Cultura

Shakira en la Super Bowl: triunfo español sin España

Fueron catorce minutos sin respiro. Shakira y Jennifer López, dos divas globales, repasando sus carreras con invitados estrella y múltiples guiños al poder cultural hispano. El fútbol americano no es un deporte con seguimiento global, así que el momento con más repercusión mediática de la final es el intermedio pop. Millones de personas recuerdan las actuaciones de Michael Jackson (1993), Prince (2007) o Beyoncé (2013) sin tener ni idea del equipo vencedor de aquellos años. El impacto cultural de lo ocurrido en la madrugada del lunes fue enorme, casi un certificado de que la música pop cantada en castellano le ha comido la hegemonía comercial a la anglosajona.

Para un hablante de nuestro idioma, o un seguidor de la música latina, la actuación fue una alegría constante, con citas a una docena de himnos que marcan nuestra memoria musical. Aprovechando a fondo el formato “medley”, hubo fragmentos o destellos de “Hips Don’t Lie” (Shakira), “Callaíta” (Bad Bunny), “Jenny From The Block” (Jennifer López), “Mi gente” (J. Balvin), “Lambada” (Kalima) y el “Waka Waka” del Mundial de 2010. Especialmente brillante fue una ralentización de “Let’s Get Loud” de J-Lo mezclada con el estribillo de “Born In The USA” (Bruce Springsteen), en clara referencia a que la comunidad latina es tan estadounidense como cualquier anglosajón protestante cuya familia se remonte a la llegada del Mayflower. ¿Se echó algo de menos? Puede resultar extraño que en esta apoteosis del pop en español no quepa ninguna referencia a España (más sabiendo que Shakira vive en nuestro país).

Quizá alguien debería proponer a Daddy Yankee para un Princesa de Asturias de poesía, igual que Bob Dylan recibió un Nobel

Una aclaración para evitar malentendidos: no se trata de que cualquier artista latino, por el mero hecho de cantar en castellano, esté obligado a hacer referencias explícitas a España. Al revés: si no hubo ninguna alusión es porque desde aquí se ha menospreciado siempre la creatividad y la importancia de la música popular de los barrios de Hispanoamérica. Miramos al reguetón por encima del hombro, la "Lambada" nos parece un himno de chiringuito y muy pocos sabrían explicar qué es la champeta, que sonó de manera radiante en el minuto trece del espectáculo, permitiendo lucirse al cuerpo de baile. La champeta es un ritmo característico de los esclavos de Cartagena de Indias, que sobrevive con tremenda fuerza en nuestros días. Los motivos de nuestra desconexión con estos ritmos son antiguas y diversas: desde la vergüenza de los españoles a la hora de bailar hasta la odiosa noción de que todo ritmo alegre cantando en nuestro idioma es pachanga. La izquierda española también suele descalificar a cualquier éxito pop grabado en Miami como un producto alienante orquestado por la CIA y el exilio cubano.

Paletismo anglófilo

La noche anterior al partido, un promotor musical me contaba sus dificultades para colocar en los festivales españoles a Los Reyes de la Champeta, un grupo de veteranos del género que no parecen interesar a ningún festival español, a pesar de ser un sonido perfecto para el verano. “Es una cuestión de ignorancia y de racismo. Pensamos que la gente con piel oscura hace una música que no merece ser analizada, por eso no nos molestamos en investigar su historia. También hay un factor paleto:no nos interesa Buena Vista Social Club hasta que lo vende un estadounidense como Ry Cooder. Durante décadas, los programadores españoles se han guiado exclusivamente por los prescriptores anglosajones de la llamada ‘world music’, en vez de molestarnos en estudiar la historia de la cultura en nuestro idioma. Luego ibas a cualquier Tower Records y en la sección ‘world music’ encontrabas los discos de Totó la Momposina junto a los de Julio Iglesias, dos artistas que no tienen absolutamente nada que ver”, denuncia.

El sector más moderno del mercado pop español tampoco estuvo atento al cambio de hegemonía el pop global. Festivales como el Sónar y Primavera Sound comenzaron a ponerse al día el año pasado. En Radio 3 persiste una amuermada filia anglosajona, cerrando el paso a la mayoría de artistas del pujante pop latino actual. Es como si Donald Trump hubiera construido un muro cultural invisible alrededor de Prado del Rey. El final ideal para el espectáculo de Miami hubiera sido algo parecido al vídeoclip de “La Gozadera” (Gente de Zona), con bailarines agitando las banderas de Puerto Rico, Colombia, Cuba, México y España, por ejemplo. Las buena noticia es que estamos a tiempo de reconstruir puentes culturales y reconocer lo obvio: el reguetón, la cumbia, el merengue, la bachata y tantos otros géneros han hecho más a nivel global por nuestro idioma que el Instituto Cervantes. Quizá alguien debería proponer a Daddy Yankee para un Princesa de Asturias de poesía, igual que Bob Dylan recibió un Nobel.

España también es negra

Una reflexión final: Santiago Auserón, cabeza pensante de Radio Futura y Juan Perro, es uno de los músicos españoles que más y mejor atención ha prestado a los ritmos populares afrolatinos. Su excelente ensayo El ritmo perdido (2012) busca las conexiones entre la música española y afroamericana desde el Siglo de Oro. En una entrevista reciente, para promocionar el libro Semilla del son (2019), hacía este valioso comentario: “Se sabe que hay andaluces negros al menos desde los fenicios, que circunnavegaron África en el siglo VII antes de Cristo. Y segurísimo desde el siglo VIII después de Cristo: los príncipes andalusíes compraban esclavos negros en el Magreb a caravaneros judíos. Igual, los cristianos capturaban o compraban negros como esclavos y mascotas”, recuerda. España también tiene parte significativa de sangre negra, que se multiplicó con la conquista de América.

Es hora de recuperar lazos culturales y vivir como algo nuestro el impacto global del reguetón y otras músicas cantadas en español

¿Qué nos une en el plano musical con África y América Latina? “Es la síncopa, el compás de doce corcheas, la sintonía africana... ¡Es la matriz universal! Está en la habanera, el son, la samba, el pasodoble, el tango flamenco, el danzón, el tango rioplatense, la ‘second line’ de Nueva Or­leans, la rumba, el reggae, el reguetón…También en la rumba catalana. El gitano Peret me confesó que tomó sones del trovero cubano Ñico Saquito y el son cubano es un legado de la negritud”, continúa Auserón. En cuestión de canciones, España, África y América Latina están más cerca que Santander de la ciudad británica de Plymouth. Es hora de recuperar esos lazos culturales y vivir como algo nuestro el impacto en todo el planeta del reguetón y otras músicas populares cantadas en español.