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Cultura

“Tocábamos en Las Ventas y no llegábamos a fin de mes”: Calamaro recuerda a Los Rodríguez

Fue un momento extraño para el rock español. En 1990, la movida estaba en la lona, agonizando, mientras la marea gafapasta no había aparecido. Contra todo pronóstico, se formó una especie de legión hispanoargentina, un grupo de hombres con un pasado, armados con ritmos crudos, melodías melosas y estribillos ebrios. Hoy suenan en cualquier tasca donde se hable castellano y la parroquia se sigue viniendo arriba. Hablamos, obviamente, de Los Rodríguez, autores de himnos tan importantes como “Sin documentos”, “Dulce condena”, “Mucho mejor”, “Me estás atrapando otra vez” y “Milonga del marinero y el capitán”. Historia de nuestro rock, recordada con el directo En Las Ventas 7 de septiembre de 1993.

Andrés Calamaro aceptó una entrevista con Vozpópuli para hacer memoria. “Caramba, no tengo malos recuerdos. Hubo algunos episodios, como todo el mundo, pero tampoco son malos recuerdos. Fue una época extraordinaria, armar una banda y empezar de cero no es algo frecuente a los treinta años, esas cosas ocurren apenas terminamos el colegio, en la adolescencia. Era lo mejor que podíamos hacer, y lo hicimos con muy poco dinero, sin casi contactos ni influencia. Quizás pensamos que, siendo la saga de los Tequila, las cosas podían cuajar con relativa eficacia. Y cuajaron musicalmente, teníamos la maduración del vino. No éramos solamente un proyecto musical, que va .. Estábamos poniendo la vida, apostando todo. Luego, es verdad, somos una banda castigada por la tragedia. Pero los amigos ausentes nunca son un mal recuerdo, todo lo contrario”, explica. Ya no están entre nosotros Julián Infante (guitarra), Guillermo Martín (guitarra), ni Daniel Zamora (bajista).

¿Cómo recuerdas vuestro primer año?
En 1990 estábamos encontrando nuestro sonido y repertorio, vivíamos en el local de ensayo y recorríamos una serie de bares, garitos o sitios buenos, todas las noches. Al día siguiente volvíamos a ensayar. Yo ignoraba el estado de la escena, aunque conocía perfectamente la sustancia de los años conocidos como los de “la movida”, ya había estado Madrid y Barcelona de los ochentas. Llegamos a “la escena” de los locales de ensayo, vecinos de Gabinete y Los Secretos. El ambiente en Madrid era muy bueno, ensayábamos de día y salíamos de noche a beber gratis, a usurpar instrumentos. Mi primer día en Madrid terminó a las once de la mañana del día siguiente, con Daniel Melingo en el Voltereta.

¿Cómo era entonces la noche madrileña?
Estaba tupida de bares y buenos sitios amigables. Hace treinta años teníamos casi treinta años de edad, éramos ex convictos de la vida. Vivir de noche y ensayar por la tarde. El ambiente era muy bueno y no teníamos un duro, vivíamos en Martínez Campos, un alquiler antiguo de la familia de Ariel Rot, invertimos lo que teníamos en un equipo de voces para ensayar. Sinceramente, no se que sonaba en Los 40 Principales, que parecía ser la medida del pop exitoso. Supongo que 1990 es un instante previo al auge alternativo, donde existían Burning, Radio Futura, La Frontera y también Mecano. En ese marco, Los Rodriguez, éramos aristócratas venidos a menos, nos hacíamos invitar los tragos y no teníamos visión comercial en absoluto … Visitábamos a nuestros amigos aventajados, esperando algún consejo práctico. Una tarde visitamos a Gustavo Montesano en su estudio, nos alentó a pedir un jugoso adelanto de regalías. Era un buen consejo, pero estábamos en otra liga, pasarían varios años hasta ver juntos un millón de pesetas. Luego Madrid no dio todo. Hasta el amor y la muerte.

