard Ford tenía 16 años. El lector asiste a una narración que aboceta el perfil de un  viajante, alguien siempre ausente de casa que recorría Norteamérica vendiendo de puerta en puerta. A ese retrato del padre se suma el de Edna, su madre, una mujer que con apenas cuarenta años debe enfrentar la viudedad y la educación de un niño, sola.  La suma de ambos retratos genera mucho más que una hermosa novela autobiográfica. Se trata de una foto de conjunto de la sociedad norteamericana.

'Ordesa', de Manuel Vilas.

Publicado con unas semanas de diferencia, Ordesa (Alfaguara) se abre camino al mismo tiempo que abre fuego. Se trata de lo más reciente del escritor Manuel Vilas. Un libro duro, escrito con belleza y desgarro. Sin duda, el mejor Manuel Vilas. El mejor, aunque haya que pagar un precio anímico alto por atravesar su hermoso desierto. Todo en este libro ocurre a partir de la muerte de la madre de Vilas, sin embargo ese solo hecho abre la exclusa de una historia familiar, una historia íntima de España. En las páginas de este libro, Vilas se cuenta como hijo, al mismo tiempo que se retrata como habitante de un tiempo y un país hechos del mismo afecto estrujado y escarmentado de su padre y su madre. Páginas en las que nos descubrimos vulnerables. Páginas de una poesía y belleza hasta cierto punto insoportables y justamente por eso imprescindibles. Lo bello, casi siempre, lesiona. Y éste es el caso.

Manuel Vilas se cuenta como hijo y se retrata como parte de un país hecho del afecto estrujado de su padre y su madre 

En el registro memorialístico, un libro se impone sobre todos, los más recientes y los que ya atesoran años. Un libro que comienza muchos años atrás en el tiempo: el día 25 de agosto de 1987, hace ya 30 años, cuando dos sicarios dispararon contra el profesor Héctor Abad Gómez. Lo esperaron a la salida de la sede Sindicato de Maestros de Medellín y le dieron muerte. Tenía 65 años. En el bolsillo de su pantalón, Abad llevaba escrita en un papel una lista de amenazados que lo incluía a él y, copiado a mano, el primer verso de un poema de Jorge Luis Borges : "Ya somos el olvido que seremos...”. Con ese verso, su hijo, el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince,  tituló el libro que dedicaría a este episodio.

Tardó casi veinte años en escribirlo,  casi media vida para ordenar y asignar palabras a una muerte arbitraria, brutal e inexplicable. Lo publicó en el año 2006. Fue el noveno libro de Héctor Abad Faciolince y uno de los más hermosos que sobre el padre se haya escrito jamás. En sus páginas reconstruye con amor y sinceridad el retrato de aquel médico humanista al que mataron a tiros a la salida de su despacho.  Héctor Abad escribió El olvido que seremos para  mitigar un dolor –propio y colectivo-, al mismo tiempo que confeccionó una joya que Alfaguara reeditó en España el año pasado. De las páginas más duras y sinceras en las que Abad habla de la pérdida del padre, pero también del irresoluble y cruento conflicto entre progreso e involución en América Latina.

'El olvido que seremos', de Héctor Abad.

Otras dos obras sobre el padre escritas en clave autobiográfica se unen a la de Héctor Abad. La primera es  Tiempo de vida (Anagrama) un libro con el que el escritor Marcos Giralt consiguió reconciliarse no sólo con la figura de su padre –con quien llegó a tener una relación complicada y distante- sino también con su propia escritura, que a partir de ese libro retomó la fuerza y elegancia del mejor Giralt, reconocido con el Premio Nacional de Literatura en 2011. A esa sigue Examen de mi padre (Alfaguara), de Jorge Volpi. Este título no es exactamente una novela, tampoco unas memorias. Es una historia crepuscular: la de un afecto y una nación. En sus páginas descubrimos a un Jorge Volpi que había tardado años en mostrarse y que podríamos haber perdido la ocasión de leer, de no ser por ellas. Un libro brillante en el que Volpi repasa la compleja figura de su padre. Escrito a través de diez ensayos, el mexicano elige el espíritu de su padre cirujano y elabora una metáfora propia y colectiva de la disección. Diez partes del cuerpo, para contar algo más. La mano… del poder; el oído… de la armonía y la emoción desbordada; la piel… y su memoria. En estas páginas coinciden padre y país, ambos camino hacia la muerte. EN la clave literaria del padre conviene citar un libro aún no traducido al castellano y que lleva por título An Odyssey: A Father, a Son and an Epic, su autor Daniel Mendelsohn une el poema épico La Odisea con el relato de la muerte de su padre. El viaje de vuelta a casa y la figura del héroe funcionan como registros para reconstruir al padre, al mismo tiempo que trazar la travesía de quien narra.

La carretera, de McCarthy.

Cierran esta selección dos libros de ficción. El primero de ellos es La carretera, de Corman McCarthy. La historia de amor de un padre por su hijo en un mundo destruido, despojado de toda humanidad y belleza, sobre el que sólo llueve la ceniza. Un hombre y un chico cruzan a pie el territorio norteamericano en dirección al sur. No hay comida y de la tierra no brota nada. Bandas de caníbales asolan el país y la muerte amenaza en cada sitio. En medio de tanta oscuridad, en ese mundo apagado de sí mismo, lo que permite al lector avanzar es la luz del amor que siente un hombre por su hijo. Es eso lo que ilumina esta hermosa y terrible novela con la que McCarthy ganó el premio Pullitzer en 2007

En medio de tanta oscuridad, en ese mundo apagado de sí mismo, lo que permite al lector avanzar es la luz del amor que siente un hombre por su hijo

Una última selección completa la biblioteca del padre en la ficción.  Se trata de la novela  Derecho natural (Seix Barral), en la que el escritor Ignacio Martínez de Pisón retrata los conflictos familiares que terminan por escalarse en asuntos ciudadanos, una constante y prodigio de su obra. Ambientada entre 1969 y 1989, Derecho natural transcurre en el espacio histórico de La Transición. Pisón narra la vida de una familia desastrosa, desestructurada, cuyos triunfos y derrotas retratan las peripecias de la gente corriente. Seres que viven una época de cambio: una España en la que la democracia desembarca, en la que las leyes están por escribirse y en la que todo puede ir –o no- a mejor. Dos personajes marcan esta novela: Ángel, el narrador, y su padre: un errático actor de películas de serie B e imitador de Demis Roussos, quien tiene una irrefrenable tendencia a la huida. Sus apariciones y desapariciones estelares dejan huellas invisibles pero indelebles en cada uno de sus cuatro hijos, en especial de Ángel. Una historia tierna, hilarante, pero no por ello menos desoladora, con esa rara justicia que tienen todos los estropicios. 

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.