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Política

Las últimas horas de Rajoy al frente del PP: así se gestó la dimisión que nadie esperaba

Mariano Rajoy, en el Comité Ejecutivo del PP.

La primera vez que el PP empezó a sospechar que Mariano Rajoy podía presentar su dimisión fue cuando el partido anunció a primera hora de la mañana del martes que su discurso ante el Comité Ejecutivo Nacional se emitiría en abierto para los medios de comunicación. El PP es una organización de tradiciones arraigadas. Las intervenciones ante el Comité son siempre a puerta cerrada. El motivo del cambio, interpretaban en Génova, sólo podía ser que Rajoy tenía un anuncio importante que hacer.

Y lo hizo. Rajoy (Santiago de Compostela, 1955) se marcha.

Nadie lo sabía. Sólo su círculo más cercano y su familia conocían la decisión, que tomó a lo largo del fin de semana. La última palabra siempre fue suya. Para buena parte del PP, la renuncia de Rajoy era el paso lógico después de perder el Gobierno en la moción de censura de Pedro Sánchez. Rajoy leyó mal el órdago del líder del PSOE, porque siempre creyó que el PNV no le traicionaría. Y se equivocó.

Esperpento del PP

Los sucesos de los días 31 de mayo y 1 de junio del 2018 quedarán registrados en la historia política de España y, a pequeña escala, del PP. La espantada de Rajoy del hemiciclo, los gritos de María Dolores de Cospedal en la zona del Gobierno en el Congreso, las acusaciones de traición a Soraya Sáenz de Santamaría, la dimisión que nunca llegó... La guinda fue la comida casi televisada de Rajoy en un restaurante cercano al Congreso mientras caía el Gobierno. El desenlace esperpéntico a la pesadilla que vivió el PP durante dos días.

A pesar de ello, ningún dirigente del PP cuestionó en público la continuidad de Rajoy. Nadie. El partido tapó con un manto de silencio el futuro del ex presidente. De hecho, cuando el partido anunció un Comité Ejecutivo después de perder la moción se dio por supuesto que Rajoy se quedaba. El único órgano que puede abrir una transición como la que se inicia ahora es la Junta Directiva Nacional, que se ha convocado para el próximo lunes. Los mensajes que circulaban en la víspera del Comité eran inequívocos: "Esto sólo lo puede arreglar Mariano". Los mismos dirigentes que hoy aplauden su renuncia admiten que si Rajoy se hubiera quedado, tampoco "pasaría nada". "Ni guerra, ni nada. Nada", dicen. "Hubiéramos seguido hacia delante".

Después de 14 años al frente del partido, los cuadros del PP -altos, bajos, medios e intermedios- se lo deben todo a él. Por eso la forma de marcharse ha sido tan celebrada. Rajoy ha marcado una distancia sideral con su antecesor José María Aznar. Ha evitado el dedazo y ha dejado cualquier cambio en manos de su sucesor, que no hereda hipotecas impuestas. La voluntad de todos es que el interegno sea breve, porque el PP debe asumir cuanto antes que está en la oposición y prepararse para el ciclo electoral que se avecina, con elecciones en Andalucía probablemente en otoño y autonómicas, municipales y europeas en mayo del 2019.

Por eso, el congreso extraordinario se celebrará en julio. Será el primero en el que voten por primera vez los militantes. La reforma de los estatutos, aprobada hace más de un año, prevé un sistema de doble vuelta, en la que primero votan los afiliados y después, los compromisarios. Este cambio se introdujo por la reclamación interna de un militante, un voto. Se ha aplicado ya en los congresos autonómicos y locales pero todavía no a nivel nacional. El favorito a la sucesión es el líder del PP de Galicia, Alberto Núñez Feijóo.

Recado a Aznar

Rajoy meditó cada recado interno el día de su adiós. El primero, el personal. "El PP ha de seguir avanzando y construyendo su historia de servicio a los españoles bajo el liderazgo de otra persona. Es lo mejor para el PP y para mi y creo que también para España", dijo. El segundo, para Aznar. "No voy a dejar el carné y allí donde me encuentre seguiré con vosotros en la senda que el partido transite y desde el primer momento estaré a la orden de quien elijáis. Y a la orden es a la orden", afirmó. 

Rajoy cerró el día de su despedida comiendo con sus compañeros de dirección. A Aznar no le gustó el recado de Rajoy. El ex presidente amenaza ahora con volver como una especie de salvador del centro derecha español. Es de momento un amago.

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