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Cultura

Alberto Olmos: "Ser sexy es más importante que nunca"

El escritor explora conflictos relacionados con el sexo, la frustración y el poder en el ensayo ‘Tía buena: una investigación filosófica’

Medio siglo después de la revolución sexual, los hombres y las mujeres de Occidente parecen más enfrentados cada año que pasa, sometidos a la escarcha de una guerra cultural que no cesa. Quien quiera un mapa de la batalla puede recurrir a Tía Buena: una investigación filosófica (Círculo de tiza), donde el escritor Alberto Olmos repasa todos los frentes abiertos, apoyándose en su experiencia personal y en pensadoras feministas de distinto pelaje, desde Camille Paglia a Eva Illouz, pasando por Naomi Wolf. El libro tiene un estilo directo y divertido, sin renunciar en ningún momento a la sustancia, por eso resulta ideal para reabrir conversaciones con el bando contrario. Vozpópuli planteó a Olmos estas diez cuestiones sobre su investigación.

Pregunta: Empiezo preguntando por mi frase preferida del libro: “Uno de los grandes negocios de nuestro tiempo es la frustración sexual de los hombres”. ¿Podría poner un ejemplo que ayude a comprender esto?

Respuesta: Podría poner demasiados: Tinder, OnlyFans, Instagram, la prostitución, el porno… Ahí ya tienes como un billón de euros a la semana. Son siempre negocios que funcionan de manera compensatoria, como es obvio, y, por tanto, no resultan nada sanos para el cliente. Entiendo que aprovechan un deseo insatisfecho para crear adicción. En mi libro analizo sobre todo la figura de la chica que, precisamente, decide exhibirse en OnlyFans o en Instagram; también la de la mujer que vive a diario obsesionada con su presencia física. En realidad, no sé si hay algo hoy en día que no pueda venderse poniendo una chica guapa al frente de su promoción, hasta las campañas de fomento de la lectura eligen belleza femenina, ahora que me acuerdo.

P. En su texto abundan recuerdos personales: entre otros ser estudiante en los años noventa y contemplar los carteles gigantes anunciando lencería. “Uno estaba a sus cosas, pensando en un examen o leyendo un libro, y levantaba la vista y se encontraba con una modelo en bragas y en sujetador tan extraordinariamente atractiva que abocaba de inmediato a cierta tristeza”.

R. Como ya tengo una edad, de pronto he sentido la necesidad de ir al otro lado de esos carteles que veía cuando llegué a Madrid. He querido saber más de cómo funciona algo tan superficial y ubicuo. Diría que los hombres, y particularmente los más jóvenes, viven bombardeados por incitaciones sexuales, hagan lo que hagan y miren hacia donde miren. Vamos, no necesitan entrar en páginas porno -aunque finalmente entren, claro-. Jordan Peterson (al que no tengo una estima especial, pero cuyo discurso me interesa) lo expresa con una imagen imponente: cualquier chico de hoy ha visto más mujeres desnudas en quince minutos que el rey más poderoso de la Historia pudo ver en toda su vida. Muchos profesores de instituto están preocupados por este asunto, porque luego, cuando llega el cuerpo real de sus primeras novias, ellos sienten una suerte de extrañeza: sus referentes son falsos, maniqueos, incluso inexistentes. Es un problema o situación que, como es obvio, socialmente no tiene la menor importancia, como casi todos los problemas que afectan a los hombres (el suicidio, sin ir más lejos).

P. El ensayo destaca también la decepción de Esther Tusquets con su entorno social: los hombres más inteligentes y sensibles que conoce (Paco Umbral, Luis García Berlanga…) también ven a las mujeres como objetos y las prefieren “jóvenes y bellas, líricas y sumisas”. ¿No hay escape a la biología?

