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Política

El Gobierno intenta evitar apoyo de Israel y los Bálticos a la independencia de Cataluña

Artur Mas en uno de sus viajes a Israel

En todo proceso de independencia, más importante que la declaración misma por parte de las autoridades del nuevo Estado soberano es su reconocimiento por el resto de países de la ONU. Bien lo saben las gentes de Kosovo, país al que buena parte de la comunidad internacional, incluida España, aún no ha reconocido.

Por eso, desde el principio del procés las autoridades de la Generalitat de Cataluña están trabajándose ese reconocimiento, y el Ministerio de Asuntos Exteriores, con toda la red de embajadas españolas repartidas por el mundo, están tratando de impedirlo. "No les recibe nadie", se vanaglorian en el Gobierno, pero hay cierta intranquilidad por lo que pueda pasar tras la que considera muy probable Declaración Unilateral de Independencia (DUI) del Parlament de Cataluña tras el referéndum del domingo uno de octubre, sea el resultado que sea.

En el Gobierno, el PP y en ámbitos diplomáticos se da por seguro algún gesto de Venezuela -Nicolás Maduro ya ha dado muestras de que reconocerá al nuevo Estado-, pero inquietan más otros países que ahora no están en el foco: Israel y los Bálticos Estonia, Letonia y, sobre todo, Lituania, tres Estados jóvenes que todavía tienen en carne viva sus procesos de independencia respecto a la antigua URSS.

La pertenencia de estos segundos a la Unión Europea, aseguran las fuentes consultadas, parece que frenará posibles impulsos de reconocimiento, sobre todo después de la postura firme del presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker, y de los gobiernos de Alemania y Francia. "Puede que salga alguna voz aislada, pero nadie va a querer incomodar a un socio comunitario del que pueden depender soluciones a tus problemas en los consejos de la UE", avisan distintas fuentes consultadas por Vozpópuli.

Otra cosa es Israel, país fuertemente influenciado por Estados Unidos. El Gobierno Catalán, desde tiempos de Artur Mas, ha hecho frecuentes viajes a su territorio para ganarse el apoyo hebreo, pero España lo ha cortocircuitado no solo en conversaciones bilaterales sino también a través de Estados Unidos.

Artur Mas desplegó todos sus esfuerzos para que Israel acabe reconociendo al nuevo Estado Catalán y Puigdemont ha seguido su estela desde la Generalitat

En mayo de 2016, al recibir un premio de la Associació Catalana de Amics de Israel (ACAI) y de la Comunidad Israelita de Barcelona con motivo del Yom Ha´atzmaut (festividad de la independencia de Israel), Mas declaró: "Como en Israel, en Cataluña también hay un pueblo determinado a ser libre". Y aunque el Gobierno tilda de poco realista pensar que Israel vaya a indisponerse con un socio crucial de la UE como es España, otras fuentes diplomática no las tienen todas consigo.

Argumentan que "muchas veces, los conflictos de terceros en los que no tienes arte ni parte acaban jugando en el tablero geoestratégico y tú operas como país en función de tus intereses y de la evolución de los acontecimientos".    

Estas misma fuentes creen que "tiene poco casual" que la semana que viene, crucial para el devenir del 1-O, el presidente del Gobierno se vaya a pasar varios días entre Washington, donde el martes 26 almorzará con el presidente Donald Trump para arrancarle una declaración de apoyo a la unidad de España; y Estonia, donde el fin de semana del 29 hay una cumbre de la UE sobre agenda digital.

Nada hay cerrado a esta hora, pero no es descartable que en Estonia el jefe del Ejecutivo español mantenga reuniones bilaterales con las autoridades del país, como siempre suele hacer en estas ocasiones, y que el asunto catalán se cuele en la agenda para cortocircuitar cualquier posible declaración no ya de los Estados Bálticos sino de autoridades políticas de esos países.

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