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Jeffrey Archer: el miembro de la Cámara de los Lores que se salvó de la ruina gracias a la novela negra

Vecino de Mallorca y superventas internacional, es amigo de Sarah Ferguson y sueña con entrar en la lista de los más vendidos en nuestro país

El escritor británico Jeffrey Archer
El escritor británico Jeffrey Archer EFE

Son las diez de la mañana cuando Jeffrey Archer saluda a través de Zoom. Lo hace desde Mallorca, no desde Londres. La isla balear le ofrece vistas al mar, arroces para comer y cobijo en las jornadas de escritura siguiendo su propio horario de trabajo, almuerzo y sueño.

Lee las horas en un pequeño reloj de muñeca que simula al de las estaciones suizas de trenes. Lord Archer no lo lleva puesto en Londres, solo en España, y lo enseña por la pantalla. También la foto de una escultura de la que es propietario. Además de formar parte de la Cámara de los Lores y ser escritor de bestsellers, Jeffrey Archer es un coleccionista de arte (lamenta no poder mostrar sus tres Picassos; los guarda en Reino Unido). En su nueva novela, Por encima de mi cadáver (Harper Collins), la pintura es un motivo que aunque no viene a vertebrar la historia sí la alimenta. Vuelve el inspector jefe detective William Warwick a las páginas de Jeffrey Archer, que en broma dice que su vieja amiga Sarah Ferguson tiene la intención de derrotarlo en la lista de los más vendidos.

Pregunta: Usted se considera un contador de historias pero no un escritor. ¿De cuántas maneras se puede contar una historia?
Respuesta: Para contestar a esa pregunta tendría que decir que Steven Spielberg es un grandísimo contador de historias, aunque él lo hace con una cámara, E.T. es un ejemplo clásico. Spielberg es, francamente, un contador de historias, y yo también lo soy y así lo hago yo; lo que uno espera, por supuesto, es poder escribir grandes historias, pero contar historias es un regalo del cielo y cualquiera que tenga una buena educación y haya leído mucho puede ser un buen escritor. Pero me temo que contar historias es como el ballet, cantar ópera o tocar el violín: es un don.

P: Ni un centavo más, ni un centavo menos fue una novela que usted escribió para recuperarse económicamente después de haberse arruinado. ¿De dónde salió esa pulsión por escribir entonces? No sé si su intención era hacerse millonario…
R: Desde luego que no. Solo una persona muy necia tendría el deseo de convertirse en millonario a través de sus libros. Yo había perdido todo mi dinero, como bien dices, y me senté a escribir más desde la desesperación que desde el deseo. Al terminarla, dieciséis editores la rechazaron. El editor número diecisiete accedió pero solo imprimió tres mil copias, así que me quedó claro que no iba a ganar una fortuna como escritor. Pero el punto de inflexión real llegó con Kane y Abel. Eso me cambió la vida de un día para otro. Vendió un millón de copias en la primera semana y está ahora en su edición ciento treinta y dos. Desde entonces decidí ser un escritor. Y de eso hace cuarenta años.

P: ¿Desde dónde escribió Por encima de cadáver, su último título: desde la desesperación o desde el deseo?
R: Desde el deseo. Cuando cumplí los 70 empecé a escribir Las crónicas de Clifton, que son siete libros. Me apetecía escribir una secuencia y quería hacer algo que me supusiera un reto a esos años. El tercer libro de Las crónicas de Clifton (El secreto mejor guardado) llegó al top quince de ventas de Der Spiegel, pero nunca he estado en la lista de bestsellers en España, lo cual me rompe el corazón; vivo en España y me encantaría poder acceder al público español y llegar a ser un bestseller en España. Cuando salió éste último en Inglaterra, empezó otra vez ese deseo de esforzarme y de llegar más lejos, así que cogí esta historia de un hombre que dejaba la escuela y entraba en las fuerzas policiales metropolitanas de Londres -a pesar de que su padre quería que fuese abogado- y decidí que intentaría ser diferente a los demás escritores de novela negra y que cada libro se pudiera leer separadamente, porque cada uno tiene un rango diferente y un crimen distinto. Harry Clifton empieza en Solo el tiempo lo dirá como agente detective y se une a la brigada del fraude. En el segundo libro, Los pecados del padre, se convierte en sargento y se une a la brigada antidroga; en el tercero se convierte en inspector y se une a las fuerzas anticorrupción; y en el cuarto libro, Cuidado con lo que deseas, se convierte en inspector-jefe y se une a la brigada antiasesinato.

