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Cultura

Ir al cine en tiempos de coronavirus es mucho mejor: menos gente y la sala para ti solo

Ir al cine en tiempos de coronavirus es mucho mejor: menos gente y la sala para ti solo

Debemos confesar que no echábamos mucho de menos el cine. Y la idea de ir a uno, ahora que están abriendo, en época pandémica, nos atraía menos mil. ¿Quién, en su sano juicio, se mete en una sala cerrada con gente desconocida cuando aún no hemos pasado la crisis del coronavirus? ¿No es acaso una fuente segura de contagio?

Al final, y tras darle un par de vueltas, pensamos que sería bueno ir a ver una película en la nueva normalidad, para saber cómo era, básicamente. Si era peligroso, si había menos gente, si se mantenían las distancias de seguridad o si, por el contrario, era un pase directo a la covid-19. Nos decidimos por Cinesa, en Xanadú, que acababa de abrir sus puertas.

Hemos ido al cine en la nueva normalidad y así es

Eran las 19:30 de la tarde del jueves cuando cogimos el coche para ir. Seguíamos con un poco de miedo, al contagio, a la gente. Llegamos al centro comercial y nada más entrar nos instaron a ponernos gel desinfectante en las manos. Hay un dispensador en la entrada y un guardia que vigila que lo hagas. Todos, obviamente, con nuestras mascarillas puestas.

Andamos un poco y vimos Cinesa. Había algo de cola. Una azafata se afanaba en decir a los asistentes que respetasen los 2 metros de distancia de seguridad. Bien. 

Una vez superada la espera, accedimos y fuimos a la zona de las palomitas. Es pecado ir al cine y no comer palomitas –no entendemos los cines intelectuales en los que nadie come este maíz explotado–. Y otra vez, marcas en el suelo y distancia de seguridad

Nos fijamos en que la 'palomitera' limpiaba con desinfectante el mostrador antes y después de cada cliente. Cuando nos tocaba, nos dijo que esperásemos unos segundos para pasarle el trapo antivurus. Una vez compradas las palomitas –cajas grandes, como debe ser–, nos acercamos a la sección de bebidas, que es de autoservicio. Una azafata vigilaba que todos respetásemos la distancia de seguridad. En época prepandemia, había cuatro dispensadores de bebidas disponibles. Ahora sólo hay dos, pues el resto están precintados para que los humanos no nos acerquemos de más. Y, una vez más, pasaban un trapo desinfectante tras cada cliente.

Marcas de distancia de seguridad

La sala de cine, medio vacía

Ya en la sala cine, y con nuestros aperitivos obligatorios, nos llamó la atención que estuviera medio vacía. "Faltará gente por llegar", pensamos. Y no: simplemente se había reducido el aforo hasta tal punto que parecía que estabas tú solo viendo la película.

En nuestra fila, entre nuestros asientos y los de otros humanos, había tres (¿o cuatro?) butacas libres. Apenas podíamos ver quiénes eran. 

Todos íbamos con nuestras mascarillas puestas, que obviamente nos quitamos para comer y beber. La ventilación de la sala –que nos preocupaba bastante– era buena, se notaba que corría el aire. Aun así, el miedo al contagio no se nos fue del todo, pero es el mismo miedo que uno siente en una terraza, en el súper, en el curro, en el autobús o en la calle. Y con miedo, en la nueva normalidad, no se puede vivir.

En nuestra fila, entre nuestros asientos y los de otros humanos, había tres (¿o cuatro?) butacas libres. Apenas podíamos ver quiénes eran

Antes de comenzar la peli, Cinesa emitió las medidas de seguridad que habían tomado y estaban tomando. Como lo que te hemos contado y la desinfección de las salas, entre otras cosas. También recomendaban comprar las entradas online, así se evita más el contacto humano.

Ya acabado el filme –vimos La familia que tú eliges, a la menor le gustó, nosotros casi nos dormimos–, salimos ordenadamente de la sala. Nos llamó la atención que ya fuera de la sala apenas hubiera gente, igual que en los lavabos. Preguntamos. "Es que las salas tienen diferentes horarios, para que a la salida y a la entrada no haya multitudes", nos cuenta un amable trabajador. 

Medidas de seguridad en Cinesa

Por qué ir al cine en época pospandemia es mejor que antes

Una vez soltado el rollo –lo hemos hecho para que te hicieras una composición de la situación–, llegamos a la conclusión de que, aun con el riesgo del virus, ir al cine en la nueva normalidad es mucho mejor que antes.

Para empezar, hay menos gente. Es cierto que el proceso de entrada a la sala es más lento, pero merece la pena porque no te encuentras con casi humanos.

Y lo que es mejor: en la sala de cine no tienes a una persona desconocida a tu lado, tocándote el brazo sin querer. No oyes a un humano ajeno respirar, reírse, comentar con su acompañante la película, mirar el móvil. No le hueles y no le escuchas masticar palomitas.

Es, básicamente, como si estuvieras tú solo con tus allegados en el cine. La película para vosotros solos, sin gente molesta a los lados. 

Es como si estuvieras tú solo con tus allegados en el cine. La película para vosotros solos, sin gente molesta a los lados

Por contra, como ya te hemos dicho, es el miedo al virus, pero es que eso siempre va a estar hasta que encontremos una vacuna. Las medidas de seguridad eran eficientes. No se puede hacer más en la nueva normalidad, y hay que seguir viviendo y consumiendo, que falta nos hace. 

Así que, a pesar de nuestra reticencia inicial, volveremos al cine. Tras tantos meses sin ir, además, la experiencia adquiere un halo de romanticismo muy atrayente. Si te animas ya nos contarás qué tal. Y, eso sí, siempre con la mascarilla puesta y respetando la distancia, por ti y por todos. 

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