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País Vasco

Urkullu pierde al segundo rostro de la lucha fallida contra la pandemia en el País Vasco

Nekane Murga e Ignacio Garitano, en una imagen de archivo.

El lehendakari, Íñigo Urkullu, tenía dos escuderos durante la lucha contra la pandemia del coronavirus. Pero los dos ya no están a su lado. Este lunes caía el hasta ahora coordinador del Programa de Vigilancia y Control, Ignacio Garitano. Hace unos meses le tocó el turno a Nekane Murga, consejera de Sanidad durante la pasada legislatura. Ambos han acabado achicharrados por las evidentes dificultades en la gestión de la lucha contra el virus. 

Como titular del Departamento de Sanidad, Murga llevó el peso político de la batalla contra la pandemia durante meses. Algunas de sus declaraciones fueron cuestionadas por propios y extraños. El desgaste fue enorme. Tanto que se veía venir lo que finalmente ocurrió. Al renovar su gabinete tras las elecciones autonómicas, Urkullu la sacrificó a pesar de que siempre elogió su trabajo frente a las continuas críticas que recibía

El caso de Garitano es mucho más sorprendente. Escogido precisamente por Murga para desempeñar su cargo como coordinador y como responsable de los rastreadores, fue afianzándose poco a poco. Incluso ganó peso como portavoz cuando se produjo el cambio al frente de la consejería. Trascendieron algunos rifirrafes que mantuvo este médico y epidemiólogo con miembros del Ejecutivo autonómico. Pero parecía que estaba afianzado en el cargo. Pero este lunes anunció su marcha sin que estén claros los motivos reales de la misma

Los dos nuevos peones de Urkullu  

La realidad, más allá de las excusas personales de ambos, es que Murga y Garitano han sido los dos principales portavoces del Gobierno vasco en esta crisis. Fueron los principales rostros de la lucha contra el virus y ya se han esfumado de la vida pública. Sus marchas contrastan con el peso que han ganado otras dos personas que cuentan con la total confianza del lehendakari para esta compleja tarea: la actual consejera de Salud, Gotzone Sagardui, y el coordinador de LABI (Consejo Asesor del Plan de Protección Civil del País Vasco), Jonan Fernández

Una vez caído Garitano y a la espera de que alguien le sustituya, la consejera Sagardui es ahora mismo la principal cara de la pelea contra la pandemia en Euskadi. Comparece habitualmente como responsable de comunicación. Entre bambalinas, en cambio, cobra relevancia una vez más la figura de Fernández, al que Urkullu recolocó como secretario general de la Agenda 2030 tras retirarle como responsable de Derechos Humanos y Convivencia. Aunque no tenga experiencia en materia sanitaria, coordina la comisión técnica del citado LABI, cuyos informes son decisivos para que Urkullu mueva ficha. 

El día D

Precisamente este martes, solo 24 horas después de la sorpresiva renuncia de Garitano, el lehendakari tiene que decidir si endurece o no las medidas restrictivas durante las navidades en el País Vasco. En un principio, el Gobierno vasco optó por restringir un poco más de lo que estipulaba el marco general decidido por el Gobierno central. Así, por ejemplo, los vascos sí podrían salir de la comunidad, pero solo en dos períodos, entre el 23 y y el 26 de diciembre o entre el 30 de diciembre y el 2 de enero. 

En los últimos días la pandemia mejora pero levemente. El número de contagios está estancado. La incidencia acumulada de los últimos 14 días es de 284 casos por cada 100.000 habitantes. El pasado viernes el Ejecutivo autonómico se dio un plazo de cuatro días para decidir sobre las fechas navideñas. Durante dos días los datos fueron esperanzadores pero este lunes empeoraron. El porcentaje de positivos sobre las pruebas realizadas había bajado hasta el 3% pero de pronto subió al 6%. Así, los ciudadanos vascos han hecho sus planes pero ahora viven a la espera de la reunión de LABI y de la posterior comparecencia de Urkullu

Más allá de la ansiado decisión que se tome este martes, la realidad sin tapujos es que la pandemia ha desbordado en varias ocasiones al Gobierno vasco. Ocurrió en la primera ola, cuando Euskadi presentó algunos de los peores datos de contagios de toda España. Y ocurrió en la segunda ola, cuando el virus se extendió nuevamente de forma más rápida que en otras comunidades.

De hecho, el Ejecutivo de Urkullu se vio obligado a cerrar por completo la hostelería durante varias semanas días después de haber puesto en marcha el confinamiento perimetral municipal, de forma que los vascos no podían salir de su municipio. Pero todas esas medidas, más restrictivas que en la mayoría de las comunidades vecinas, no han servido para controlar la pandemia. 

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