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Economía

Hacienda quiere gravar los beneficios de las grandes empresas en el exterior

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A cambio de bajar el tipo del Impuesto de Sociedades hasta al menos el 25 por ciento, Hacienda quiere que las grandes empresas paguen más al Fisco por su actividad exterior, explican fuentes cercanas al Ministerio.

Siempre se dice que la diferencia entre el tipo legal y el efectivo es muy sustancial y que, por lo tanto, las grandes empresas sólo contribuyen con apenas un 4 por ciento de lo que ganan. Y si bien es cierto que en parte lo conseguían aplicándose un buen número de deducciones, tal afirmación resulta algo imprecisa e, incluso, parcialmente incorrecta.

Parte del problema radica en que esas sociedades desarrollan actividades en el exterior y, por consiguiente, están tributando también en esos países foráneos. Es decir, abonan en España por el negocio de aquí y luego aparte pagan el impuesto que les toca en los otros países en los que tienen filial.

Así, por ejemplo, una multinacional puede tributar en España al 30 por ciento, en Irlanda al 5 por ciento, en Chile en torno al 15 y en la República Checa sobre el 10. Y la idea que manejan en Hacienda consiste en que la empresa en cuestión abone por los beneficios repatriados la diferencia entre los tipos que abona en esos países y el tipo que habría soportado de haberlo pagado aquí. O dicho de otro modo, le descontaría en España lo que haya contribuido en el extranjero.

Esto es, si en un país la empresa ha desembolsado un 10 y en España tiene que hacer frente a un 30, entonces al traerse los rendimientos habría de pagar por ellos los 20 puntos de diferencia. De hecho, ya se había establecido con carácter temporal que la repatriación de dividendos tributase en el pago fraccionado entre un 6 y un 12 por ciento que luego se devolvía a las empresas en la liquidación.

Sociedades, de capa caída

La intención de Hacienda es restaurar e incluso subir la recaudación del Impuesto de Sociedades. En España, el peso que tiene esta figura respecto al PIB representa aproximadamente un 60 por ciento del que abarca habitualmente en un país medio de la OCDE. Incluso en su máximo alcanzado en 2007, sólo ascendía al 4,7 por ciento del PIB. Y desde entonces los ingresos por este concepto se han desmoronado, desde los 44.823 millones de 2007 a los 16.198 millones de 2010 y los 16.611 millones de 2011. Un desplome brutal que en el 2012 apenas se recompuso un poco hasta los 21.435 millones.

Sin embargo, la idea que baraja Hacienda no está exenta de peligros. Y el caso más ejemplar lo representan las grandes multinacionales estadounidenses, que no suelen llevar de vuelta el dinero a EEUU con tal de evitarse los impuestos. “La fiscalidad de las filiales es el mayor problema de la fiscalidad internacional. Si gravas los dividendos es posible que las empresas no los repatríen y, al final, drenen la liquidez del país”, sostiene Francisco de la Torre, inspector de Hacienda.  

No en vano, existe el antecedente de la amnistía fiscal para los dividendos recuperados procedentes de paraísos fiscales a un tipo alrededor del 8 por ciento, la cual apenas logró una décima parte de la recaudación prevista, 88 millones sobre una previsión de 750 millones.

Por poner un ejemplo, los dos principales bancos españoles ya obtienen casi todos sus beneficios de fuera y podrían tener la tentación de no recuperar esos beneficios. No obstante, otras fuentes apuntan que los grandes del Ibex están obligados a traer buena parte de sus beneficios para que no caiga el valor de la acción y, en consecuencia, no sean más susceptibles a una operación de compra hostil.

Y aunque el sistema se está revisando en Bruselas, otro escollo se halla en la directiva matriz-filial de la Unión Europea, que establece que cuando se tiene más del 5 por ciento de accionariado de una sociedad, entonces el dividendo de sociedad a sociedad está exento.

Naturalmente, todo ello se combinará con nuevas medidas para acotar las desgravaciones. Ya se ha limitado la deducción por gastos financieros, la deducción por fondo de comercio, la libertad de amortización y la compensación de bases imponibles negativas. Además, se ha inflado sustancialmente el pago fraccionado o adelantado. Todo con tal de aumentar los ingresos y situarlos en niveles similares a los de otras economías de nuestro entorno.

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