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Boba Fett y los árboles que impiden ver el bosque

El spin-off del cazarrecompensas evidencia que en el universo Star Wars quedan buenas historias por contar, pero no es el caso de las andanzas del hijo de Jango

Cuando en 1983 los cines de todo el mundo dieron la bienvenida a 'El retorno del Jedi', tercera y última entrega de la trilogía original de la Guerra de las Galaxias que había ideado George Lucas, los espectadores (de entonces y ahora) asistimos a la abrupta, e incluso irrisoria, muerte de Boba Fett. Un cazarrecompensas letal que trabajaba al servicio de Jabba el Hutt, señor del crimen y la figura más importante del planeta Tatooine.

Vestido con su traje de beskar, el hijo de Jango Fett había entrado con buen pie en la franquicia tanto en el episodio IV como en el V. De hecho, su puesta en escena en 'El Imperio Contraataca' persiguiendo a Han Solo por cada rincón de la galaxia y posterior captura le insuflaron carisma a espuertas. Cosas del guion, tuvo que ver como en el episodio VI era devorado por el Sarlacc tras un fallo en su mochila propulsora provocado por un maniobra accidental de Solo. Adiós, Boba. Hasta siempre (?).

La resurrección de Boba Fett

Poco o nada supimos de Boba Fett en tres lustros, hasta que en 'El ataque de los clones' (2002) nos contaron su origen. Clon e hijo de Jango Fett, Boba perdió a su padre a manos de Mace Windu en la batalla de Geonosis. Y entonces, como caído del cielo, llegó 'The Mandalorian'.

Un western galáctico creado por Jon Favreau e interpretado por Pedro Pascal que nos acercó como nunca parte del vasto universo que habita en el planeta Mandalore. Una serie que, de momento, cuenta con dos temporadas emitidas más otra en camino. 16 capítulos que han revolucionado por completo el canon y lore de Star Wars otorgándole una identidad bestial.

En su segunda temporada, estrenada a finales de 2020, pudimos volver a ver a Boba Fett, interpretado por el actor Temuera Morrison, quien ya diese vida a Jango Fett en las precuelas. Tras sobrevivir a su encuentro con el Sarlacc, Boba Fett sigue su vida de cazarrecompensas por el mundo, hasta que su destino y el de 'Mando' se cruzan para un final de temporada apoteósico.

Pero no necesitábamos más de él. De verdad. Nos habían dado las dosis de nostalgia justas como para tenerlo en la lista de secundarios geniales que posee la serie. Sin embargo, y cuando nadie lo pedía, anunciaron 'El libro de Boba Fett'. Agarraos, que vienen curvas.

Una serie a trompicones y sin alma

Si algo tiene el universo Star Wars es una capacidad de expansión sin igual. Hemos tenido series, videojuegos y literatura en cantidades industriales, mucho de ello de una calidad sublime. Obviando la última trilogía, la cual es difícil de analizar sin faltar al respeto a alguien, productos como 'Rogue One', 'Rebels', 'Clone Wars', 'Jedi: Fallen Order' y, por supuesto, 'The Mandalorian' han aterrizado entre los fans con entusiasmo.

Todos tienen en común un punto de partida narrativo correcto, el posterior desarrollo y un buen cierre (quizá 'Clone Wars' se alargó en exceso antes de su maravillosa temporada final). Sin embargo, la historia de Boba Fett peca de una falta de interés abrumadora. Tras la caída de Jabba, su mano derecha Bib Fortuna se queda al mando. Boba, con la ayuda de Fennec Shand, derroca al mandamás y se hace con el poder. Hasta ahí, se impone la lógica. Ahora viene lo bueno.

El primer punto negro de la serie es la dirección de Robert Rodriguez en los episodios I y III, que peca de un montaje aburrido y un estilo sin definir. Aspira a ser un western y cae en la autocomplacencia absurda. Steph Green (capítulo II) y Kevin Tancharoen (capítulo IV) tampoco cumplen con nota. Nos muestran durante las primeras cuatro horas de metraje cómo Boba Fett trata de hacerse con el control de un territorio asolado por bandas, sindicatos del crimen y demás fauna.

