Más de un millón de visitantes y diez mil quinientos atletas provenientes de 204 países. Todos reunidos en una misma ciudad, Londres, la sede de los Juegos Olímpicos de 2012. Cada día en la BBC se lee un poema de una de las naciones participantes; en poco menos de un mes se ha diseñado una apretada agenda de conferencias, recitales, festivales poéticos, exposiciones, obras de teatro y conciertos. Ninguna representación artística ha quedado fuera de esta cita.
Ruth Mackenzie, responsable de estas Olimpiadas culturales, habló de recuperar los tres pilares de un encuentro que se celebra -tal y como las conocemos- desde hace más de un siglo: el deporte, el arte y la educación. Apoyados en semejante columnata de músculo, sentimiento y razón, en Vozpópuli hemos hecho un vuelo sobre las estanterías de bibliotecas para buscar aquellos libros que reúnen lo mejor de la literatura y el deporte. Olímpicos o no, los volúmenes que abajo citamos mezclan desde la novela negra hasta la historia de personajes como Emil Zátopek, cuya historia es versionada de manera magistral por el escritor Jean Echenoz.
Convertido en un icono soviético, en "la prueba de que el socialismo podía crear a los mejores deportistas", como apunta Jean Echenoz, su éxito se convierte también su condena. "Correr era lo que le daba sentido a su vida, pero también lo que se la robaba", explicó en una entrevista el autor, quien relata en Correr cómo el régimen socialista, temeroso de que el atleta decidiese "escapar" aprovechando alguna de las muchas invitaciones que recibía de la Europa occidental o de Estados Unidos, limitó sus desplazamientos y tergiversó sus declaraciones. "Fue un rehén del sistema", dijo sobre Zátopek Echenoz.
No es un deporte olímpico y, aun así, su mención es obligada. Escrita por John Fante en 1985, la novela Un año pésimo, que habla sobre béisbol, quedó incompleta. Fante no llegó a terminarla. Ésta es, junto con Llenos de vida y La hermandad de la uva, de las novelas que no pertenecen a la saga del guionista Arturo Bandini y sin embargo resalta sobre la obra del autor ítalo-americano por la fuerza, ira y belleza literaria de su prosa.
Ya en otra dirección, la de la novela negra, está el Suicidio perfecto (Tusquets, 2012), del escritor griego Petros Markaris. En esta ocasión, el mítico comisario Kostas Jaritos observa una noche el suicidio televisado del constructor Favieros, uno de los grandes beneficiados por las obras para la celebración de los Juegos olímpicos en la Atenas de 2004. Ambientada en la Grecia preolímpica que se debate entre en el peso de su patrimonio y su herencia histórica y la modernidad acelerada, Jaritos se pone en marcha para dar con las pistas del caso.