R. Mi libro lo resume la avispadísima frase de Stendhal que encontramos, de hecho, en una nota al pie en su libro "Del amor". Dice: "La belleza no es otra cosa que una promesa de felicidad". Da igual cuánto leas, cuánto pienses, cuánto crezcas o madures: al final una chica despampanante (o cierto tipo de chica bellísima) te ciega y te parece la pareja ideal, aunque no sepa leer, vote a Vox, vote a Podemos o sea del Barça. De Salman Rushdie a Mick Jagger, pasando por todas las profesiones imaginables, cualquier hombre parece perder la cabeza por una chica veinte años más joven que él (o cuarenta). Son atracciones, siguiendo al bueno de Stendhal, promisorias. Y sí, son también totalmente biológicas y nada puede con ellas.

P. Otra frase del texto: “Me ha sorprendido que los hombres de más éxito con las chicas que he conocido siempre han recurrido a prostitutas”. ¿A qué cree que obedece?

R: Fíjate que ahora mismo los ligones, machos alfa o fuckers lo están pasando mal, pues su agitada vida amorosa siempre puede haber incluido algún episodio del que se arrepienten. Exhumado ahora, quizá acabe con su carrera. Creo que cierto éxito excesivo con las mujeres resulta más peligroso para ellas que el fracaso absoluto. Sobre lo que me preguntas, mi reflexión es que precisamente por su rutina erótica exitosa, algunos hombres no pueden pasar más de veinticinco minutos sin ligar, porque entonces su autoestima se tambalea y, como quien se inyecta metadona, se van con una prostituta. En la serie sobre la muerte de Mario Biondo, vemos que una de las razones por las cuales la familia no se creía la versión de la policía española era justamente que Biondo había ido a un club de alterne la noche en que murió. "¿Cómo va a ir con prostitutas mi hijo, si era muy guapo?", se pregunta la madre.  

P. Ellas tampoco se encuentran en una situación ideal: “Antes usaban a las mujeres para sacar beneficio de sus cuerpos y ahora somos nosotras nuestros propios proxenetas”, explica la rapera Mala Rodríguez. ¿Esto es derrota o empoderamiento?

R. Hay una cita de Marx que vi en Twitter (de hecho, en una página de un libro de Pasolini) que dice algo así como: el capitalismo consigue que la gente convierta en mercancía su dignidad. Yo creo que en eso estamos ahora muy precisamente, como señala Eva Illouz, Nina Power o Byung-Chul Han. Así, puedes pensar que es cojonudo que una mujer gane millones de dólares al año en OnlyFans, una web donde los usuarios se suscriben por una cuota mensual para ver a la chica que les gusta desnuda o practicando sexo (no he entrado nunca, pero supongo que va por ahí la cosa). Y puedes pensarlo porque hace décadas, una Marylin Monroe cobraban un puñado de miles de dólares por hacer una película que le daba a la productora (liderada por hombres) decenas de millones. Pero la sorpresa es ésta: la chica que más gana en OnlyFans es Blac Chyna, que ingresa 20 millones de dólares al mes (¡al mes!). Pues bien, el dueño de OnlyFans es un señor que gana 1,8 millones dólares ¡al día! con todas esas mujeres que se desnudan empoderándose. Tú me dirás.

La mayoría de las chicas guapas a las que he entrevistado sufrieron 'bullying' o acoso durante su etapa escolar

P.  En el libro se habla de una potente paradoja: los principios del feminismo actual casi nunca entran en contradicción con la tendencia a la autoexplotación de las mujeres, que se ha exacerbado con las redes sociales. ¿Cómo es posible que no se dé ese choque?   

R. Te diría que el feminismo no puede con el sexo. No puede convencer a las mujeres jóvenes para que renuncien a su poder de seducción ni al placer de sentirse deseadas. Es una batalla perdida hace décadas. Por eso Chanel, en su momento eurovisivo, resultaba conflictiva: ¿esto es una mujer empoderada o el objeto sexual de toda la vida? Nadie se ponía de acuerdo. Al final vivimos unos tiempos donde ser guapa y sexy es más importante que nunca en toda la historia, y donde el feminismo es más hegemónico que nunca en toda la historia. Alucina.

