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Lone Star ficha a PwC para quedarse con los 30.000 millones de ladrillo del Popular

Sede de PwC en Madrid.

Llegó el día D de la mayor operación inmobiliaria en España de los últimos años. Este lunes a las 17,00 de la tarde, los fondos deben presentar sus ofertas por el ladrillo de Banco Popular ante el asesor de la venta, Morgan Stanley. Santander pide 5.000 millones por el 51% de los 30.000 millones en créditos e inmuebles de su filial.

Desde que se puso en marcha esta operación, adelantada por este medio, los fondos han trabajado día y noche, fines de semana incluidos, para poder presentar una buena oferta. Están Apollo, con la ayuda de su plataforma en España, Altamira; Blackstone, que se apoya en Anticipa, la gestora de inmuebles que compró a Catalunya Banc; y Lone Star. Cerberus también ha estado estudiando presentarse.

A pesar de tener en España dos filiales inmobiliarias, Neinor Homes (de la que controla un 40%) y Hudson Advisors, Lone Star ha decidido apoyarse en esta operación en PwC, según fuentes financieras consultadas por Vozpópuli. Esta firma conoce bien el balance de Popular, ya que es su auditora, aunque son equipos distintos los que analizan las cuentas y los que asesoran al fondo.

Lone Star, que en España dirige el argentino Juan Pepa, es considerado para muchos el favorito porque ya ha demostrado poder hacer con éxito operaciones de gran volumen en España, como el Proyecto Octopus, por el que se quedó 4.500 millones en grandes créditos inmobiliarios y hoteleros de Eurohypo, por 3.500 millones. 

Dificultades

Por su parte, Apollo también estaría planeando ir con todo en esta operación, en la que Santander pide 5.000 millones, pendiente de que lo apruebe el comité de inversiones; y Blackstone es la incógnita, ya que a priori le interesaba más una parte de la cartera que el 51% de todo el ladrillo.

Aunque las ofertas sean este lunes, las distintas fuentes consultadas ven muchas incertidumbres en la operación. Primero, por el poco tiempo con el que han contado los candidatos para analizar la cartera inmobiliaria de Popular, que tiene más de 130.000 activos entre pisos y colaterales de los créditos.

Un viandante pasa junto a un establecimiento de Banco Popular.

Dichas fuentes ven muy arriesgado que los fondos pongan sobre la mesa los 5.000 millones que pide Santander sin antes haber chequeado con certeza que lo que compran no tiene sorpresas negativas. Y, añaden, "es una cartera muy difícil, muy grande, con pocos datos y activos malos". Por ello, no se descarta que alguno de los fondos se desmarque aplicando nuevos descuentos al precio o que varios inversores se presenten juntos a la operación para compartir riesgos.

Es una operación en la que se juega mucho Javier García Carranza, director general adjunto de Santander (ex Morgan Stanley). Una venta este mismo año y a buen precio de la cartera de Popular sería un éxito para él, y viceversa.

Botín se comprometió a reducir a la mitad la exposición inmobiliaria del Popular en año y medio, y García Carranza cree que se puede hacer antes y por todo el ladrillo. Santander tiene el riesgo de que las ofertas sean inferiores al valor neto de los activos (9.250 millones), lo que sería una mala señal en el mercado.

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