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Cultura

entrevista

"El Gobierno y sus aliados nos quieren privar del patriotismo cultural"

El jesuita Fernando García de Cortázar publica 'Paisajes de la historia de España', donde recuerda nuestra historia en el marco de ciudades emblemáticas

El nombre de Fernando García de Cortázar (Bilbao, 1942), sacerdote jesuita y catedrático de la universidad de Deusto, es habitual en las estanterías de historia de nuetsras librerías. El escritor bilbaíno cuenta con más de setenta títulos publicados, muchos de ellos sobre historia de nuestro país, por ejemplo Los perdedores de la historia de España, Historia de España. De Atapuerca al Estatut, Los mitos de la historia de España, Breve historia de la cultura en España y la Historia de España desde el arte (que recibió el Premio Nacional de Historia en el año 2008). Vozpópuli puedo charlar con él sobre su último lanzamiento, Paisajes de la historia de España (Espasa).

Pregunta: Comienzo preguntando por el capítulo sobre Toledo. ¿Cuánto debe la actual Europa a sus Escuela de Traductores?
Respuesta: Toledo, en los siglos XII y XIII, fue la capital de las traducciones, el cauce de los intercambios entre Oriente y Occidente, a través del cual el pensamiento clásico preservado por los árabes pudo saciar el hambre de saber de las primeras universidades europeas. Ni Dante y su Divina Comedia, ni Tomás de Aquino y la Suma teológica, ni las grandes catedrales góticas existirían sin ese silencioso renacimiento antes del Renacimiento. Tampoco Baruch Spinoza, heredero de la tradición judía, árabe y cristiana que floreció con singular fuerza en Toledo, sin cuya aportación no podrían explicarse los fundamentos del pensamiento europeo. Sin duda alguna la llamada Escuela de Traductores de Toledo es uno de los grandes hitos del progreso cultural de la Humanidad ,del que Alfonso el Sabio supo sacar partido en beneficio del primerizo castellano, convertido en lengua culta, antes que el francés o el inglés ,al haber podido incorporar tempranamente conceptos filosóficos, jurídicos o científicos por el trasvase del árabe.

P: Otro capítulo muy bonito del libro es Sevilla, que hoy muchos consideran una ciudad anclada en el pasado, pero que llegó ser considerada una nueva Roma.

R: Sevilla es la primera puerta a América, de ahí que en el siglo XVI viviera un apabullante esplendor económico y cultural. Sevilla fue entonces una encrucijada de mundos. De Sevilla, por ejemplo, salieron los barcos de Magallanes y a Sevilla llegó Elcano después de dar la primera vuelta al mundo, una epopeya que cambió el mundo de manera más decisiva que todas las guerras y todos los tratados. Porque si Colón conectó dos mundos separados que se desconocían entre sí, Magallanes y Elcano confirmaron el más atrevido pensamiento de su época: que la Tierra podía circunnavegarse.

P: El capítulo sobre La Carolina habla bien a las claras de los problemas que tuvo la Ilustración para arraigar en España. ¿Se puede decir que nuestro país ha tenido este proceso ilustrado o hemos ido tirando sin él?

R: Sí, claro que hubo Ilustración. Tuvo, por supuesto, sus enemigos, pero también en el resto de Europa. Recuerde los problemas de Diderot para sacar adelante la gran Enciclopedia. La curiosidad infinita del ser humano alimenta todo el Siglo de las Luces y España respondió a ese espíritu, por ejemplo, con las expediciones científicas patrocinadas por Fernando VI, Carlos III y Carlos IV, que por su número y amplitud de miras representan, además, una de las mayores aventuras culturales del siglo XVIII. Así lo reconoció el sabio alemán Alexander von Humboldt, para quien nadie en Europa destinó más recursos que los monarcas españoles al progreso de la ciencia. Y además ,aunque pocos españoles lo saben y sus compañeros de Orden tampoco ,una de las cumbres de la Ilustración europea es el jesuita Juan Andrés, uno de los intelectuales más brillante del momento, victima de la expusion decretada contra su Congregacion por Carlos III. Admirado por Goethe y la Europa culta, es el autor de una obra monumental que lo convierte en el padre de la historia comparada de las ciencia y las letras ,como en Hervás y Panduro hay que reconocer al creador de la lingüística moderna.

Uno de los hechos que preparó la catástrofe del 98 fue la negativa de los industriales catalanes al libre comercio de Cuba

P: Relacionado con la pregunta anterior, están las cortes de Cádiz, que fracasan por intentar ir demasiado por delante del pueblo español.