P: Hay en sus libros un gusto por el arte, en concreto por la pintura. Hablo de Llega la hora, A cara o cruz, Quien no arriesga, La falsificación o Por encima de mi cadáver, sin ir más lejos. Usted también es coleccionista…
R: Me encanta el arte. Siempre me ha gustado y he sido un coleccionista durante toda mi vida. Tengo un Picasso en mi casa de Londres. De hecho, soy el propietario de tres Picassos. También tengo una escultura impresionante de un escultor español, Jaume Mir… Lo que yo le digo a los escritores jóvenes es que escriban sobre lo que sepan, sobre lo que conozcan y sientan apasionadamente. Por eso yo escribo sobre arte, un poco sobre política, un poco sobre negocios, sobre deportes… porque esas son las cosas que a mí me encantan y el lector lo va a percibir. No escribas una historia de fantasmas solo porque se lleve, no escribas sobre sexo, no utilices un lenguaje soez a no ser que sea absolutamente necesario… No hace falta escribir sobre violencia, escribe sobre lo que te haga feliz y el lector te acompañará.

No me llamo Shakespeare (risas), yo hago entretenimiento

P: ¿Por qué parte de la historia de Por encima de mi cadáver se desarrolla en un barco (The Alden)? ¿Es por ser un escenario tan reducido sin salida o escape aparente?
R: Es algo muy perceptivo. La apertura es siempre muy importante. Aquí yo tengo a un detective, William Warwick, que está en un barco de vacaciones, y a un joven de Estados Unidos “a medio hacer” y muy inteligente llamado James Buchanan, y Warwick lo deduce, entonces se hacen amigos. Siempre estoy buscando la manera de hacer que los personajes salgan y entren del escenario y funcione. El shock para mí fue la cantidad de gente que me ha escrito diciendo que esperaban que James Buchanan apareciera en libros futuros. Yo ni lo había pensado; puse a mi detective en el barco y pensé que había que deshacerse de James (porque me había servido en el barco), pero después los lectores no estaban de acuerdo y querían “más James”.

P: “…Cuando venga en su gloriosa majestad a juzgar el mundo, el mar entregará a sus muertos…”, escribe en Por encima de mi cadáver.
R: Eso es parte del libro de rezos común que existe cuando se te “entierra” en el mar. Creo que la traducción sería que cuando Dios revisite el mundo juzgará a esas personas hayan sido enterradas donde fuere.

P: Obviando a Dios, ¿quién ha de impartir justicia: el hombre o la naturaleza?
R: La naturaleza.

P: Entonces, ¿es de justicia poética que usted comience a escribir sus libros en Mallorca?
R: Sí (risas). Siento no poder estar en mi oficina, porque desde ella tengo una vista fabulosa del mar que da muchísima paz. Como dijo un ex editor de The Observer, “si no puedes escribir aquí, no puedes escribir en ningún sitio”. La verdad es que me encanta escribir en Mallorca. El aire es puro, es una preciosidad… Tengo un grandísimo privilegio y soy muy consciente de él.

P: ¿Sigue escribiendo con el reloj de pulsera que parece de una estación suiza de ferrocarriles?
R: Sí, no puedo vivir sin ese reloj. Es tan sencillo de leer… Y no me permite pasar por alto ninguna hora. Escribo dos horas desde las seis hasta las ocho de la mañana. Otras dos horas desde las diez hasta las doce. Dos horas desde las dos hasta las cuatro. Y dos horas entre las seis y las ocho de la tarde. Me acuesto entre las nueve y media y las diez y me vuelvo a levantar a las cinco y media de a mañana. Esta rutina me encanta y me gusta que todo esté limpio y ordenado. Por cierto: el reloj no lo llevo puesto en Londres, solo en España.

P: ¿Qué hay de artístico en escribir una novela? ¿Todo lo que se escribe puede estar a la altura de un Picasso, por ejemplo?
R: No; yo no me llamo Shakespeare (risas). Yo hago entretenimiento. Me despierto por la mañana y… Creo que el don especial y sencillo que yo tengo es un talento para entretener.

P: Sarah Ferguson ha dicho recientemente en una entrevista que estaba leyendo su libro. Ella contó en The Telegraph que quería ganarle en la lista de los libros más vendidos. ¿Qué tiene de política entonces un libro?
P: Me encanta la política, por supuesto. Soy parte de la Cámara de los Lores de Inglaterra e intento siempre traer la política a mis libros. Pero también soy muy consciente de que es un grupo muy pequeño de personas el que está fascinado por la política, así que intento hacerlo de manera que sea un tanto circunstancial, nunca la historia central del libro. Aunque en el siguiente a Por encima de mi cadáver, William Warwick será un superintendente jefe a cargo de la protección de la Casa Real. Ahí seguro que habrá más política. En referencia a la Duquesa de York, ella es una vieja amiga. Escribe libros infantiles y yo escribo para adultos, y hace tiempo que me viene diciendo que tiene la intención de adelantarme en la lista de los best sellers (risas).

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