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Mémesis

¿Por qué los alemanes orinan sentados?

Mas claro imposible

Al mismo tiempo que entraba el nuevo milenio un ‘gadget’ de apenas 7 euros se agotaba en todo el territorio germano. Más de dos millones de unidades vendidas en los supermercados alemanes revolucionaron el mercado y pusieron el foco en una costumbre genuinamente enraizada entre germanos. Se trataba de un sencillo aparato que se colocaba en el váter y que se activaba al levantar la tapa.  La voz del por entonces Canciller Gerhard Schröeder recordaba al usuario:

“Hey,... mear de pie no está permitido aquí y será castigado con multa, por lo que si usted no quiere ningún problema, será mejor que se siente”

 

 

El aparetejo se instaló en todo tipo de locales públicos y privados. Se hicieron varias versiones con voces de otros tantos personajes públicos y se convirtió en un gadget imprescindible para el regalo de cuñados y amigos invisibles varios. La empresa que lo fabricaba amplió su mercado a territorio británico con las voces de Tony Blair y la Reina, pero no tuvo tanto éxito.

En Alemania hay una guerra insondable entre los stehpinklers (hombres que todavía defienden hacer pis de pie) contra sitzpinklers (los que se sientan). Así nos lo recordaba un español afincado en alemania. Una batalla que tiene que ver mucho con el perfeccionismo germano, su compromiso con el medio ambiente y su cabezonería, pero también una batalla polarizada con el feminismo, la falsa masculinidad y la vehemencia de las costumbres rancias.

 

Que todo el mundo orine sentado es una ventaja —sobre todo— para los que tienen que limpiar los baños (desgraciadamente la mayoría son todavía mujeres) Por aquí surge el enfrentamiento entre la tendencia machista y el feminismo alemán, muy dado este a la acción poética en espacios públicos con las famosas pegatinas del “Hier wird gepinkelt sitzend" (aquí se hace pis sentado). “Stand Up for your Rights” responden los otros.

Los partidarios del 'mear de pie' también reclaman sus derechos. Fuente

 

Esta lucha sempiterna ha llevado a los machistas a conferir un tono despectivo a los sitzpinklers. Ahora son ‘cobardes’, ‘calzonazos’, hombres que se dejan dominar por el espectro feminista para imponerles una postura antinatural. Mientra la industria alemana aboga por homogeneizar los baños públicos para obligar a las posturas más higiénicas los stehpinklers (meones de pie) preguntan si esta misma industria va a quitar u homogeneizar los tocadores o grandes espejos de pie que hay en los baños femeninos. La polémica será eterna.

 

Pero no solo es una lucha de sexos. Orinar de pie tiene consecuencias económicas y judiciales. Las compañías de seguros alemanas apretaron las pólizas caseras por un famoso caso ocurrido en la ciudad de Radeburg en el año 2000. Un casero de un bloque de 400 viviendas conminó a sus inquilinos a ‘mear sentados’ o a pagar el recambio de los radiadores del cuarto de baño. Una investigación con un perito había concluido que los radiadores de los domicilios donde solo vivían hombres se oxidaban más rápido que los de mujeres. Las gotitas de ácido úrico de los ‘aspersores humanos’ eran claramente las responsables. El debate se extendió por todo el país.

 

No ha sido el único caso llevado a los tribunales. En 2004 un juez la ciudad alemana de Düsseldorf falló —esta vez a favor del inquilino— al que su casero retiró la fianza porque el mármol del baño estaba ‘destrozado’ por la acción del pis desparramado. A pesar de demostrar el origen de los daños el juez se pronunció a favor del derecho de un hombre a orinar mientras está de pie por estar dentro de las normas culturales.

https://youtube.com/watch?v=npusTmtiWI8

Sitzpinklers contra Stehpinklers. La batalla continua.

 

Desde el punto de vista médico no hay ningún estudio que demuestre que alguna de las dos posturas miccionales sea mejor o peor que la otra. Nunca será un argumento. Orinar sentado no produce aumento en el tamaño de la próstata ni tampoco una prevalencia de los tumores prostáticos. Algunos hombres incluso relajan más sus esfínteres así que estando erguidos. Al final es simplemente una cuestión higiénica asociada a las costumbres de cada sociedad y en lucha con posturas tradicionalmente más cómodas para los hombres.

En esto los alemanes nos llevan —también — algo de ventaja.

    

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