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Cultura

'Babylon': una orgía sin frenos en el preludio de Hollywood

Margot Robbie y Brad Pitt protagonizan el nuevo filme de Damien Chazelle, una excesiva bacanal sobre la posteridad y la insignificancia

Fotograma de 'Babylon'
Paramount Pictures

Los cines españoles acaban de recibir una de esas películas que no pasan desapercibidas en la cartelera de los cines, porque es una de esas historias que piden a gritos una respuesta visceral por parte del espectador: o la amas o la odias. Damien Chazelle, director de las exitosas La La Land (2016) o Whiplash (2014), es muy consciente de que con Babylon, estrenada este viernes, contribuye a la polarización que domina la sociedad actual, aunque su intención simplemente haya sido mostrar los primeros días de Hollywood de la manera más alocada posible.

Brad Pitt y Margot Robbie encabezan el reparto de esta película de tres horas que, sin embargo, se hace más corta que cualquiera de las aventuras de superhéroes que llegan a los cines periódicamente. Si tuviera que elegirse una palabra para describir la película esa sería "fiesta", y como en todas las grandes fiestas, hay buena música, bebida en cantidad y su correspondiente resaca. También cocaína, mucha cocaína, tanta que por momentos uno piensa que le van a ofrecer, y que va a poder sumarse desde la butaca.

Años 20. En algún lugar desértico de Estados Unidos empieza todo. Una especie de castillo en una colina acoge una gran orgía en la que se reúnen varios protagonistas del espectáculo, productores, prostitutas y aspirantes a estrella de cine o, simplemente, gente deseosa de entrar a formar parte de una industria que destila más glamour del que tiene en realidad. La depravación y la decadencia se dan la mano en una época que está a punto de llegar a su fin para dar comienzo a una nueva, con todas las sensaciones agridulces que puede despertar entre quienes viven entre la época que termina y el emocionante momento que arranca.

Una estrella -Robbie-, que nació estrella y solo busca tener la ocasión para brillar encuentra en esta salvaje bacanal la oportunidad de su vida, que la llevará de su existencia pobre y rodeada de miseria a los ambientes más grandiosos y extravagantes del mundo del cine, en los albores de Hollywood. En esa fiesta conoce a Manuel, un chico de los recados que busca la misma ocasión para adentrarse en el mundo soñado de la pantalla, y que gracias a su rapidez y su pericia consigue también su espacio, desde donde podrá seguir los pasos de su amiga.

Babylon: ¿obra maestra o desastre?

Es una película excesiva sobre los excesos, y eso puede salir bien o mal. "Todos sabíamos que la película iba a agitar algunas plumas y enojar a algunas personas, y creo que eso es bueno", admitió el director en una entrevista concedida al medio británico Insider con motivo de su estreno en Reino Unido. Lo importante, en cualquier caso, es que hablen de uno, sea como sea, y de eso también habla esta película, que además de los excesos maneja cuestiones como la posteridad y la insignificancia. Quizás por eso Babylon tiene más contenido del que parece, por eso mismo no es simplemente una bacanal incontrolada y sin dirección.

El cine, en mayúsculas, es el homenajeado en esta película, y con él se despide a lo grande Chazelle, a pesar de las críticas de las que, aunque no esté pendiente, sabe que traerá su película

Lo cierto es que los ejemplos funcionan mejor con la herramienta de la comparación, resulta más sencillo hacerse una idea. Por duración y por estilo -la exageración, la hipérbole constante y la velocidad sin frenos-, a esta redactora de Vozpópuli se le ocurre que la reciente Amsterdam, más allá de la sinopsis, se encuentra muy cerca en cuanto a concepto. En cambio, mientras que aquella era torpe en su misión, Babylon consigue lo que se propone con un ritmo musical trepidante que no abandona en todo el metraje, ni cansa ni tampoco empalaga. La música es importante en el cine de Chazelle, en eso cualquier está de acuerdo, pero da la sensación de que incluso a pesar de Whiplash, en esta ocasión es más importante que nunca.

En última instancia, y con la muerte del cine mudo y las estrellas que brillaron con él, Babylon habla precisamente de la intrascendencia o, más bien, de la supervivencia de algo mayor y más grande que los actores de moda y las películas que unos pocos recordarán en el futuro, que pasarán a formar parte de filmotecas como objetos de estudio. El cine, en mayúsculas, es el homenajeado en esta película, y con él se despide a lo grande Chazelle, a pesar de las críticas de las que, aunque no esté pendiente, sabe que traerá su película.

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