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Oscars 2022

Ariana deBose, el Oscar más cantado de la historia del cine

La actriz no sólo se alzará esta noche con la estatuilla, sino que se convertirá en un símbolo de lo que son la política y cultura occidentales en el 2022

Fotograma de la película West Side Story, de Steven Spielberg

No creo en oráculos ni profecías. Ahora bien, si me viera obligada a apostar todo lo que tengo, lo haría a favor de Ariana DeBose como ganadora del Óscar a la mejor actriz secundaria 2022 por su papel de Anita en la adaptación de Spielberg de West Side Story. DeBose cuenta con todos los factores que suelen entrar en juego en esta clase de galardones, desde los estrictamente artísticos y cinematográficos hasta los sociales, culturales y políticos, nos guste o no esto último.

El elenco de actores de esta nueva versión del musical enfrentó una doble dificultad. La primera, la siempre compleja tarea de actuar, cantar y bailar. Las películas musicales son al cine lo que los triatlones al deporte. El segundo reto, el más arduo, radicaba en tener que reinterpretar unos personajes que ya forman parte de la historia del cine, y no precisamente de una película cualquiera: West Side Story es el musical más galardonado de los premios Oscar, con diez estatuillas. Una de ellas fue concedida a Rita Moreno por el papel de Anita, el mismo que encarna Ariana DeBose, con la presión añadida para esta última de que Moreno volvió a participar como actriz en este remake.

A pesar de todo lo mencionado, DeBose borda su papel y nos muestra una nueva Anita, tan magnética y carismática como su predecesora, con la que dialoga sin caer en la burda imitación. Tan sólo por su espléndida actuación merece el galardón. El hecho de que se haya alzado con el que conceden los SGA Awards el pasado enero nos da pistas de su previsible victoria, pues ambos certámenes tienen en común que son actores premiando a otros actores.

Existen consideraciones añadidas que van más allá de lo meramente artístico y que nos hablan del contexto social, cultural y político que estamos viviendo. Para empezar, Ariana DeBose tiene a su favor el tema racial. Si el Oscar que ganó Rita Moreno en su momento resultó un hito histórico por el hecho de ser otorgado a una puertorriqueña, en el caso de esta nueva Anita existe un factor añadido, pues no sólo es de origen hispanoamericano: también es mestiza de raza negra. O afrolatina, como le gusta a ella decir.

Ariana deBose en la cima

Por la idiosincrasia de nuestra propia historia, los españoles no acabamos de percibir la profundidad del alcance de la discriminación racial en otros países del mundo. Se nos pueden llegar a escapar las implicaciones que trae consigo la doble etiqueta de afrolatina, aunque conozcamos los sobre excesos que comete la llamada cultura woke al intentar revertir la situación. Desde esta perspectiva resulta sencillo comprender por qué el origen racial de DeBose puede suponer una ayuda extra a la hora de alzarse con la estatuilla. Si añadimos que la actriz se declara abiertamente homosexual, nos encontramos con el caldo de cultivo perfecto para apostar por su triunfo con los ojos cerrados.

El musical puede leerse como una lección sobre Ucrania y una frase alude a la 'destrucción mutua asegurada' de la Guerra Fría

Además de todo lo mencionado, la inesperada invasión de Ucrania proporciona motivos extra a la Academia para otorgar un reconocimiento especial a la película de Steven Spielberg y esto, de nuevo, juega a favor de esta carismática actriz. El primer regusto que deja West Side Story (2021) es la amargura de las consecuencias de la xenofobia y el tribalismo. El director, sin embargo, hila más fino y va más allá de estos esquemas que, pese a ser reales, no dejan de ser un tanto simplistas si nos atenemos sólo a ellos.

Spielberg nos lo hace ver a través de una de las escenas álgidas del filme, en los momentos previos a la pelea entre Jets y Sharks y poco antes de que mueran apuñalados sus dos líderes, Riff y Bernardo. Éste último increpa a Tony -el protagonista-, señalando el racismo que sufren los puertorriqueños: they love locking up us, brown guys (“les encanta encerrarnos a los morenos”), mientras suelta una diatriba sobre el tema que Riff interrumpe gritando “This is not about skin, it is about territory!” (“¡esto no va de color de piel, sino de territorio!”). Un recordatorio de que desde el principio estas bandas habían decidido enfrentarse a cambio del control del territorio, ese concepto que tan tristemente se ha puesto de moda estas últimas semanas, junto a su primo-hermano pijo, la geopolítica.

Más que un simple 'remake'

Hay una escena previa a ésta que impacta necesariamente a quien vea por vez primera la película a estas alturas del año, y que adquiere una significación totalmente nueva para quien la haya visto antes de que se produjera la invasión. Los Jets temen que sus rivales acudan a la pelea provistos de armas, por lo que deciden conseguir una de forma ilegal, asunto que no les resulta sencillo en absoluto:

  • "No vendo pistolas a críos imberbes".
  • "Los tíos a los que nos enfrentamos van armados. Creen que nosotros también lo estamos. Necesitamos ir armados para que sepan que no estamos indefensos. Y viceversa".
en cierto modo, el premio puede ser una pena si se otorga por factores ajenos a una soberbia interpretación

Al escuchar el argumento, uno de los adultos sonríe sarcásticamente a la par que comenta “Destrucción mutua asegurada…”, una mención velada a la amenaza nuclear de la Guerra Fría. Una sombra que se cernía sobre la población cuyas circunstancias recoge la película. Sombra que ingenuamente creímos olvidada y que estamos reviviendo desde hace un mes. Sobrecoge verla en este contexto, pues el espectador sabe que, en el caso de esta historia, el pronóstico funesto se cumple en apenas unas horas. De forma completamente inesperada para todos, el West Side Story del siglo XXI se ha convertido, por desgracia, en algo que va mucho más allá de un simple remake.

Por todos estos motivos sostengo que Ariana DeBose no sólo se alzará esta noche con el óscar: se convertirá en un símbolo de lo que son la política y cultura occidentales en el 2022. Tengo que confesar sin embargo que, en cierto modo, me parece una pena. La actuación de DeBose es soberbia, no precisa de ningún contexto específico para alcanzar este galardón y, por supuesto, su color de piel o sus inclinaciones sexuales son completamente irrelevantes: con su trabajo basta y sobra para que afirmemos que merece todos los premios que obtenga.

Espero que no se arroje sobre ella ninguna sombra de duda, la misma que nos inquieta a algunas mujeres que muchas veces nos planteamos -con disgusto e inseguridad- si estamos donde estamos porque había que completar la cuota de género o porque realmente hacemos bien nuestro trabajo. Pero esta cuestión, queridos lectores, da para una columna aparte. Disfruten de la gala.

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