R: Cádiz es la cuna de la España contemporánea. Allí, en plena invasión napoleónica, coinciden los principios revolucionarios basados en la soberanía nacional y los ciudadanos dispuestos a llevarlos a la práctica. Pero, ¡ojo!, Cádiz y la Constitución de 1812 no son, en ningún caso, el primer capítulo de nuestra historia. España ya era una destacada comunidad política de vida e intereses desde hacía siglos, una experiencia colectiva como Francia e Inglaterra. Me dirá que no descubro nada nuevo al decir esto, y es verdad. Pero conviene recordarlo e insistir en ello en un momento en que el Gobierno y sus aliados políticos se proponen suprimir del temario de Historia de España todo los siglos anteriores al XIX. La noticia, que sirve para destacar la oportunidad de la salida Paisajes de la historia de España, resulta estremecedora, espeluznante, porque priva a los españoles de lo que vengo en llamar el patriotismo cultural, una conciencia nacional, fundamentada en el esplendor de un patrimonio secular del que nos podemos sentir orgullosos. Si se pone en marcha semejante despropósito exigiremos que los nacionalismos catalán y vasco, movimientos típicos del XIX ,aparezcan en toda su crudeza como una de las más graves amenazas contra la libertad individual La utopía racial, la limpieza ideológica, la imposición lingüística, la xenofobia militante componen el potaje visceral del nacionalismo y los argumentos con los que aprieta su tenaza contra el individuo.

P: Es muy interesante el capitulo sobre Soria, que usted entrelaza con los desastres del 98. Machado es lo más parecido que tenemos a un poeta nacional ahora mismo, admirado además por las dos Españas, al de izquierda y la de derecha. Me interesa preguntarle por el colonialismo, que en el caso español es curioso, porque igual que dominamos a pueblos militarme inferiores desde el siglo XV también nos inmolamos contra Estados Unidos.

R: Ninguno de los máximos dirigentes de la Restauración ignoraba la evidente superioridad de la potencia norteamericana. Y sin embargo, todos apoyaron la decisión de ir de la guerra ,en medio de una algarabía patriótica de clases dirigentes henchidas de orgullo militar y una población que consideraba Cuba una porción de tierra andaluza. Para todos ellos entregar la isla sin lucha era una bajeza inadmisible ,que no estaban dispuestos a tolerársela al Gobierno. Temeroso de un golpe militar o una revolución popular, Sagasta no pudo elegir otro camino que el de la guerra, previsiblemente breve , a la que envía a sus soldados envueltos en laureles de patria y esperpento.Triunfantes en los campos de batalla de América ,los yanquis se quedan con las islas Filipinas y Puerto Rico y deciden hacerse cargo de la ·” libertad” de Cuba donde su gobierno tenía importantes intereses. Se abría la era del colonialismo de los Estados Unidos La conmemoración del I Centenario del 98 con el gobierno de Aznar dejó de lado todo llanto y naufragio e hizo ver a los ciudadanos cómo la cultura española resplandeció en el mundo con un fulgor que no había tenido en el mundo desde el Siglo de Oro. Aquella era la primera vez que una generación de pensadores tenía una conciencia clara de su función rectora en la vanguardia de la sociedad. La tuvieron ellos pero no así ni el país, ni su rey Alfonso XIII que nunca los frecuentó, confiando su popularidad, no recompensada políticamente a la práctica constante de un sentido madrileño de la ocurrencia graciosa o la frase castiza común a su familia.

P: En este caso, el de Cuba, es especialmente interesante el papel de los industriales catalanes, que propician el desastre pero luego se presentan como víctimas, alimentando un nacionalismo que llega hasta nuestros días. ¿Es el comienzo del actual victimismo?

R: Sí, así es. Los industriales catalanes tenían grandes intereses en las Antillas y su abandono hizo arreciar la marejada de irritación contra Madrid, a cuya testarudez responsabilizaron exclusivamente del fatal desenlace. Una acusación, en efecto, muy injusta, ya que uno de los hechos que preparó la catástrofe del 98 fue la negativa de los industriales catalanes al libre comercio de Cuba, la gran reivindicación de la burguesía isleña. Fue entonces, también, cuando una parte importante de la burguesía catalana confió en el nacionalismo su desahogo contra los gobiernos de la monarquía, el Estado castellano,incompetente y anacrónico que se había dejado arrebatar el mercado colonial, en la práctica monopolio de Barcelona.
Un siglo más tarde, justamente en el centro de una crisis devastadora que exigía el esfuerzo de todos, las verdaderas intenciones del nacionalismo catalán se manifestarían en esa versión de España caótica e ineficaz,explotadora y antidemocrática que las oficinas de propaganda exterior de la Generalitat distribuyen en el mundo en una canallesca deslealtad y juego sucio insuperables. Pero el nacionalismo independentista no hubiera llegado a donde llegó con su golpe de Estado, consumado desde las propias instituciones políticas ,si no hubiera sido acompañado por la fuerza emocional y destructora del populismo y de su capacidad de desertización moral. Las baterías del populismo cargadas de la munición del desparpajo, la procacidad verbal, la algarabía del lenguaje y las farsantes protestas igualitarias han disparado contra todo aquello que podría haber evitado ese proceso doloroso de expropiación de los valores que hicieron de Cataluña una espléndida experiencia de modernidad.

