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Cultura

Cinco cosas que hay de saber antes de ver 'Alicia a través del espejo'

Un detalle del póster promocional de Alicia a través del Espejo.

En nombre de Lewis Carroll, Walt Disney ha perpetrado las peores mutilaciones y adaptaciones del genio inglés, la más reciente de ellas llega a las pantallas de cine este viernes con el título Alicia a través del espejo, en esta oportunidad dirigida por James Bobin en lugar de Tim Burton, quien pinchó en su descafeinada versión del clásico literario estrenada en 2010. Producida también por Walt Disney Pictures, la cinta de Burton se valía tanto de Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas y A través del espejo y lo que Alicia encontró allí. Hizo con ellas una versión que dejó insatisfecho a los cultores de su estética gótica, a los lectores de Carroll y puede también que a los productores de Disney, acaso porque aquello ni era Burton ni rendía honores a la estética corporativa con la que han uniformado la infancia de miles de niños. Mucho antes que estas, la primera adaptación que realizó Walt Disney se estrenó en 1951. Esa se considera todavía como la versión icónica, la antesala a una lectura a la que muchos llegaron al poco tiempo de verla.

De cara al estreno de una película que ya acumula algunas críticas negativas, conviene una guía modesta y básica para entender qué separa -en la obra de Carroll- una entrega de otra; cuánto de leyenda y certeza hay en el personaje que inspira el clásico, Alice Lideell; las imprecisiones y grandes claros biográficos de Lewis Carroll que arrojan la hipótesis de pederastia; la fuerte presencia de la crítica y sátira a la sociedad victoriana... Aquí, cinco datos básicos para tener presente.

No es (sólo) una historia infantil. Lo primero que habría que tener en cuenta con el clásico de Carroll es el hecho de que dista mucho de ser una historia infantil y juvenil que parece. Es algo más que eso: un vertedero enloquecido, un mundo de relato fragmentado. En otras palabras, un clásico. El verdadero enganche radica en el uso de la fantasía, un elemento que llegó a fascinar a la reina Victoria, quien -como si se tratara de una entrega de Harry Potter- esperaba como loca una nueva entrega. Charles Lutwidge Dodgson, quien escribió con el pseudónimo de Lewis Carroll, fue lógico, matemático, fotógrafo y escritor. La relación de Dodgson con una niña de 10 años fue la inspiración de la Alicia de la ficción. Alice Liddell era una de las tres hijas del decano del Christ Church College de la Universidad de Oxford, a quienes el escritor solía entretener con sus historias sobre el inquieto conejo blanco, el Gato de Cheshire o el Sombrerero Loco. Hay un episodio más que documentado al respecto. Lo más parecido a una versión inicial tiene su origen en 1862, durante un paseo por el Támesis en el que Carroll narró a las pequeñas una selección de historias fantásticas que llamó Las aventuras subterráneas de Alicia. Tal y como señala el británico en su diario, ahí comenzó el primer borrador del manuscrito de Las aventuras de Alicia en el País de las maravillas en 1863. La versión definitiva se publicó en 1865. Seis años después llegaríaA través del espejo y lo que Alicia encontró allí (1871) y, en 1890, Alicia para los pequeños. Las tres con ilustraciones hechas por el propio Carroll.