Es imposible conectar en ningún punto con la historia, pues la sucesión de flashbacks innecesarios, desmayos del protagonistas y planos eternos en el tanque de bacta de Boba roza lo absurdo. El señor se llega a calzar un albornoz tras ser apaleado por un wookiee (Krrsantan el Negro) de tres metros. Que los golpes no te quiten el estilo.

El recorrido histórico del personaje siempre nos ha hecho ver que se trata de un tipo callado, sin aspiraciones de grandilocuencia verbal. En esta serie parece Cicerón en su año de cónsul, no calla ni debajo del agua (en el tanque de bacta sí). Un hecho que el propio Temuera Morrison ha puesto de manifiesto: "Boba Fett habla demasiado en la serie". Qué manía tiene el cine y las series de transformar a todo el mundo en catedráticos de oratoria.

La redención es el otro punto sobre el que se apoya la historia de la serie. Boba, criminal sin escrúpulos y aliado del Imperio (le llegó a decir al propio Vader que Han era suyo, que no lo tocase), en esta serie trata de gobernar de forma justa y honrada. La gente no cambia, y menos con su edad, pero a Favreau le ha dado igual. Toca volverse bueno por decreto.

Filoni y Dallas Howard al rescate de un tedio galáctico

Sabedores de que la historia no daba para los siete capítulos anunciados, los ideólogos de la serie guardaban un as en la manga. Tras cuatro semanas aburriéndonos con las desventuras desérticas de Boba Fett, el quinto y sexto episodio saltaron la banca. Un cambio en la música del cuarto episodio nos anunciaba que 'Mando' se pasaría por la serie a saludar y de paso rescatar a su buen amigo Boba, que iba camino del Razzie.

En efecto, la totalidad del quinto episodio, dirigido de forma maravillosa por Bryce Dallas Howard, nos regaló a Din Djarin en acción. Más lore de Mandalore, mención a Grogu y un sinfín de detalles y guiños que nos volvieron locos. Una fantasía, sí. Pero, ¿y Boba? Ni un segundo en pantalla durante el capítulo. Un hecho bastante llamativo tratádose de una miniserie de siete episodios. Sin embargo, el placer que nos provocó nos hizo obviar algo tan evidente.

Una semana después de ver a 'Mando', el éxtasis final. David Filoni, el mayor genio al servicio de Star Wars desde el creador George Lucas, pintaba en la pequeña pantalla su Capilla Sixtina de acción real. Volvió Luke Skywalker (esta vez con el CGI que merecía), reapareció Ashoka, nos emocionamos con Grogu y gritamos al ver a Cad Bane fuera de la animación.

Una hora de visionado que encandiló a todo el mundo. Pero un capítulo, dentro del arco argumental de Boba Fett, del todo innecesario. Cuando la gente valore en el futuro esta serie, ¿sacará estos dos episodios de sus pensamientos? Sería lo justo, pues poco o nada influyen en lo que han querido contarnos del personaje. De siete partes, en dos de ellas el protagonista no abre la boca.

Si hubiese pasado en 'The Mandalorian' habríamos sacado las antorchas. La inacción es una muestra más de que a nadie le importa Boba Fett lo más mínimo. En redes sociales el fervor fue decayendo semana tras semana cuando la serie no arrancaba. Pero al principio la gente defendía el producto con un entusiasmo casi religioso. Tremendo.

Disfrutemos de la traca final, que amenaza con volver a lo que vimos antes del orgasmo. Con una segunda temporada aún sin confirmar, esperemos que los focos pasen a otro personaje en el futuro. Obi-Wan y Ashoka están por venir, dos personas que sí merecen su propia serie. Lo bueno, y también lo malo de Disney, es que todo vale. Que la fuerza os acompañe.

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