P. “Cualquier mujer guapa sabe que no existw la solidaridad entre mujeres", le dice una exmodelo.

R. Me impresionó mucho esta afirmación de una de las mujeres a las que pregunté mientras escribía el libro. En realidad escribiendo Tía buena he aprendido muchísimo. Por ejemplo, la mayoría de las chicas guapas que he entrevistado sufrió bullying en el colegio o instituto, y lo sufrió por ser guapa precisamente. "Odio a las gordas", me dijo otra amiga. Las odia porque en el instituto se lió con el chico guapo de dos cursos más arriba e inmediatamente las demás chicas empezaron a pegarla y hostigarla. Yo creo que esto me lo han contado como cuatro o cinco mujeres, siguiendo el mismo patrón: las chicas menos agraciadas le cogen manía a la más guapa en cuanto tiene un gran éxito con los chicos. Quizá guarda relación con la hipergamia y la competencia por los mismos chicos guapos y "alfa".

P. El libro contiene una anécdota reveladora: en el comedor del colegio de sus hijos les sientan niño-niña-niño-niña, pero no para fomentar el diálogo con el sexo opuesto, sino porque saben que así van a estar callados. ¿Qué conclusiones saca de esta imagen?

R. Me dejó de piedra mi hija con eso. Yo pensaba que era puro buen rollo, para que los niños y las niñas se mezclaran, pero la alternancia en el comedor significaba que cada niño es un dique de contención comunicativo para una niña y cada niña un muro de silencio para un niño. No puedo concluir nada sobre esa imagen, salvo lo que me pregunto en mi libro: sin sexo, ?cuántos hombres estarían interesados en charlar con mujeres y cuántas mujeres en conversar con hombres?

P. ¿Ve usted una relación entre la hipersexualización de la vida cotidiana y ese puritanismo woke que parece que vive a la espera del mínimo desliz de un actor, cantante o periodista?

R: Pues yo creo que la pasión censora 'woke', y su manía de meterse en la vida privada de la gente, simplemente no conoce o reconoce la realidad social del sexo y la atracción en nuestros días. Ya el ministerio de Irene Montero era una fábrica de mensajes para mujeres de los años 40, mujeres que casi no existen hoy en día. Lo que hemos aprendido con lo woke y el sexo o con lo woke y la sexualización es que sirve como herramienta para disciplinar, hacer infeliz a la gente y, de forma selectiva y discreta, cargarse a enemigos del bando opuesto. 

P.  Al hilo de algo que cuenta en el último capítulo: ¿por qué todos nos sentimos inseguros de nuestro aspecto físico, pero nadie lo está de su capacidad intelectual?

R. ¿No será porque nadie te va a querer sólo y únicamente por tu capacidad intelectual?

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  • U
    Uno cualquiera

    Vamos, que para sorpresa de nadie (nadie con cerebro, quiero decir), el mayor problema de las mujeres viene siendo otras mujeres, desde el amanecer del mundo. Supongo que decirlo es pecado, claro.

  • P
    PijoListo

    Así es más fácil y desplumar pero yo aseguro que se multiplicaray la compra de mulucas inchables i vaginas adaptables. Al tiempo

  • E
    eddo

    argumentos simples para caer bien no molestar a ultras hembristas como Griso, cuando en problema y el lo sabe esta en las magistradas como Rosell, Poyatos, Llop, Ferres Morales y muchas más que no solo juzgan a hombres, directamente se jactan en sus declaraciones públicas que los juzgan por ser hombres en sus sedes respectivas, amparadas por la legalidad que se las ha otorgado.

    Olmos que lee y conoce lo que dicen y escriben en medios, entrevistas, actos, sobre el y su condición, no se atreve a denunciarlas como hacen ellas desde THEMIS a sus compañeros jueces cuando ellas quieren hacerlo, como han hecho con el juez que juzgo a Juana Rivas o al de la AP de Pamplona