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Cultura

Cuando la corrección política mata al chiste: de Dickens a Pantomima Full

El VII Foro de la cultura de Valladolid estará protagonizado por el humor y participarán personalidades como David Trueba, Joaquín Reyes, Victoria Martín o el dúo 'Pantomima Full'

Cartel del foro de la cultura de Valladolid.
Cartel del foro de la cultura de Valladolid.

En el verano de 2018, circuló un extracto de uno de los monólogos del cómico Rober Bodegas en el que hacía chistes sobre los gitanos que generó una fuerte polémica en redes sociales. En un mes de agosto falto de noticias, la polémica por el chiste se hizo Trendic Topic en Twitter y Bodegas, uno de los integrantes del dúo Pantomima Full, aseguró haber recibido más de 400 amenazas de muerte en solo unas horas. La descontextualización y sensibilidad extrema que caracterizan a muchos perfiles de las redes sociales también empujó a muchos chistes a pasar por un tribunal. En el país en el que minutos después de conocer el atentado contra Carrero Blanco se hacían bromas sobre el programa espacial franquista; 44 años después del magnicidio, la Audiencia Nacional condenó a un año de prisión a una joven tuitera que había hecho 13 chistes sobre el atentado. De forma similar, el cómico David Suárez se tuvo que sentar en el banquillo después de que la Fiscalía pidiera una pena de prisión por el siguiente chiste:  "El otro día me hicieron la mejor mamada de mi vida. El secreto fue que la chica usó muchas babas. Alguna ventaja tenía que tener el síndrome de Down". En ambos casos, el Supremo y la Audiencia Provincial de Madrid, respectivamente, consideraron que dichas bromas no podían ser castigadas con una sanción penal. 

El humor siempre ha representado un ariete de la libertad de expresión por encima de las finas pieles que consideran que su ofensa debería representar un muro en la creatividad ajena. España no es una rara avis y como en la mayoría de procesos sociopolíticos, Estados Unidos ha sido el faro de la nueva ola de corrección política que estalló en la década de 2010. Aquí ninguna trinchera ideológica sale indemne y todas han sacado su artillería pesada contra cualquier expresión artística que consideren enemiga. Desde la pandemia del coronavirus, se han incrementado de forma exponencial los libros prohibidos o retirados de escuelas y bibliotecas públicas de Estados Unidos. Una ola de censura conservadora que se ha cebado contra libros que abordan temas como la diversidad sexual o la raza.

Desde la otra esquina ideológica, los cuentos de Roald Dahl sufrieron el año pasado uno de los mayores atentados perpetrados contra una obra. La editorial Puffin Books, propiedad de Penguin Random House, llevó a cabo una “revisión” de los clásicos de Dahl para asegurar que los libros son aptos "para el disfrute de todos los menores", eliminando referencias consideradas polémicas en torno al peso o la apariencia física de los personajes (erradicando adjetivos como "gordo" o "feo"), a la salud mental, a la violencia, al género y la raza. 

Las historias sufrieron una importante poda, se alteraron términos como "mujer malvada", "mujer loca" "vieja bruja", "niño gordo", "loco"; se suprimieron descripciones caricaturescas incluidas las de brujas u otros seres imaginarios. Y se eliminaron historias que contaban que “en Bagdad cortan cabezas” o que las tortugas que llegan a Inglaterra provienen del norte de África.

Siglo y medio antes, otro de los autores más populares de la historia, el inglés Charles Dickens se anticipó a esta ola puritana advirtiendo de los peligros de alterar clásicos infantiles: “Nuestro estimado defensor de la moral ha decidido que Pulgarcito, Barba Azul, Blancanieves y otros miembros de la misma familia debían convertirse en vehículos propagadores de la Abstinencia Radical, el Libre Mercado, la Educación Popular y la Ley Seca”, criticaba a George Cruikshank, un ilustrador de la época que había comenzado a alterar en sus dibujos los cuentos tradicionales.

“Al señor Cruikshank no le asiste ningún derecho a retocar un texto ajeno”, señalaba Dickens acusando al dibujante de un “atropello inaceptable” con la intención de adoctrinar al público, según refleja uno de los textos recogidos en Pasiones públicas, emociones privadas (Gatopardo) que recopila los escritos periodísticos de Dickens.

