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Cultura

“Grotesco”, “sin criterio”, “sin experiencia”… El sector de los conciertos explota contra el Gobierno

Café Marula, sala Monasterio, Casa Patas, sala Opal, Café de Chinitas, sala Rocksound…Desde hace semanas, los musiqueros abren las redes sociales confirmando que agoniza el circuito de salas de nuestro país. Quizá no les suenen los nombres de estos locales de Madrid, Barcelona y Castellón, pero en recintos así han tocado muchos de los grupos que después reinaron en escenarios grandes de festivales. Quien mejor supo visibilizar este proceso fueron Vetusta Morla, que en 2009 decidieron hacer una gira por los “garitos” madrileños donde se foguearon, como agradecimiento por haber servido de escalera en su ascenso hacia los estadios deportivos. Acusado de innacción y desaparición, el ministro Rodríguez Uribes tiene al sector levantado en armas, hasta el punto de organizar veinte manifestaciones de protesta en ciudades españolas. El lema lo dice todo: Alerta Roja.

Ejemplo práctico: Marcos Ayuken, un joven empresario de Madrid: “Yo tengo una oficina de management y de producción. En el mes de marzo, estábamos cuatro personas trabajando y ahora quedamos dos. También teníamos oficina física y ahora hacemos todo desde casa. El 95% de nuestra facturación viene del directo, así que nos ha afectado de pleno. Estamos en torno a 200 conciertos cancelados pero no te puedo decir la cifra exacta porque dejé de contar en el 140, para que no pesaran tanto las cifras en el ánimo”, explica. “Ha sido muy duro volver a cancelar los conciertos de primavera que pasamos a otoño e invierno”, añade.

" Uribes es una persona de enorme formación, pero muy escasa experiencia en la gestión cultural. Además sorprende su desaparición", comenta Marcos Ayuken

Aparte de empobrecerle, destaca que el alargamiento de la crisis de la covid “ha destruido la estructura de trabajo que hablamos tardado quince años en conseguir. Algo que no suele comentarse es que un buen conductor o técnico no pueden parar seis meses, así que busca otro campo laboral y seguramente ya no regresa a los directos”. Sobre el Gobierno, ha ido cambiando de opinión con el paso del tiempo. “En los primeros meses, fuimos muy respetuosos, pacientes y prudentes con nuestros comentarios, ya que no debe de ser fácil enfrentarte a la mayor pandemia internacional de tiempos recientes. Luego nos sorprendía la desaparición del Ministro Uribes, que es una persona de enorme formación pero muy escasa experiencia en la gestión cultural”, lamenta. “No ha sabido ver que un sector cultural que da trabajo a 700.00 personas se iba a quedar completamente parado y que eso requería un plan”, remata.

"Concierto no es descontrol"

También tiene palabras duras para el Ministerio de Sanidad, por una reciente campaña “lamentable, grotesca e hiriente”, donde se equiparan conciertos y contagios. “Primero, no se han organizado recitales masivos desde la llegada de la pandemia. No tengo nada contra el ocio nocturno, pero la música española no es solo eso. En el sector estamos orgullosos de haber reanudado nuestros conciertos sin incumplir nunca los protocolos de seguridad. Para los artistas ha sido duro viajar en aviones atestados de gente para luego tocar en teatros medio vacíos, todo ello por respetar los dos metros entre espectadores. Estamos cumpliendo estrictamente las normas, mientras que en otros sectores como los toros o las carreras deportivas hemos visto imágenes donde obviamente las normas que no se respetaban, con falta de mascarillas y de distancias de seguridad”, recuerda. “Parece mentira que un gobierno progresista relacione los conciertos con contagios, drogas y descontrol”.

El Ministerio de Cultura presume en sus redes de haber “triplicado las ayudas a la música”, pero Ayuken no parece impresionado. “Para tener contexto, debemos saber que estas ayudas se publican poco después de que en Twitter hubiese llegado a ‘trending topic’ un ‘hashtag’ que pedía la dimisión del ministro Uribes. Diría que ni siquiera son ayudas nuevas, sino una ampliación de las primeras. Obviamente la noticia es real, y vendrá bien el aumento, pero estos fondos del INAEM también son para artes escénicas como el teatro la danza y demás, aunque las anuncien como exclusivas para la música. Y comparadas con las del teatro, lo que recibe el sector musical ha sido bastante modesto. Para que te hagas una idea, unas cuantas salas con las que trabajamos prefieren apoyarse en las subvenciones a la hostelería porque son mucho más sólidas que las de Cultura. En España se valora más servir cervezas que programar y tocar música”, destaca.

Detener el desprecio

Otra voz interesante es la de Tali Carreto, director del festival Monkey Week de Sevilla y promotor clave de conciertos y encuentros profesionales en el sur del país. Carreto hace un hueco en su apretada agenda en el Bogotá Music Market (Bomm) para atender a Vozpópuli. “La movilización me parece imprescindible, no ya para mejorar las medidas, sino porque somos un sector estigmatizado. Sin menospreciar a nadie, nos han metido en ese cajón de sastre del ‘ocio nocturno’, donde realmente no encajamos. Eso engloba demasiadas variables. Los números demuestran que no hay un solo contagio que se pueda atribuir a conciertos. No es una cuestión de medidas o subvenciones, sino de lograr que no nos traten con este desprecio nunca más. Somos el 3,8% del PIB español y aparte de eso aportamos valor para la cultura del país”, subraya. “Para mí la solución es sentarse a dialogar en una mesa transversal con todos: Cultura, Hostelería y Turismo, con el sector de la música en directo en plena igualdad”, propone.

"El fin de semana pasado hubo conciertos flamencos con quince sillas contadas justo al lado de terrazas donde se agolpan el triple de personas", lamenta el ingeniero de sonido Sergio Delgado

Sergio Delgado es uno de los ingenieros de sonido más solicitados de nuestro flamenco. En su extenso currículo, destaca un Grammy Latino por un trabajo con Tomatito, pero también tiene contacto constante con artistas emergentes del género. En sus redes sociales ha anunciado que acudirá a la manifestación de mañana. “El sentimiento general es de desprotección. Se están tomando medidas de seguridad extremas en los teatros, pero luego en la calle no se aplica el mismo rigor. Muchos no entendemos esa arbitrariedad. Por ejemplo, en Madrid, se suspende el festival Tomavistas, que cumplía todas las normas, pero se permiten los conciertos organizados por el Ayuntamiento. Yo este fin de semana estaré trabajando en el templete José Menese, en Puerta del Ángel, dentro de un ciclo municipal. El sábado pasado, en el que también hubo conciertos allí, se pusieron quince sillas contadas, todas con distancia de seguridad, mientras que en una terraza que hay al lado se agolpan el triple de personas. Era como para hacer una foto”, afirma.

¿Dónde diría que está el problema? “Lo peor es que ni Gobierno ni ayuntamientos tienen un criterio estable. Lo he ido viendo en muchos sitios donde he trabajado este verano. El ministerio nos ha dejado desprotegidos en el peor momento, parecen más preocupados por el turismo que por el arte, pero esto es un problema que viene muy de atrás. No creo que haya existido ningún ministro de Cultura en toda la democracia que haya tenido en cuenta la Cultura si no era para autopromocionarse políticamente. Seguramente es algo que se tiene que cambiar desde las escuelas. Yo con el flamenco he girado por todo el mundo y me parece triste ver artistas que ponen en pie teatros que Japón, con aplausos quince minutos, pero que cuando vuelven a Madrid no agotan recintos mucho más pequeños. Vale que allí son la novedad y aquí los tenemos siempre a mano, pero da qué pensar”, concluye.

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