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Cultura

Beatlemanía

Beatles en India: huyendo del mundo material

El paso del grupo por el país asiático no fue un simple viaje, sino una metáfora cultural

2021 es año Beatle. Se acumulan tal confluencia de efemérides y acontecimientos que se diría que los de Liverpool están más vivos que nunca. Y es que se cumplen 60 años de sus primeras grabaciones con Tony Sheridan, previas a la fama ("My bonnie", "Ain’t she sweet" y "Cry for a shadow") medio siglo del "Imagine", de Lennon; otros 50 años del concierto de Bangladesh; y veinte de la muerte de su principal impulsor, George Harrison. Por si todo esto fuera poco, Peter Jackson va a presentar, al fin, su enorme documental de seis horas, The Beatles: Get back, sobre la última etapa de los Fab four, durante la grabación de Let it be, y a finales de mes se estrena en el festival de cine de Valladolid (Seminci) otro documental inédito sobre la estancia de los Beatles en la India. En paralelo, la Casa de la India de la ciudad ha organizado una exposición sobre aquel legendario viaje, en cuya inauguración se presentó esta semana el doble CD que funciona como banda sonora de la película, con sorprendentes versiones del repertorio Beatle a cargo de jóvenes músicos hindúes.

En medio de tantos estímulos hay que elegir y en Vozpópuli hemos decidido apostar por el viaje a la India, no sólo por su incuestionable significación histórica, sino por su condición de acontecimiento metáfora que define una época e identifica algunos problemas que todavía no hemos logrado resolver. La versión oficial de la historia nos presenta el viaje al ashram del gurú Maharishi en Rishikesh como consecuencia de una necesidad personal de los de Liverpool: necesitaban huir de la fama y sus agobios para reencontrase consigo mismos y pasar el luto por la muerte de su mánager y amigo Brian Epstein.

Beatles, India, drogas...

Pero aquel viaje fue, en realidad, mucho más. Muy pronto se convirtió en el acontecimiento-metáfora de la insatisfacción juvenil de los sesenta. Unos jóvenes que disfrutaban los más altos niveles de bienestar conocidos en mucho tiempo, tras décadas de privaciones, descubrían, sin embargo, que los bienes materiales no sacian la sed espiritual que anida en los hombres. El viaje de los Beatles a India puede interpretarse como el más importante (¿quizás el último?) intento de fuga de quienes ya empezaba a ver los barrotes invisibles de la seductora prisión del materialismo. 

Cambiar la consciencia con una sustancia química no es una forma de autorrealizarse”, declaró Harrison

Para muchos de esos jóvenes inquietos, el cristianismo se asociaba con la rutina y veían en la espiritualidad oriental una alternativa. Harrison -el Beatle cuya figura más ha crecido con el paso del tiempo- lo explica así: “Ravi Shankar y su hermano me proporcionaron libros de algunos sabios hindúes. Uno de ellos, Swami Vivekananda, decía: ‘Si hay un Dios, debes verlo, y si hay un alma, debes sentirla. Si no, es mejor no creer’. Aquello me impactó porque intentaron criarme como católico diciéndome lo que debía creer, sin tener ninguna experiencia directa”.

La versión más canónica nos explica que la espiritualidad oriental ofrecía puntos de conexión con otras búsquedas de la época, como la ampliación de la percepción sensorial a través de las drogas. Durante un tiempo, drogas y meditación parecieron a muchos en Occidente vías compatibles y complementarias para alcanzar estados superiores de conciencia. En esto, como en tantas cosas, fue Harrison el que antes desconectó del engaño. “El LSD te permite ver un gran número de posibilidades de las que antes ni tenías noticia, pero no es la respuesta”, aseguró el compositor de "Something". “Obviamente, cambiar la consciencia con una sustancia química no es una forma de autorrealizarse”.

La realidad era que, para los hindúes, no había ninguna conexión entre drogas y meditación. “Dicha conexión era la ilusión que inventaron los jóvenes occidentales en sus periplos por los países asiáticos”, explica Francesc Vicens Vidal en su imprescindible monografía George Harrison. The Inner Light, una vida espiritual. “Dicho de otro modo, la relación entre las drogas y la meditación fue una conexión que se deseaba que existiera”.