"Abrazamos los cines Alphaville, los libros de Anagrama, los carajillos, el Real Madrid y todos los símbolos posibles, disfrutábamos eso", recuerda

Otro de vuestros méritos fue abrazar símbolos de la cultura popular española, desde los carajillos hasta la tauromaquia. Además con una naturalidad que muy pocos grupos españoles alcanzan. ¿Ves algún tipo de complejo?
Julián Infante era nacido en Ciudad Real pero un madrileño completo, Guillermo Martín era madrileño ciento por ciento. Germán Vilella es un español peculiar, técnicamente está nacido en territorio estadounidense, pero en Madrid. Luego Ariel, un histórico bilingüe. Abrazamos los cines Alphaville, los libros de Anagrama, los carajillos, el Real Madrid y todos los símbolos posibles. Disfrutábamos de eso, de la España de Juan Carlos y Felipe Gonzalez, la mejor época de la historia en el mejor sitio posible. Tampoco éramos adolescentes, estábamos contrastados, de ingenuos no teníamos un pelo. Ariel es un exilado político, Julián tenía por bandera el cuero negro de la chaqueta, Germán era un anarquista, Guillermo un alegre madridista pinchando rock todas las noches. En 1990 no había nada que reprocharle a la monarquía parlamentaria, o se protestaba con bombas en las Galerías Preciados. Ibamos a los toros, comprando en la reventa mas económica, veíamos en futbol en los bares. Jamás discutimos por asuntos culturales ni ideológicos. Respondíamos a un mandato generacional, sabíamos en que acera estábamos. Éramos némesis de los conservadores, todos lo teníamos claro, empezando por los conservadores.

Pero, ¿crees que existe reticencia a acercarse a cualquier icono de lo español?
Ahora mismo, los símbolos nacionales son una mala palabra. Jamás tuvimos discusiones culturales, no éramos acérrimos aficionados pero veíamos a los toros, como al fútbol, con simpatía. Somos productos del siglo XX, curtidos desde los años setenta, pertenecíamos a una tribu específica, la de los músicos de rock, los rockeros. Convivíamos con una realidad adversa desde adolescentes, nuestra generación fue diferente, de distintos. Los Rodriguez no teníamos nada, no podíamos pagar un alquiler o un dentista, vivir como burgueses era improbable. Ahora parecemos pijos con culpa, tratando de redimirse con soflamas progresistas obvias, consignas que, hace casi cuarenta años, ya saturaban. Todo esto no lo digo por nadie en particular y menos por nosotros. Solamente destaco el “fundamentalismo de la moderación” anticipado por Juan José Millas en los noventa de Clinton, la primera ola moralista de fin de siglo. Ese moralismo ya lo distingue Phillip Roth en La mancha humana. Nosotros, por mandato generacional, siempre pasamos de eso como de pisar un charco. Estábamos en paz con los símbolos tradicionales, los toros, el Real Madrid, el tabaco y la cerveza, los porros. España era un proyecto que incluía a todos los españoles, incluso foráneos o indocumentados. El siglo XX fue un paraíso fiscal.

"Alguien nos dijo que éramos viejos y yonquis, algo de razón tenía. Asomamos al mismo tiempo que Antonio Vega en solitario y Extremoduro. Los viejos yonquis marcamos tendencia", explica

La primera maqueta, si no recuerdo mal, estuvo rodando muchos meses por los despachos. No fue sencillo conseguir que alguien apostara por el grupo.
Alguien nos dijo que éramos “viejos y yonquis”. Algo de razón tenía, no nos ofendimos en lo absoluto. Supongo que el estandar de la época era un pop mas juvenil. Asomamos al mismo tiempo que Antonio Vega -en solitario- y Extremoduro … Los viejos yonquis marcamos tendencia. Fue la visión de Paco Martín, a quien nunca agradecimos lo suficiente. Tampoco nos podemos quejar, nadie nos había prometido nada. Tres años después, del primer día, estábamos tocando en Las Ventas con permiso de Manolo Tena. No hubiéramos llenado la plaza nosotros, éramos toreros de clase media. Lo importantes es cuajar un triunfo, tener buenas sensaciones y dar una buena impresión. Estábamos tocando en Las Ventas pero no llegábamos a fin de mes pagando un alquiler. Eso en Madrid se soporta con cierto estoicismo. Madrid rockera, flamenca, taurina, madridista y madrileña. Como diría Silvio sin Sacramento, “Madrid es España pero España no es Madrid”.

¿Cuándo empiezas a ver que esto va a funcionar?
Esperamos tres años casi exactos antes de poder pagar una cena o un alquiler. Tres años y tres discos en distintas discográficas. Si no fuera por Alfonso Pérez (Dro) y "Sin Documentos" .. Hubiéramos probado suerte en otra parte, probablemente México o Argentina. Un buen amigo, empresario de radio y televisión, me ofreció un sueldo mensual para hablar cinco minutos, por día, en la radio. Llamaba a cobro revertido y hablaba un rato de músico y fútbol …. Eso me permitió hacer equilibrio cuando las vacas flacas. Necesitaba una mano y un buen amigo me dio las dos. Luego estaba Ariel que me había adoptado literalmente, y me blindaba para no patinar con los consumos peligrosos.

