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Cultura

Cuando el tiempo preña

Con todo, algún día, cuando sean cultos, reconocerán que lo contado por los paisajes resulta infinitamente más crucial que tantas informaciones que acaparan y desvían la atención.

Para empezar una consideración sobre la fuerza que todo lo empieza. Me refiero al tiempo, que es, por cierto, la realidad con la que peor nos llevamos los seres humanos. Al ser los únicos que lo medimos, y como somos conscientes de que es limitado para nuestra individualidad, acaba aterrorizándonos. En lo espontáneo sucede casi todo lo contrario. El paso de horas, meses, estaciones, años es fuerza genésica. Es más, cabe considerar al tiempo como lo más creativo del cosmos. De ahí el llamarle engendrador. Todos los pasados fecundan a todos los futuros. Es más, los naturalistas solemos alegrarnos del paso regular del tiempo sobre la piel del mundo porque llena de acontecimientos nuestra contemplación.

Hay más, mucho más. Lo primero que proclama la primavera es que debemos percibirla como primera materia prima para la vida en nuestras latitudes. Conste que la reiteración, casi cacofónica, es absolutamente intencionada. Evoca tanto lo iniciándose como lo que la naturaleza necesita para lograrlo. Porque una estación es la suma de territorio, clima, tiempo y por supuesto la vida que del mismo surge. La primavera, en efecto, es las posibilidades generadas por esos mismos elementos; esos que tienen otro denominador común al que podríamos llamar la sucesión incesante de alumbramientos. Comienzan éstos por los de la propia luz que cada jornada nace antes y se despide más tarde. Con el aumento de estatura de los días todo respinga, brota, suena y al renovarse nos renueva.

Estamos en un momento del año en el que cabe auscultar nada menos que los procesos que más sentido le dan a la vida misma. Que no es otro que el de su propia continuidad. Primavera es estar a la vera de lo primero y lo primero es poder seguir siendo.

Gracias y que la estación de los colores que huelen os deje contemplar el más bello espectáculo: el de la vida y el tiempo dando a luz a más vida y a más tiempo. ¡Qué paraíso!

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