En ese proceso de mitificación de la India, al que los Beatles contribuyeron con su viaje -y con todas las explicaciones que ofrecieron a la prensa, tanto antes como después- el país de Tagore aparecía como un refugio de espiritualidad, frente al crudo materialismo del capitalismo occidental. Nuevamente fue Harrison el primero en percatarse de que había muchas capas de realidad en la India y que las simplificaciones no eran una ayuda.

Espirituales, sin pasarse

El guitarrista descubrió, asombrado, en el país asiático el mismo tipo de reacciones entusiastas, e incluso histéricas, en torno a los Beatles, que acababa de dejar atrás. Aquello no casaba con el cliché artificial que asignaba a toda aquella gente la condición de personas serenas, armoniosas e impasibles seres de luz. Por si fuera poco, en su mismo origen el viaje estuvo marcado por la contradicción: los Beatles y el Maharishi viajaron a la India en helicópteros cedidos por el dueño de una compañía aérea, K.S. Khambatta, atento al innegable valor publicitario de la visita.

“Mientras Occidente se construía su fantasía de Oriente, las industrias culturales de la India levantaban su imperio económico en torno al cine y a los espectáculos musicales de masas”, explica Vicens. Y Hunter Davies, el primer biógrafo de los Beatles recuerda que el Gobierno indio estaba entusiasmado con el impacto favorable de la visita de los Beatles y acariciaba la posibilidad de encuentros con los músicos.

Harrison fue el más espiritual de los Beatles, Lennon el que menos llegó a conectar

Harrison fue el Beatle que con más determinación y consciencia intentó huir de la cárcel del materialismo, en busca de una vida espiritual plena. Pero pronto descubrió que no había un oasis en el que refugiarse, o al que acudir, y que debería intentar preservar su mirada contemplativa en medio del mundo. Desafío que afrontaría no sin dificultades, contradicciones y desgarros.

Sus aficiones mundanas, como el automovilismo o las motos -el director de la Seminci, Javier Angulo, que tuvo la ocasión de entrevistarlo en 1987, cuenta que Harrison le reconoció frecuentar el circuito español de Montmeló- o el cine -fue el productor de la irreverente obra maestra de los Monty Python La vida de Brian- o su pasión por las mujeres, le obligaban a enfrentarse cotidianamente a su condición ‘impura’.

El más espiritual de los Beatles fue, sin embargo, fiel en gran medida a esa etiqueta, en cuanto que ninguno como él cultivó ese camino con tanta tenacidad. Y, si hemos de creer a su viuda Olivia Harrison, ninguno llegó tan lejos, tras horas de incansable y, a veces, incluso compulsiva, meditación. En el documental de Martin Scorsese Living in the material world, Olivia asegura que tras consumarse su fallecimiento “no necesitamos luz para grabarlo. Al dejar su cuerpo, iluminó toda la habitación”.

En realidad, Harrison fue el único que se tomó verdaderamente en serio el propósito meditativo originario del viaje a India. Los demás vivieron su presencia en el ashram como unas vacaciones en el campo, más que como un periodo de búsqueda espiritual. Poco después de vivir aquello, Lennon, que había sido el más próximo a las inquietudes de Harrison, decidió encauzar sus inquietudes por la política. En el ashram compuso ‘Revolution 1’, su primera canción de ese signo, que, como otras muchas de las más de cuarenta compuestas en la India, terminó en el doble Álbum Blanco de los Beatles.

Éxitos infinitos

El giro político caracterizaría toda la trayectoria en solitario de Lennon hasta llegar a Double fantasy, su último disco, en el que el ex Beatle descubría, o redescubría, los valores del hogar, el amor y la paternidad. Por esas mismas fechas, poco antes de morir, componía sus primeras canciones de inspiración religiosa –‘Help me to help myself’ y ‘You saved my soul’- que Yoko Ono mantuvo ocultas durante décadas, hasta que en 2014 salieron fugazmente a la luz.  