Alguien me contó que una de las chispas para el arranque de Los Rodríguez fue escuchar “Chiquilla” de Seguridad Social y tener la sensación de que esa fórmula se podía expandir y llevar a vuestro terreno. ¿Es cierto? ¿Qué otros ingredientes fueron importantes?
“Chiquilla” nos gustó mucho, pero Gabinete Caligari era nuestra banda preferida, o Burning. También Los Chunguitos, Bambino… Luego Keith Richards, que estaba grabando sin los Rollling Stones, con Steve Jordan a la batería, black power. Cuando quisimos reproducir “Chiquilla” nos complicamos con el ‘groove’, buscando el compás. Éramos buenos amigos de Antonio Flores, tratábamos de descifrar el compás de soleá por bulerías, le dimos vueltas a nuestra versión rockera del sonido Caño Roto. Pero nunca nos juntábamos a escuchar música con intenciones de reproducir arreglos parecidos, estábamos todo el día en el local de ensayo, nunca intentamos sonar como otra banda, por vagancia o por constancia.

"La pirámide aspiracional es la peor de las versiones del ascenso de las clases sociales, querer vivir la vida de un señorito, pasar de rockero a nazareno", señala

Por lo menos, tenían claros los referentes.
Respetábamos a nuestros colegas y no teníamos pudor en manifestar nuestra reverente admiración. Los Chichos eran veteranos pero yo estaba recién llegado, encantado de conocer a mis héroes españoles … Tengo autógrafos de Espartaco y de Jesús Quintero. Recuerdo la primera conversación con Jaime Urrutia, en los locales de ensayo Tablada 25 … Pepe Risi me firmó una Fender … Luego nuestro sonido era nuestro sonido, el de los ensayos .. Nunca nos juntamos a escuchar música para copiar nada, escuchábamos mucho pero ensayábamos mas. El más atento al sonido del rock era Guillermo Martín. Pinchaba rock en los bares, tenía distintas bandas de versiones y formé parte de alguna o dos … Neverly Brothers … todas con nombres muy graciosos y muy buen repertorio. Guillermo nos aportaba mucho, fue esencial como músico y como compañero … Grabamos juntos el "Buena Suerte" y tocamos juntos las dos primeras temporadas.

Los Rodríguez se perciben como un grupo muy ligado a Madrid. ¿Qué cambios destacas entre la ciudad de los noventa y la actual?
Madrid es otra ciudad diferente. Si bien, nueve de cada diez madrileños nacieron lejos de Madrid, no era la ciudad cosmopolita que es ahora. Loa barrios aledaños a la Gran Vía eran decadentes pero genuinos, sobrevivían antiguos comercios y bares con solera. Malasaña y Chueca eran otro mundo. La Gran Vía, la calle Atocha, Montera, Callao … eran sórdidas y bonitas, no estaban maquilladas de cultura aspiracional ni franquicias que te sirven el café en vasos de cartón. La pirámide aspiracional es la peor de las versiones del ascenso de las clases sociales, querer vivir la vida de un señorito, pasar de rockero a nazareno. Y expiar el pecado con tres lugares comunes del progresismo, mientras los señoritos son funcionarios del Estado y se extinguen los oficios.

Qué buena descripción
Eramos, fuimos y seremos madrileños. Menos Germán que es gerundense por adopción, siempre quiso serlo … No estaba cómodo en el sur de España. Daniel era nacido en Girona, un gran músico y una dulce persona, con un sentido del humor judío. Sigo pensando que Daniel (Zamora) confirma la genética judía de los catalanes. Con Ariel … lo percibíamos judío, eso es un elogio viniendo de nosotros. Pero fuimos una banda de Madrid, de la calle de Madrid, de los barrios de Madrid, de los bares de Madrid y de la escena de Madrid. Hace treinta años, había que venirse a la capital y hacerlo desde aquí. No existía el fax … Solo algunas bandas, y artistas, podían dibujar un éxito desde las regiones periféricas. Quizás Carlos de Los Rebeldes, en Valencia .. O alguien en Vigo … Lo normal era organizarse en Madrid, inventarse el destino viniendo a esta ciudad. Bendito el día en que vine, hace treinta años clavados.

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