Con esta última cuartilla, el escritor italoamericano John Fante cierra la que podría ser la mejor novela de la saga de seis que dedicó a su alter-ego Arturo Bandini, un guionista proveniente de una familia humilde de origen italiano –como Fante- quien se abre paso en la Norteamérica de entreguerras.
La mayoría de las novelas de Fante están ambientadas en Los Ángeles y California. Son constantes de sus obras la pobreza, la radiografía de temas afines a la comunidad italiana inmigrante en Estados Unidos: el catolicismo en relación a la comunidad italoamericana, la familia, la soledad. Su libro más conocido es Pregúntale al polvo (1939), una novela, como casi todas, semiautobigráfica. Es poco lo que se sabía de Fante hasta que Charle Bukowski lo desempolvó como uno de sus principales autores de cabecera.
¿Un buen lugar para leerlo? El ambiente de algunas de sus páginas no tiene desperdicio, sin embargo, no hay porqué reproducir la pobreza de las pensiones de California para leerlo. Un bar para estar tranquilo y leer con gusto a Fante es El Gato verde (c/Torrecilla del leal, 15) , un local dividido en dos plantas: la de abajo con su barra de acero, una pequeña mesa y un hermoso piano; y la de arriba, con cómodas butacas donde sentarse disfrutar de la lectura.
¿Una recomendación acerca de dónde leerlo? Un autor como Bernhard requiere de un lugar amable, o al menos estimulante. Para eso, nada mejor que los bancos de a terraza de El Rincón, uno de los bares más agradables de la ciudad cuando cae el sol, ubicado en el número 26 de la Calle Espíritu Santo, en Malasaña. Los vermuts son su especialidad.
Socorrismo es la historia entre Augusto y Augusta. Él, de Valencia, España. Ella, de Valencia, estado Carabobo, Venezuela. Él es un ingeniero. Ella, nunca queda del todo claro, es nadadora, bailadora de flamenco o prostituta, a fin de cuentas, una mujer imponente a la que apetece imaginar contada por Augusto, el babeante euro encantado por aquella María Lionza sin danta que es la venezolana. Que el calor sea necesario y los lugares remotos. Que esta pareja sea absurda, como su fin, es una trastada para la que Chinarro no nos prepara ni nos anestesia y he allí, quizás, lo mejor de Socorrismo: que nadie acuda en tu ayuda cuando llegue la última página.
¿Dónde leer la historia de un Socorrista? Lo idea sería en una piscina, pero ni hoy alberca o mar que se le parezca, toca improvisar o hacerse a la idea. En el Parque El Retiro, justo frente al Palacio de Cristal, una brevísima cuesta junto al estanque esconde un pasadizo. Ahí hay un pequeñísimo salto de agua que los viandantes ignoran –están muy entretenidos fotografiando patos- y que hace las veces de cascada y cortina de agua. Es un lugar magnífico para leer en los días de calor.
De momento, siempre está bien releer Ya sólo habla de amor, uno de los libors más maduros de un Loriga que envejece, y lo hace bien. En sus páginas, Loriga cuenta la historia de Sebastián, un hombre de mediana edad, divorciado; un romántico a la centroeuropea, un melancólico aficionado a la costumbre de morirse de amor.
Sus pasos –la pérdida de su mujer- lo han llevado al centro una pista de baile en la recepción de una embajada, en la no puede mover ni un pie. Permanece en la orilla, sin moverse. Sebastián no baila, no sabe cómo y sin embargo algo le empuja a acercarse a una mujer a cuya persecución se entrega con esmero, una tierna parodia que Loriga narra con la ternura de quien a veces prefiere la parodia al respeto.
¿Dónde leer a Loriga? No es un lugar para leer, pero sí para empezar una lectura. Se trata de la terraza del Hotel de las Letras (c/Gran Vía, 11) Madrid, un lugar adónde ir si el tiempo acompaña y que a veces puede resultar un tanto falso de identidad cuando lo que busca es cobijo. Sin embargo, sus vistas acompañan lo suficiente como para disfrutar de unas cincuenta páginas en compañía de una caña o un café.
