Las lluvias de septiembre, a las que se han sumado las de octubre, han resultado mucho más que oportunas. Especialmente en amplias zonas del Levante, donde este año se han batido todos los peores registros de sequía de la historia, al menos desde que contamos con estadística meteorológica. Han reverdecido los secarrales ibéricos y los árboles han dado un sorbo de esplendor que ha contagiado al paisaje entero. Por los aires nos invaden millones de alas tiritando y del suelo brota a borbotones un tesoro que la mayoría no valora.