Foro de la Cultura de Valladolid

Los casos mencionados son graves, pero aunque pudiera parecer contraintuitivo, posiblemente nos encontremos en el periodo con mayor libertad de expresión de la historia. En las sociedades occidentales nunca antes una persona anónima se ha podido expresar tan libremente y con un altavoz gratuito capaz de llegar a millones de móviles. Lo que muchos parecen no entender es que esa misma libertad sea utilizada por otros para replicarle.

“Yo soy un firme defensor de que todo momento pasado fue peor, yo no defiendo esta idea de que ahora todo se cancela. No creo que ahora haya un problema de censura, lo que ocurre es que ahora todo se amplifica mucho más”, sostiene Óscar Blanco, director del Foro de la Cultura de Valladolid que se celebra entre el 22 y el 25 de febrero.
El Foro de la Cultura se ha asentado como uno de los festivales más interesantes del panorama cultural español, ejemplo de pluralidad con participantes en otras ediciones como Zygmunt Bauman, Rafael Moneo, Antonio López, Manuela Carmena o Juan Manuel de Prada. Con el título ‘Perdonen que me ría’, participarán nombres como David Trueba, Sergio del Molino, Victoria Martín, Michel Wieviorka, Marta Peirano, Joaquín Reyes, Laura Caballero, o Juan Luis Arsuaga entre otros.
“Queremos reflejar como el humor juega un papel en nuestra vida, tantos en momentos muy delicados como en otros más lúdicos”, ha señalado Blanco sobre un cartel que abordará el humor en aspectos como la salud mental, inteligencia artificial o la antropología.

Dialogos en el Teatro Calderón

  • Con Juan Luis Arsuaga y Verónica O'Keane: Homo comicus
    23 febrero / 11:00
    Con Michel Wieviorka y Kathryn Mannix: Tenemos que hablar
    23 febrero / 13:00
    Con Pablo Simón y Pantomima Full: Notas al pie
    23 febrero / 17:00
    Con María Blasco, David Ezpeleta y Rosa Molina: En la sangre
    23 febrero / 19:00
    Con Carlos Areces y Laura Caballero: Detrás de las risas
    24 febrero / 11:00
    Con Sergio del Molino y Carlos Alsina: Acorralados
    24 febrero / 13:00
    Con Santiago Lorenzo, Greta García y Julián Hernández: Reflejos

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  • A
    Ansurez

    Desde la aparición de toda esta chusma,la cultura es residual y clandestina,solo hay estómagos agradecidos y paguiteros,pero está bien la cultura undergraund siempre fue la auténtica

  • U
    Uno cualquiera

    La receta la da Rick Gervais: "haz chistes sobre lo que te dé la gana. Van a criticarte igualmente, así que está en tu mano decidir si te importa una mrda o no. Es un buen método." Por cierto, podrían haber invitado a David Suárez al foro. Me parece que tendría un par de cosas que aportar al respecto.

  • S
    Sin_Perdon

    Vaya un artículo más deslabazado. Empieza hablando de chistes (normalmente de mal gusto, ofensivos y con escasa gracia) para acabar sermoneando sobre la cultura de la cancelación, eso sí, sin nombrarla, que la valentía no parece ser un rasgo del redactor.
    Lo más sorprendente es que encima la tilda de "ola de censura conservadora" lo que no es sino un intento de parar los pies a doctrinas que buscan, por ejemplo, corromper a los niños o discriminar a la raza blanca pintándola como "opresora" y causante de los males que otras razas generan.
    Curioso porque a la contraria, la que tiene mucho más fuerza porque está apoyada por la mayoría de instituciones gubernamentales y mayoritaria en el mundo de la "cultura-basura" que busca nuestro adoctrinamiento, no la llama "ola de censura progre" sino que habla de "la otra esquina ideológica". ¿Algún problema por meterse con el mundo woke?.
    Y sí, tiene razón en que las redes son las causante del desbarajuste actual, antes los idiotas no tenían un altavoz tan potente para expandir sus majaderías y ser apoyados por otros tan idiotas como ellos mismos.