Los Beatles contribuyeron decisivamente a impulsar entre los jóvenes indios un panorama pop y rock, que hasta entonces era casi inexistente

Harrison, por su parte, quiso apostar por la vía del compromiso social humanitario promoviendo, con Ravi Shankar, el concierto de Bangladesh, el primer concierto solidario de la historia del rock. Una iniciativa que fue un tremendo éxito y un gran fracaso al mismo tiempo. Éxito por su capacidad para movilizar de forma desinteresada a un plantel de artistas que apabulla: Bob Dylan, Eric Clapton, Leon Russell, Ringo Starr, entre otros muchos, además de los promotores y destacados músicos hindúes. Y enorme fracaso porque el altruismo de los artistas no encontró correlato en las compañías discográficas, cuya voracidad redujo y retrasó en gran medida el impacto humanitario que se buscaba. En un momento dado, la demora desesperó tanto a Harrison que entregó un cheque personal a las víctimas de la guerra, para las que se había concebido todo, harto de la situación. Problemas, por cierto, que luego se volverían a surgir en otras iniciativas similares, sembrando dudas sobre el formato de los conciertos benéficos.

En el viaje de los Beatles a la India confluyeron varias historias derivadas y muchos clichés. El principal de ellos nos muestra a los Beatles, y a Occidente, bebiendo en el maná musical hindú, recurriendo a sus instrumentos, sus escalas y sonoridades para renovar la música pop y rock occidental. Es cierto que todo ello ocurrió, y que Ravi Shankar realizó una labor de difusión de la música clásica india en una doble dirección: con Yehudi Menuhin la acercó a los escenarios de la música culta; con George Harrison, a la música popular que consumían los más jóvenes. Pero la influencia musical tuvo un impacto limitado. Con la normalización de lo exótico, las sonoridades orientales siguen discretamente ahí, presentes, como una posibilidad a la que siempre se puede recurrir, pero su protagonismo se ha diluido. La huella no se ha borrado, pero no fue tan profunda.

No obstante, impresiona ver el plantel de músicos occidentales que se sintieron atraídos, en un momento u otro, por esta vía de la espiritualidad y cultura orientales. En Rishikesh se dieron cita, además de los cuatro Beatles, el ‘beach boy’ Mick Lowe, así como Donovan. Y en el Hotel Hilton de Londres donde el Maharishi pronunció una conferencia, podía verse al Rolling Stone Mick Jagger junto a Marianne Faithfull, entre otros. 

'Beatlemanía' en el subcontinente

Se ha hablado mucho menos, sin embargo, de la influencia que los Beatles ejercieron sobre la juventud india y sobre cómo su presencia en el país contribuyó decisivamente a impulsar un panorama pop y rock que entonces era casi inexistente. La exploración de esta ‘cara B’ del viaje es una de las novedades que aporta el documental Beatles and India de Ajoy Bose y Peter Compton, que presentará la Seminci. Como también el disco homónimo presentado estos días y no comercializado aún.

En el festival de cine vallisoletano, al final del maratón ‘Beatles forever’ -donde se proyectarán, además del trabajo de Ajoy Bose y otros documentales una nueva copia de ‘¡Qué noche la de aquel día!’- tres músicos hindúes veteranos (Malavika Manoj, Tejas Menon y Neil Mukherjee) que se cuentan entre los que gestaron su vocación al amparo de la visita de los de Liverpool, ofrecerán un concierto que será el inicio de una gira por España.

Patty Boyd, la primera mujer de Harrison, fue la persona que introdujo a Harrison en los círculos de la meditación trascendental

El disco The Beatles and India es expresivo de esa nueva escena pop rock. Incluye diecinueve versiones a cargo de más de una veintena de intérpretes, fundamentalmente jóvenes, que ofrecen, en general, versiones respetuosas con los originales, en términos melódicos, pero enriquecidas por arreglos, bases rítmicas y sonoridades distintas y renovadoras. El repertorio se basa en aquel que se compuso en Rishikesh, y se añaden otros temas, como ‘Norwegian wood’, publicados antes, pero que reflejan el interés por lo hindú, en este caso por el uso del sitar. El resultado es sorprendente, refrescante e incluso emocionante.