Papeles inesperados, Julio Cortázar. Se publicó hace más de dos, pero siendo éste al año en que se cumplen los 50 de la publicación de Rayuela, vale la pena dar una hojeada nuevamente a este volumen con inéditos del argentino Julio Cortázar (1914-1984). El ejemplar surgió desde el fondo de una vieja cómoda. Ofrece desde un capítulo suprimido de Rayuela hasta versiones de Un tal Lucas, nuevas historias de Cronopios y Famas y cuentos que creíamos únicos.En Papeles inesperados aparece el cuentista fantástico, el poeta íntimo, el panfletario comprometido, el irónico y altísimo dueño de sí mismo, pero también existe otro, más íntimo, menos déspota, más humano. En sus páginas vive aún el maestro que fue y ha sido, a pesar de algunos tropiezos ideológicos que, para ese momento, él continuaba vistiendo como irónica y provocadora prenda intelectual.
"Ofrece desde un capítulo suprimido de Rayuela hasta versiones de Un tal Lucas".
Está dividido en tres grandes apartados: poemas, prosas y autorretratos. Cada columna del libro se subdivide cual escandaloso fractal que invita a la relectura de los originales de Octaedro, Rayuela, El libro de Manuel o 62/Modelo para armar. Los textos, hasta ahora ignorados en una cómoda de cinco cajones, vieron luz en diciembre de 2006, cuando Aurora Bernárdez, albacea y heredera universal de la obra de Cortázar, y el crítico Carles Álvarez Garriga, dieron con aquel celoso mueble y su maravilloso contenido.
El libro aborda varios géneros, otras versiones de relatos publicados, fragmentos inéditos de Historias de Cronopios, un capítulo extraído de El Libro de Manuel, así como otro capítulo, esta vez uno que el propio Cortázar decidió suprimir de Rayuela. Se suman también discursos, prólogos, artículos sobre arte y literatura pero también estampas de personalidades, diarios de viaje y textos cuya extraña fisonomía los convierte en escritura inclasificable.
¿Dónde leerlo? Es una librería pequeña pero con el encanto de los grandes lugares. La Fugitiva, C/ Santa Isabel, 7. Es un lugar donde se puede, por igual tomar un café y escoger un libro para leerlo en sus mesas, dispuestas entre las vigas y sus hermosas cristaleras.
Dos más, por esto de ser arbitrarios...
Vienen al lector páginas de una Barcelona donde todos viven del miedo y esperan la delación para salvar el propio pellejo. La posguerra, la supervivencia y la pudrición, todo junto como un puñetazo. Porque esta historia es derribo; porque todos han caído: en la locura, la muerte o la infamia de saberse un cobarde. Mientras el celador recuerda sus días de infancia frente a una bandeja con cadáveres, Marsé se las arregla para narrar la historia de una ciudad y un país ponzoñoso. En sus calles coinciden dos cauces de una misma corriente: una banda de pistoleros, en un comienzo muy entusiastas, que olvidan la razón de su lucha, la resistencia ciudadana contra Franco, para convertirse en matones y atracadores ; a ellos se suma, como historia paralela, un enjambre de niños kabileños, criados entre la miseria y el miedo, que se reúnen a contar aventis, sus propias versiones de los rumores y secretos que circulan por el barrio, alrededor de las cuales trazan sus propios círculos de poder. Entre ambos grupos se anega una historia sucia de España. Todo un breviario de delaciones, fusilados, desaparecidos y demás criaturas derrotadas.
Un personaje gira a su alrededor: Aurora Nin, una joven que pasó de criada a coordinadora de un convento arrasado durante la República, después a triste y flaca puta para soldados. Java , el líder de los niños kabileños , la busca por todos los rincones con el fin de extorsionar a la viuda de un militar que le ha pedido la encuentre. Tras la pista de Aurora, Java –y el lector- remueven las entrañas de una ciudad donde putas, militares y asesinos se confunden en un largo pasillo. Será allí, en ese pasaje de mierda y miedo, donde Java aprenderá las tretas de una sociedad donde la propia supervivencia se asegura en la capacidad de trepar por encima de los otros, vivan o no. Y es él, Java, el niño kabileño, quien, convertido en ahogado y pudiente comerciante, vuelve de la muerte.
¿Marsé, en Madrid? Es difícil, pero siempre se puede probar con La Buena Vida, en Ópera, una librería café de dos pisos que estira su horario para ofrecer además de una buena selección bibliográfica, exposiciones, presentaciones, conciertos y un café como mandan los cánones. Un rincón tranquilo y moderno que multiplica las prestaciones de las librerías habituales.
¿Dónde leer a Andrea Camilleri? Ubicado en el número seis de la calle el Nuncio, destaca por sus cervezas bien tiradas, su carta de tartas y sus buenos tés. Tradicionalmente era uno de los sitios favoritos de actores y gente de teatro para quedadas en la zona. Lo mejor, su terraza.