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Cultura

'Jurassic World: Dominion': exprimir la nostalgia hasta que no quede nada

Laura Dern, Jeff Goldblum y Sam Neill reviven los 90 en la última parte de la trilogía

Fotograma de 'Jurassic World: Dominion'
Universal Studios and Amblin Entertainment

Algo ocurre cuando en una película uno ve espejismos de algo que ya conoce y que no se esperaba en absoluto. Esta semana se estrena en los cines españoles Jurassic World: Dominion, la tercera y última parte de la segunda tanda de las famosas películas de dinosaurios y lo que prometía ser una película excitante y trepidante resulta ser una previsible película de acción que recurre demasiado a lo conocido con la excusa de la nostalgia.

El responsable de esta nueva entrega es Colin Trevorrow (director de Jurassic World, 2015) que reúne en esta ocasión a los protagonistas de las dos trilogías: Chris Pratt, Bryce Dallas Howard, Laura Dern, Jeff Goldblum y Sam Neill. Sin duda, un gancho nada sutil y también efectista para los adultos que en su niñez o su adolescencia vieron Jurassic Park, de Steven Spielberg, sin pestañear y vibraron con aquellas imágenes de unos dinosaurios articulados que cobraban vida y que nunca antes habían aparecido así en la gran pantalla. Los temblores del suelo, las ondas del agua o la sombra de un dinosaurio en la cocina son escenas irrepetibles.

En esta ocasión, la acción transcurre cuatro años después de la destrucción de Isla Nublar y ahora los dinosaurios conviven con los seres humanos en todo el mundo, lo que supone un frágil equilibrio. Es el momento de decidir si los humanos pueden mantenerse en la cúspide de los depredadores en convivencia con los animales más temibles que han pisado la Tierra. Con una plaga de langostas y una crisis de alimentos que amenaza el planeta, la película acciona la palanca del pánico y se acerca a un escenario no tan irreal, al tiempo que recurre a la memoria del espectador.

Jurassic World: más allá del recuerdo

Sin embargo, hace falta algo más que un gancho nostálgico. ¿Qué tenemos aquí? Sin duda, una película que rinde homenaje a toda la saga y que se mantiene fiel al cine de aventuras. Es puro entretenimiento y pura acción y una historia trepidante que se dirige a un público familiar, pero se queda descafeinada, a medias, sin tener muy claro si quiere rendir tributo al filme de Spielberg o si quiere atraer nuevos públicos y así corre el peligro de pasar desapercibida.

No obstante, hay que reconocer que Laura Dern, Jeff Goldblum y Sam Neill mantienen una química intacta y que hacen buen equipo con Chris Pratt y Bryce Dallas Howard, tanto que uno se olvida de que en ocasiones los dinosaurios son meros decorados para una historia que avanza por otros derroteros.

Pero hay algo de telefilme en algunas ocasiones, los dinosaurios son menos espectaculares o sorprenden menos de lo que uno recordaba, y algunas persecuciones se parecen demasiado a cualquier película de James Bond escapando de los malos en moto por las calles de cualquier enclave del Mediterráneo. Uno sustituye a Daniel Craig por Chris Pratt y al hombre vestido de negro por un velociraptor y ya lo tiene.

Es habitual en los últimos tiempos que los blockbusters estén cortados por el mismo patrón y este mal no ayudará en absoluto para animar al público para que vuelva a las salas. La situación es complicada porque los cines no han recuperado aún las cifras previas a la pandemia y queda aún mucho verano por delante. La sorpresa y la audacia han dado paso al aburrimiento. Tampoco pone las cosas fáciles esa especie de oferta escrita sobre papel naranja fosforescente que promete las vistas únicas que todos tienen en la cabeza y que no se parecen en nada a lo que uno recordaba. Es imposible exprimir más la nostalgia.

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