Otro de los hilos del relato nos conduce al personaje de Patty Boyd, la primera mujer de Harrison y musa por antonomasia del rock occidental. A ella están dedicadas "Something", de su primer marido, y "Layla" la obra maestra de Eric Clapton, con quien se uniría tras la ruptura con el Beatle; dos canciones cumbre de la música popular. Pero es, además, “la persona que introdujo a Harrison en los círculos de la meditación trascendental”, según Blanca de la Torre, comisaria de la exposición de la Casa de la India de Valladolid. “Su papel es fundamental en esta historia”.

No menos importante es el español, mallorquín, Joan Mascaró, profesor en Cambridge y figura clave de la difusión de los textos sagrados orientales en el mundo occidental. Muy celebrada fue su traducción, al inglés, de la Bhagavad Gita que le convirtió en el más reputado traductor de los textos sagrados hindúes en el mundo anglosajón. Suya es una antología de textos espirituales Lámparas de fuego (Lamps of fire) cuyo título se inspira en San Juan de la Cruz.

Místicos contra insomnes

Mascaró conoció a Harrison, sintonizaron y ejerció como asesor desinteresado, consciente de que el Beatle podía jugar un papel decisivo para dar a conocer la sabiduría oriental entre el gran público, como así ocurrió. Fruto de ese contacto fue la canción "The inner light", inspirada en unos versos del Tao te King, de Lao Tsé. Ambos intercambiaron una serie de cartas que hoy forman parte del patrimonio cultural del gobierno balear, algunas de las cuales pueden verse también en la exposición de Valladolid.

¿Y cómo era la vida cotidiana de los Beatles en el ashram de Rishikesh? El documental de Ajoy Bose lo contará en detalles y permitirá incluso conocer cómo era aquel espacio legendario que últimamente las autoridades indias pretender restaurar para convertir en un recurso turístico. “Todo era muy sencillo; no había toallas suaves ni otras comodidades”, recuerda Patty Boyd. Pero estaban libres de presiones externas y en medio de la naturaleza, con el Himalaya a la vista y el río Ganges cerca.

Las historia terminó al extenderse el rumor de que el maharishi había abusado de algunas mujeres, denuncia que luego resultó una invención

Ese contacto con la naturaleza marcaría la experiencia de los Beatles y sería uno de los impactos más duraderos de aquel viaje. Tanto Harrison como Paul McCartney la buscaron luego en sus vidas como escenario en el que era posible alcanzar cierta paz interior. Varias canciones compuestas entonces, como "Mother’s nature son" o la nunca publicada "Child of nature", que luego John Lennon reconvertiría, con otra letra, en "Jealous guy", dan fe de ese descubrimiento de los placeres naturales. Pero el paraíso no lo vivirían igual todos. Lennon padecería un terrible insomnio durante su estancia en el ashram, como plasmaría en su canción "I’m so tired": “Era yo en la India. No podía dormir, meditaba durante todo el día y no podía dormir por las noches. Esa es la historia”.  

Una historia que terminó a raíz de que se extendiera el rumor de que el maharishi había abusado de algunas mujeres del ashram. Una denuncia que posteriormente se reveló como una invención, pero que arruinó su reputación. Si tenemos en cuenta, además, que, por lo que se refiere a los Beatles, la experiencia que debía unirlos hizo aflorar sus diferencias creativas, desintegrándose como grupo en poco menos de un año, casi tienta afirmar que la experiencia en Rishikesh terminó como el rosario de la aurora.

Es paradójico recordar que al maharishi, que defendía una vía pragmática de mejoramiento espiritual mediante la meditación, sin renunciar a los bienes materiales -que, a él, por otra parte, tanto le agradaban- fue criticado entonces por falta de pureza. Pero ese camino espiritual es justamente el que ha triunfado en Occidente, como demuestra hoy la expansión del mindfullness, una disciplina distinta de la meditación trascendental que el maharishi abanderaba, pero que defiende, como aquella, el recurso a la meditación como auxilio para una mejor instalación vital en el mundo. Quizás el éxito de estas disciplinas, tanto como la difusión del yoga, sean la mejor prueba de que, después de todo, el viaje de los Beatles a la India sí dejó huella, y que la insatisfacción profunda que lo motivó sigue ahí, entre nosotros.   

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