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Estopa y su relación con España: problemas para decir "Te quiero"

Los clásicos de Cornellá, que cumplen un cuarto de siglo de carrera, son un buen ejemplo de las disfunciones de muchos españoles respecto al amor a su país

Los hermanos José Manuel (izquierda) y David Muñoz (derecha) en junio de 2008 Wikipedia

Unos meses antes del lanzamiento de Estopía, el nuevo álbum de Estopa, ya quedaban claros los conflictos que intenta abordar este artículo. Me refiero a las neurosis de muchos españoles -sobre todo, progresistas- respecto al amor a la nación donde viven. “Hay gente que tiene sentimiento de pertenencia hacia un país, yo no. Ni Cataluña ni España me ponen la carne de gallina. Me pone la carne de gallina la gente de mi barrio, eso sí. Me siento parte de una comunidad de gente de pueblo. No me pone el pueblo en sí, sino ser parte de él”, explicaba David Muñoz en El Mundo las pasadas Navidades, tirando de equidistancia. ¿Cómo es posible que el grupo que mejor representa a la España real no sea capaz de expresar un claro y sencillo amor a su nación?

En 1999, cuando nadie lo esperaba, publicaron un primer álbum que enamoró al páis entero. Sonaban familiares, como a Extremoduro, Joaquín Sabina y rumba de los setenta, pero también frescos y adictivos. Se comieron las listas de éxitos temazo tras temazo: “Tu calorro”, “Como Camarón”, “La raja de tu falda”, “Me falta el aliento”… Hoy conservan el carisma de entonces, por eso el público les quiere con el mismo nivel de intensidad. Celebran sus bodas de plata con Estopía, un disco que suena bastante como el primero, hasta el punto de que David bromea con que podía haberse titulado Nada nuevo bajo el sol. Solo despunta la novedad de una ranchera, también su primera canción en catalán, un homenaje a El Pescaílla, pero el resto es su estilo que todos conocemos y amamos, esta vez envuelto en una portada que remite a El Jardín de las delicias de El Bosco.

En su última ronda de entrevistas, los hermanos Muñoz vuelven a mostrar sus dificultades para acercarse a algo parecido al patriotismo. “Hemos recibido cariño en todas partes. La Generalitat nos dio la Creu de Sant Jordi, que no sé para qué vale (risas). No sé cuánto tengo que estar contento por ello, pero la gente me llamaba para felicitarme. Ahora nos han dado la Medalla al Mérito en las Bellas Artes y tampoco sé lo que es”, explica David. ¿De dónde se sienten, entonces? “En realidad, la Estopía es Cornellá, lo tiene todo. Están todos los personajes de nuestras canciones, nuestra genética. Nuestra utopía es nuestro barrio, nuestra ciudad. La mítica Cornellá”, responde David. “Pero hay muchas Cornellás. Porque eso nos lo dicen en Vallecas, que pasa lo mismo que contamos nosotros. La gente trabajadora no tiene país”, matiza Jose en La Razón. Barrionalismo como sucedáneo de patriotismo, una forma como otra cualquiera de no meterse en charcos que siempre han sido 'bienquedas'.

Estopa, banda sonora nacional

La realidad es justamente la contraria: solamente los ricos pueden permitirse el lujo de no tener patria, como ha dicho alguna vez Íñigo Errejón, sin atreverse a evocar al autor de la cita. Los trabajadores necesitan cualquier arraigo disponible para construir sus vidas. Arraigo a su barrio, a su familia, su patria, a su religión, a su equipo de fútbol y a sus tradiciones festivas. De sobra lo saben Estopa, que seguramente hayan batido el récord de situar en bares sus estrofas y estribillos. El éxito de su carrera se basa, en gran parte, en algo que explicó la filósofa y activista Simone Weil: el capitalismo puede destruir cualquier cosa en un ser humano, excepto el deseo de arraigo.

Estopa quieren mucho a España, y la representan mejor que cualquier otro grupo pop actual, por mucho que les cueste formular verbalmente algo tan sencillo

Por cierto, que algunos de los mayores ídolos del dúo de Cornellá nunca tuvieron estos problemas. Manolo Escobar cantaba “Que viva España" con máxima euforia, contagiando alegría a nacionales y extranjeros. Camarón de la Isla derramaba emoción en esos fandangos donde se acompaña de Paco de Lucía para cantar “España tiene una bandera/ hecha de sangre y de sol/ España tiene una bandera/ Si a mí me quitan de que la quiera/ Entonces yo no sería español/ Sería de otra nación cualquiera”. Otros himnos clásicos, como “El emigrante” de Juanito Valderrama, usan el recurso de la distancia para expresar un fuerte vínculo con la nación.

¿Qué ha podido suceder en estos cuarenta años para que lo que parecía natural hoy nos resulte problemático? Ocurrieron muchas cosas: el triunfo de las tesis de Mayo del 68, el apogeo del individualismo y la matraca infernal del independentismo de Cataluña y Euskadi, que son -no por casualidad- las dos autonomías con mayor renta per cápita de España. Estos días leer las entrevistas con Estopa modula la sensación de amargura. Por ejemplo, cuando cuentan que podrían haber hecho tres o más estadios grandes en Madrid, pero les parecía mejor idea moverse ellos por las principales capitales del país. O cuando explican que no querían hacer dos macroconciertos seguidos porque disfrutan yéndose cada noche de fiesta a celebrarlo con sus amigos. ¿Habrá algo más español que esto? Estopa quieren mucho a su país, y la representan mejor que cualquier otro grupo pop actual, por mucho que les cueste formular verbalmente algo tan sencillo y natural.

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