P: En el capítulo de Madrid, se centra el la facultad de filosofía, en su brillantez y en cómo la destruye el conflicto de la guerra civil. ¿Qué piensa de este tiempo en que se menosprecia esta disciplina y se la intenta apartar de los planes de estudios?

R: Tuve la fortuna de subirme al último tren de la gran cultura humanista de la Compañía de Jesús. Pertenezco a los últimos de Filipinas, no nos engañemos. Me formé en una cultura que exigía el conocimiento del latín y el griego y muchísimas lecturas de la gran literatura española y universal . Suelo decir que en este territorio vivo de las rentas y que durante toda mi vida me he podido beneficiar de aquellos estudios. Hoy en los institutos ya no se lee a Baltasar Gracián, que es todo un best-seller en Estados Unidos. De Séneca o de los grandes clásicos de la Antigüedad ni hablamos. Aquí, siguiendo el brutal utilitarismo que se pregunta para qué sirve estudiar historia, filosofía o literatura, se ha producido una quiebra cultural enorme. Es una tragedia y hay que decirlo.

Hoy en los institutos ya no se lee a Baltasar Gracián, que es todo un best-seller en Estados Unidos

P: Esta claro que, en los últimos años, la Historia se ha convertido en un campo de batalla. ¿Cuáles son los bandos actualmente y quién diría que va ganando? ¿Existe una tercera España entre los historiadores?¿Se entera el gran público de lo que está en juego?

R: La historia debe cumplir una misión esencial: iluminar el pasado, sustituir los mitos, leyendas y falsedades por conocimiento verdadero.El problema que tiene España es que hay demasiados intereses creados en torno a potenciar una versión determinada de nuestro pasado. Usted me dice que la historia se ha convertido en un campo de batalla . Y, por desgracia, es verdad. Pero esa batalla obedece a la obsesión del nacionalismo y de la izquierda por reescribir el pasado y manipular el presente a su conveniencia. ¡Pobres españoles! Atrapados sin remedio bajo los sermones patológicos de un Gobierno que no sólo nos cuela una ley de la memoria aberrante (hija de su obsesión patológica con Franco y sus fechorías de hace más de medio siglo), sino que, además, quiere eliminar de la asignatura de historia de España la época de los Reyes Católicos y de los Austrias, ¡el Siglo de Oro! Y sí, quien sale aquí perdiendo, una vez más, es la idea de España, amputada de raíz por quienes debían protegerla.

P: Por último me gustaría que hablase un poco del concepto de patriotismo cultural.

R: Cuando hablo de fomentar el patriotismo cultural estoy hablando de cimentar la adhesión sentimental a la nación mediante la historia y el incalculable tesoro de nuestras expresiones artísticas y literarias, que confirman la existencia de una personalidad más allá de cualquier esfuerzo político por impugnarla, más allá de toda indolencia cívica para preservarla. Mi patria no se reduce a un himno o a una bandera. Es la infancia y la tierra donde vi la luz, donde vivieron mis antepasados y se forjaron mis primeros sueños. Pero también es un puente romano o el esbelto campanario de una iglesia románica, una película que nos cuenta cómo éramos, las piezas para piano de Albéniz o un cuadro de Goya. Y por supuesto, las palabras, los libros, de quienes inyectaron torrentes de genio y de fantasía a una lengua que hablan seiscientos millones de personas en el mundo, roca de cultura, que diría Carlos Fuentes, permanente, continua, en medio de las borrascas que se han llevado a la deriva dinastías, gobiernos y utopías. Y si como dijo el gran poeta Rilke - y no puedo estar más de acuerdo con él- “mi patria es mi infancia” es en esos años , entre la familia y la escuela, en los que hay que crear una conciencia nacional, un sentimiento de patria que irá agrandándose con los años y enriqueciéndose con argumentos y razones a lo largo de la vida. Algo parecido a lo que ocurre en las familias católicas con el cultivo de hábitos de piedad en los niños.

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