Quantcast

Ciencia

Asteroides troyanos para explicar los apagones de la estrella Tabby

Ilustración del modelo propuesto por Ballesteros, Fernández Soto et al. sobre el sistema Tabby

La última pérdida de brillo de la estrella KIC 8462852, también conocida como Tabby o “la estrella más misteriosa del universo” sigue generando una actividad frenética entre los astrónomos. Tabby se hizo famosa en el año 2015 después de que un grupo de aficionados descubriera que la estrella perdía hasta un 22% de su luminosidad en determinados momentos y alguien especulara con la posibilidad de que estaba siendo cubierta por una civilización alienígena para extraer su energía. Al margen de explicaciones excéntricas, el fenómeno volvió a la actualidad el pasado 18 de mayo después de que los componentes del podcast CB: Señal y Ruido pusieran a la comunidad internacional sobre la pista y se registrara un nuevo descenso de su luminosidad. El momento en que se produce podría indicar la existencia de una periodicidad del fenómeno y ayudar a su explicación, por lo que en los últimos días centenares de astrónomos están discutiendo de nuevo sobre el posible origen de estos “apagones”.

La última aportación la acaba de hacer el equipo de Fernando J. Ballesteros y Alberto Fernández Soto, quien reconoce a Next que las noticias sobre un nuevo descenso de la luminosidad han precipitado la prepublicación de un trabajo enviado a la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society en el que proponen un modelo para explicar lo que se observa en Tabby. “Pretendemos ofrecer una solución relativamente natural, basándonos en un fenómeno que ha sido previamente observado”, escriben. Según sus cálculos, lo que vemos pasar por delante de Tabby es un enorme planeta con un gigantesco sistema de anillos y sendos grupos de asteroides troyanos que le acompañan por delante y detrás de su órbita en un ángulo de 60 grados, similares a los que acompañan a Júpiter en el Sistema Solar.

Para entenderlo mejor no hay nada como observar la ilustración elaborada por Javier Belmonte y fijarse en los datos y las fechas. De acuerdo con este modelo, la última bajada de intensidad de la luz correspondería al momento en que el planeta se encuentra justo detrás de su estrella y se ha producido un pequeño eclipse. Esta bajada, que se registró desde el 18 de mayo, ha supuesto un descenso del 2% de luz que está volviendo a sus valores normales. “Mientras el planeta está en fase por detrás de la estrella lo vemos lleno”, explica Fernández Soto. “La luz que refleja se va sumando al brillo de la estrella y va subiendo durante meses. Justo cuando se mete detrás ese 2 por ciento cae y al salir vuelve a recuperarlo”.

De acuerdo con estos cálculos, las primeras interferencias que registra en 2009 Kepler respecto a la luminosidad del planeta corresponderían con el momento en que el primer grupo de satélites troyanos está pasando entre la estrella y nosotros. Unos 750 días después - el 4 de marzo de 2011 - se registra la caída de luminosidad más limpia y llamativa, aunque sigue siendo asimétrica, lo que los autores identifican con el momento en que el planeta pasa por delante de Tabby. “La forma del planeta nos la fija la forma del primer tránsito”, indica Fernández Soto. “Cuando lo miras de cerca ves que tiene dos características: que es muy suave y la entrada y la salida de la curva son muy asimétricas. Empezamos a jugar con que tipo de formas que te dan algo así y la primera que nos salía era un triángulo. Pero no es factible que algo con forma de triángulo pase por delante de la estrella”. En cambio, prosigue, si tienes un planeta con anillos gigantes como Saturno y lo colocas en el ángulo adecuado, obtienes exactamente esa curva. “Lo que vemos a la entrada son los anillos pero lo que define la salida es el borde del planeta”, concluye. “Tardas seis o siete días en llegar al mínimo y vuelves al valor normal en solo tres o cuatro días. Tienes una asimetría”.

Inclinación de los anillos que explicaría la curva del tránsito principal

“Todo empezó porque la asimetría de la curva nos llamó la atención e intentamos pensar en cosas que provocaran esa curva”, recuerda Ballesteros. “Empezamos a pensar en cosas triangulares e incluso hicimos con un crucero de combate de Star Wars y , oye, ¡más o menos daba!”, comenta divertido. “La idea del anillo se le ocurrió a Vicent Martínez, y una vez que pensamos en un planeta tan grande casi vino seguida la siguiente idea: a lo mejor lo otro son los troyanos del planeta”. Para Ballesteros, la hipótesis de que haya sido un planeta que ha reventado y que le sigan los escombros generados tras la colisión también es bastante interesante, aunque su propuesta cuenta con la ventaja de que es periódica y menos improbable. “Y además es fácilmente falsable”.

Según sus simulaciones, este sistema de anillos es muy grande, unas cinco veces el planeta mismo, algo bastante particular pero que se ha visto en alguno de los exoplaneta descubiertos recientemente. El propio planeta es enorme, quizá unas seis veces Júpiter y con un diámetro de más o menos un tercio de la estrella. “Lo que pase por delante tiene que ser grande por narices”, asegura Fernández Soto, quien cree que la distancia a la estrella sería de unas 6 unidades astronómicas. “La única pega”, señala, “es que un planeta tan grande, casi una estrella enana, emitiría algo de luz que se podría ver y la nube de troyanos deberían emitir infrarrojos”. Aún así, dado que el modelo encaja, Fernández Soto apunta que medidas más precisas en el rango de infrarrojos quizá sí desvelen esta presencia. Para Ballesteros,

“Lo que pase por delante tiene que ser grande por narices”, asegura Fernández Soto

De acuerdo con este modelo, las perturbaciones irregulares detectadas entre febrero y mayo de 2013 habrían estado producidas por un segundo grupo de asteroides troyanos, una nube en el punto Lagrange con una acumulación enorme de objetos cuya masa, sumada, puede llegar a estar cerca de la propia masa del planeta. Con estos datos, además, se atreven a predecir qué sucederá en los próximos meses y años si su modelo es correcto. Según sus números, el primer grupo de troyanos volvería a aparecer en los detectores en los primeros meses de 2021 y el planeta pasaría de nuevo entre la estrella y nosotros en la primera mitad de 2023. “Ahora solo falta esperar”, admite Fernández Soto. “Si en los próximos días o semanas se produce otro descenso brusco de la luminosidad nuestro modelo será erróneo y el revisor lo retirará”, explica. “Estamos con el agua al cuello porque va a depender de lo que haga en los próximos días la estrella”, comenta Ballesteros. “En cualquier caso la explicación a esto va a ser muy rara, porque no nos encontramos con nada que hayamos visto antes”.

Referencia: KIC 8462852: Will the Trojans return in 2021? (Preprint)

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.