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Política

El PNV tampoco quiere a Iglesias ni ministros de Podemos en el Gobierno

El Lehendakari, Iñigo Urkullu, con Pablo Iglesias en una imagen de archivo

En la negociación para la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno bien puede decirse aquello de que uno -el candidato- cría la fama en torno a su negativa rotunda a meter en el Consejo de Ministros a Pablo Iglesias de vicepresidente, o ministros cuota de Podemos, y otros -ERC y PNV- cardan la lana.

Desde la primera cita que mantuvieron Sánchez e Iglesias quedó claro que el PSOE no iba a aceptar un "gobierno de coalición", mientras que nacionalistas catalanes y vascos aguardaban silentes a que se resolviera el pulso entre las dos fuerzas principales de ese hipotético Ejecutivo de izquierda, aunque en privado "no han dejado de mandar mensajes inequívocos para que resistamos", explican a Vozpópuli fuentes socialistas.

Eso cambió el 13 de junio cuando el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, soltó a bocajarro en rueda de prensa tras entrevistarse con la vicesecretaria general socialista, Adriana Lastra, que Iglesias "no tiene legitimidad" para exigir su entrada en el gabinete después del batacazo electoral del 28 de abril. "Esos resultados no son para pedir ministerios sino para reflexionar".

El PNV ha guardado un perfil más bajo todavía, pero eso también cambió este fin de semana pasado, con su presidente, Andoni Ortúzar, advirtiendo en una entrevista a El Correo que ese partido y sus seis diputados en el Congreso no van a ser los "pagafantas" de un posible gobierno de "extrema izquierda":

Ni que decir tiene que este escenario llena de satisfacción a La Moncloa y a la dirección socialista en la calle Ferraz porque les carga de argumentos en contra de permitir la entrada de Iglesias en el gabinete. Pero Ortúzar y los suyos no lo hacen para agradar a Sánchez sino por pura supervivencia.

Fuentes peneuvistas reconocen abiertamente a este periódico que lejos de la imagen de entendimiento con su partido que siempre ha pretendido proyectar Pablo Iglesias, lo cierto es que Elkarrekin Podemos, la federación vasca de la coalición, se han constituido, sobre todo a partir de las elecciones del 26 de mayo, en "muleta" de EH-Bildu para desalojar al PNV de cuantos ayuntamientos puedan. Y los de Ortúzar han reaccionado con un movimiento defensivo acordando con el PSE en sentido contrario.

Además, el partido gobernante en el País Vasco siempre ha recelado del sentido "recentralizador" de muchos de los discursos de Iglesias y de las políticas de la coalición. Y, en particular, atacan a su coordinador en el País Vasco, Lander Martínez, por cuestionar permanentemente la reclamación de transferencias que hace el Gobierno Vasco.

El PNV recela del discurso 'morado' contra la reclamación de nuevas competencias que va a hacer el PNV a Sánchez en esta legislatura

Ocurrió el pasado abril con la cesión por parte del gabinete socialista al Ejecutivo de Íñigo Urkullu de cuatro competencias: jubilación ordinaria de trabajadores afectados por un ERE, legislación sobre productos farmecéuticos, seguro escolar y un tramo de la autopista de peaje AP-68.

Martínez cuestionó que los peneuvistas anden todo el día mercadeando con transferencias para torpedear "mejoras sociales" y ahora el PNV teme que si el protagonismo de Iglesias y los suyos en el Gobierno es grande, muchas de las 35 competencias que reclama el Gobierno Vasco desde hace 40 años -incluida la transferencia de la Seguridad Social, con la rotunda oposición de UGT y CCOO- sea un poco más difícil.

Además, el PNV está en sintonía con la patronal -y con el propio Pedro Sánchez- en el sentido de no aceptar la semana laboral de 34 horas que defiende Unidas Podemos ni tampoco retocar según qué aspectos de la legislación laboral que modificó en 2012 Mariano Rajoy. Y por eso, si algo que no ven es un ministro de Trabajo morado -se especula con que Iglesias quiere que sea el número uno por Valencia, Héctor Illueca, inspector de trabajo-.

Además, en materia de pensiones, el PNV está alineado con el Gobierno y el resto de partidos, en particular PP y Ciudadanos, en la idea de que hace falta una reforma que no solo contemple el aumento de las jubilaciones con arreglo al IPC sino que se contemple algún factor de sostenibilidad, que Podemos rechaza rotundamente.

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