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Política

El florido pensil resiste en España: los profesores no tienen quien les evalúe

La ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá, en la inauguración del foro "Educar para el siglo XXI"

El florido pensil (1994), libro en el que el profesor Andrés Sopeña recreó el sistema educativo de la postguerra española y el grupo vasco Tanttaka adaptó al teatro dos años más tarde, habla de un pasado aparentemente alejado de la realidad, pero que aún da sus últimos coletazos. Aunque los modelos pedagógicos han evolucionado desde entonces y rara vez algún profesor recurre a la imposición de la autoridad mediante la adquisición rutinaria de los conocimientos por memorización, la cultura de la evaluación de los propios docentes permanece estancada.

Varias son las propuestas que se han hecho a lo largo de las distintas legislaturas, pero lo cierto es que España se sitúa aún a la cola de los países de la OCDE en evaluación del profesorado y en cooperación entre docentes, ya que no se dan clases compartidas y no se ven las clases de otros profesores, como sí ocurre en países como ChileFinlandia o Canadá, según explicó este martes el director de la división de asesoramiento e implementación de la Dirección de Educación y Habilidades de la organización, Paulo Santiago, que participó ayer en el foro Educar para el siglo XXI. Desafíos y propuestas sobre la profesión docente.

España se sitúa aún a la cola de los países de la OCDE en evaluación del profesorado  y en cooperación entre docentes, ya que no se dan clases compartidas y no se ven las clases de otros profesores

Tras quince meses de trabajo en la subcomisión creada en el Congreso para abordar el que podría ser el primer gran pacto educativo a nivel estatal, el PSOE se levantó de la mesa de negociaciones a principios de marzo porque el Gobierno de Mariano Rajoy no se comprometió a elevar al 5% la inversión en materia educativa y no querían ser cómplices de lo que consideraba "una tomadura de pelo". Ocho meses después, la actual ministra de Educación, Isabel Celaá, ha llamado a un acuerdo "tan amplio como sea posible" en torno a una política integral docente.

En esa política pretende incluir un sistema de evaluación del profesorado para evitar que acaben impartiendo clases personas poco profesionales que terminan en la Enseñanza "por avatares de la vida". Aunque desde la cartera que dirige no detallan cómo deben ser esas pruebas (si deben ser las mismas en todas las CCAA o distintas, por ejemplo), sí se habla del carácter "voluntario" de las mismas. Además, en esta suerte de 'MIR' docente se aboga por prácticas supervisadas por un tutor al igual que ocurre en Medicina.

Otras prioridades

Sin embargo, la comunidad educativa se encuentra dividida también en este aspecto y mientras algunos defienden la necesidad de someterse a exámenes, otros no entienden por qué la reprofesionalización de los docentes se ha convertido en el tema estrella del Gobierno cuando hay otros problemas que requieren soluciones más urgentes como bajar las ratios  en las aulas, derogar la LOMCE y aumentar la inversión. "Recomendaría a la ministra que, si no va a llevar esto hasta las últimas consecuencias, que no lo empiece. No podemos manosear más el tema", sugiere el catedrático en Filosofía y pedagogo José Antonio Marina.

Diversos sindicatos de docentes recuerdan que ya existen evaluaciones voluntarias para el profesorado tal y como se recoge en la Ley Orgánica de Educación (LOE). El presidente de la Enseñanza de CSIF, Mario Gutiérrez, dice que dichas pruebas ya las hacen los docentes, "están reguladas y se podrán hacer mejor o peor pero no son ninguna novedad". "Le agradeceríamos que no hiciera esos anuncios extemporáneos fuera de la mesa de negociación", explica Maribel Loranca, responsable de la Enseñanza en UGT, y recoge Efe.

Evaluaciones "constructivas"

Según Joan María Senent, doctor en Ciencias de la Educación de la Universidad de Valencia las pruebas para evaluar a los profesores existen, pero su carácter "no es formativo, sino administrativo". "Las evaluaciones deben servir para mejorar, pero no para controlar o castigar. Además, los resultados de las evaluaciones se deberían facilitar a los docentes porque pasar por muchas pruebas sin tener retroalimentación no sirve para mejorar", señala a este diario.

"El modelo patrón de la inducción es el alemán, donde después de la carrera estás un año y medio de prácticas con un tutor y, si no las superas, se aumentan a seis meses más", explica Senent. Según el profesor de la Universidad de Valencia el 'MIR' educativo es una iniciativa que requiere de reflexión. "¿Cómo se podría hacer en España?", se pregunta. Y añade que en el país existen muchos profesores víctimas de la crisis en el paro y sin haber podido presentarse a oposiciones. "¿Tienen ellos que someterse también a ese tipo de prácticas?", plantea.

María Barceló Martínez, profesora en el CEIP Menéndez y Pelayo de Valverde del Camino, en Huelva, se considera una firma defensora de la evaluación de los docentes, eso sí, "de una forma constructiva y no punitiva". "¿Por qué si nosotros evaluamos al alumnado no podemos evaluar a los profesores que imparten clases en los centros?", lanza. Preguntada por si cree que estas evaluaciones deberían ser las mismas para todos los profesores a nivel estatal, Barceló disiente. "Creo en la evaluación individualizada para los alumnos y en el caso de los profesores creo que hay que atender a cada comunidad autónoma y a los distintos entornos", opina.

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