Argumento base. Las aventuras de Alicia en el País de las maravillas comienza con la escena de Alicia sentada junto a su hermana, a la orilla del río. Un conejo blanco que va hablando solo entra pasa a toda velocidad y entra en su madriguera. Sorprendida, Alicia decide seguirlo, pero en su persecución cae por un profundo agujero que la llevará hasta un mundo fantástico narrado episódicamente en doce capítulos: el primero, El descenso a la madriguera, donde se pone en marcha la caída y llegada de Alicia de un mundo a otro. A ese siguen El mar de lagrimas, Una carrera en comité y un cuento largo; La habitación del conejo blanco; El consejo de la oruga; Cerdo y pimienta –donde aparece el gato de Cheschire-; Una merienda de locos, estructurada en función de un sistema de paradojas; El croquet de la reina, en el que una orden de la Reina de Corazones de decapitar a los jardineros que intentan engañara al pintar unas rosas blancas por rojas precipita en un torneo delirante –con erizos, mazos y flamingos- y en el que la propia reina pedirá la cabeza de Alicia. Así hasta llegar al Capítulo XII, que reúne a distintos personajes en un desacebllado, agobiante y onírico  juicio. El País de las Maravillas es una realidad fragmentada donde las palabras conducen a cualquier lado. En ese juego deformado, Alicia experimenta una metamorfosis física y personal a partir de su encuentro con los personajes que se cruzan: desde un conejo con reloj, el gato casi invisible de Cheshire –deslumbrante por su invisibilidad-, el Sombrerero loco, las ratas en el té...

A través del espejo. Escrito seis años después de Alicia en el País de las Maravillas, el libro vuelve a estar protagonizado por la misma chicaSe trata de A través del espejo y lo que Alicia encontró al otro lado –relato planteado como una partida de ajedrez en la que Alicia, de peón, se convierte en reina–, lleva hasta sus últimas posibilidades los juegos de palabras, las parodias cultas y los recursos literarios que Lewis Carroll ya había anticipado en la primera entrega. Velada en ocasiones por la mayor popularidad de su antecesora, A través del espejo cuenta entre sus personajes con algunos de los más citados y conocidos de este peculiar universo, como Tararí y Tarará (Tweedledee y Tweedledum) o el oviforme Zanco Panco (Humpty Dumpty). El volumen contiene el mítico poema trabalenguas del Jabberwocky, que en español se ha llamado, según la traducción, Fablistanón, Galimatazo, Guirigayero o Jerigóndor.

Sobre el affaire Alice Liddell y la infancia en la época victoriana. Dogson, un hombre tímido y tartamudo que utilizaba el sobrenombre de Lewis Carroll como pagoda llenó Alicia en el país de las maravillas con alusiones satíricas a una sociedad victoriana que le resultaba opresiva y que se expresa en determinadas estampas. Por ejemplo, el alegato contra los poderosos; el lenguaje impositivo y racional con el que el Gato de Cheschire o la Oruga intentan reconducir a Alicia; el tiempo como ritmo angustioso, inasible. Sin embargo, quedan muchos puntos oscuros. Incluso transcurridos 150 años de la publicación de Alicia en el país de las maravillas, Carroll sigue siendo objeto de debate entre quienes atribuyen la fijación por Alice a su condición de pedófilo; otros en cambio, se decantan por la obsesión literaria como camino para permanecer en la infancia eterna. Es poco lo que se sabe a ciencia cierta. Entre otras cosas, porque desaparecieron cuatro de los trece volúmenes de sus diarios.

El siglo XX, del psicoanálisis a Walt Disney. El largometraje animado producido por Walt Disney en la década del cincuenta estaba basado en Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo. El realizador y productor norteamericano pergeñada el proyecto desde 1923, e incluso la tenía planificada para antes de Blanca nieves y los siete enanitos. La crisis económica, el periodo de entreguerras y la sucesión de una serie de factores retrasaron el estreno a la década de los años cincuenta. La crítica cinematográfica la tachó de americanizante. Es una de las expresiones mejor lograda. Acaso por eso se erige como clásico. A lo largo del siglo, Carroll siguió respirando sobre la nuca de muchos. La fascinación que ejerció en otros escritores, artistas, cineastas, realizadores y músicos ha convertido el libro en una obra transversal, que encontró en el siglo XX una veta para el psicoanálisis, pero también muchas otras proposiciones lingüísticas y semióticas. De Carroll llegaron a beber desde Nabokov, Dalí o Alejandra Pizarnik y hasta David Bowie

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