Opinión

Yolanda debe ser algo más que una canción

La vicepresidenta presenta este domingo su candidatura a La Moncloa después de un interminable proceso de ‘escucha’ que amenaza con acabar en un diálogo de sordos con Podemos

“Esto no puede ser no más que una canción…”. Así comienza Yolanda, la canción más emblemática del recientemente fallecido Pablo Milanés, dedicada a su esposa, Yolanda Benet, que acabó siendo una de las más bellas declaraciones de amor en lengua castellana con la cual media España hizo manitas cuando no existían ni móviles ni redes sociales.

Continúa la mítica letra del cantautor cubano con fragmentos que sientan como un guante a alguna reflexión que quiero compartir a propósito de la presentación en loor de multitudes de la candidata de Sumar Yolanda Díaz, este domingo: ”si me faltaras no voy a morirme, si he de morir quiero que sea contigo…”; o este otro: ”Mi soledad se siente acompañada, por eso a veces sé que necesito… tu mano … tu mano… eternamente, te amo”.

Ciertamente, nuestra izquierda, muy dada a ilusionarse y a desencantarse -que se lo digan a los militantes socialistas que auparon a José Borrell en 1998 y le vieron bajarse antes de tiempo de la candidatura-, nuestra izquierda, digo, no morirá si le faltara ella en las elecciones generales de diciembre; como mucho, morirá el deseo de Pedro Sánchez de quedarse en La Moncloa otros cuatro años, que no es poca cosa y le tiene en un ¡Ay!.

Tanta escucha, tanto cálculo tacticista, tanto galleguismo escalera arriba/abajo, y tanto biquiño (beso) no solicitado, para llegar a la conclusión que todos sabíamos de antemano: la vicepresidenta será candidata. En estos dos años que lleva amagando me han dado ganas varias veces de hacerme un Pablo Iglesias y espetarla eso de ”suélteme el brazo, señora”: díganos de una puñetera vez qué propone para España y, sobre todo, por que hemos de votarla a usted y no a su socio, el hoy presidente del Gobierno, ya puestos... Porque de eso va esta historia de Sumar.

Tengo serias dudas de que la izquierda ’verdadera’, educada en un antisocialismo primario y acostumbrada por Pablo Iglesias a asaltar los cielos, quiera morir en las urnas de diciembre con esta Yolanda que en Podemos llaman malevolamente La Fashionaria

Tengo muy serias dudas de que, hoy por hoy, mucho votante de la autodenominada izquierda verdadera, educado durante décadas en el antisocialismo y acostumbrado a asaltar los cielos y a aquellas comuniones místicas en ese Vistalegre transmutado en la Plaza de San Pedro de la religión pablista, que tan magníficamente reflejó el cineasta Fernando León de Aranoa en su documental Política, manual de instrucciones, tengo muy serias dudas, digo, de que ese votante quiera morir en las urnas con La Fashionaria; así la llaman con mucha mala leche los morados del antiguo testamento para criticar su tendencia a lucir palmito.

No, no se fíen de lo que cuentan los sondeos de valoración. También generaban simpatía a raudales allá por los años 90 el ex presidente Adolfo Suárez, luego llanero solitario de la mano del CDS, y el ex líder comunista Julio Anguita, y no les votaba “ni Perry” -Juan Lobato dixit-; que el espejismo ha confundido a más de uno y una que se creían elegidos solo porque eran los menos rechazados en tanto que nunca estuvieron en la carrera real por la Moncloa.

Veremos a partir de este domingo, pero nuestra Kamala Harris ha sido en estos casi 24 meses liderando, o lo que sea, ese espacio lo más parecido al humo: mucha presencia y ausencia medidas con cuentagotas, grandilocuencia para ”cuidar la coalición”, sin mucho éxito, y silencio; mucho silencio en momentos clave que la comprometían. Y así no es fácil liderar nada, condición sine qua non para competir a cara de perro en el quítate tú que me pongo yo que es cualquier elección.

Entiéndanme, no estoy dando la razón a Irene Montero & Ione Belarra en su guerra con la gallega por un lugar al sol en las listas de Sumar para las elecciones generales, no; bastantes errores han cometido ambas ministras en su empecinamiento con la Ley del solo sí es sí y con algunos aspectos de esa la Ley Trans que le va a dar todavía muchos dolores de cabeza a este gobierno de coalición.

Lo que la hemos visto es que ha tenido que venir Sánchez a sacarla a bailar casi en tiempo de descuento -su futuro también se juega este 28 de mayo, mal que le pese- y aprovechando una inopinada fiesta de fin de curso montada por Ramón Tamames

Estoy diciendo que tienen razón Pablo Iglesias & Juan Carlos Monedero, y otros dirigentes de esa izquierda redentora y salvífica, cuando señalan que liderar un espacio con un público tan militante y cafetero va de algo más que lucir despampanante todos los días como si la política fuera un posado continuo para el Yo Dona y no va de aparecer subsidiaria de un gran proyecto como es el PSOE.

Ese es el reto de Yolanda Díaz este dos de abril: aparecer ante los suyos, muy recelosos históricamente de ser fagocitados por el hermano mayor de la izquierda, como la dirigente autónoma de un proyecto autónomo y diferenciado del socialista, ser algo más que la Yolanda de la canción de Pablo Milanés.

Y lo que hemos visto todos hasta el momento es que ha tenido que venir Sánchez a sacarla a bailar casi en tiempo de descuento electoral -sí, su futuro también se juega ya este 28 de mayo, aunque no haya querido medirse en la competición por autonomías y ayuntamientos-, aprovechando ambos una inopinada fiesta de fin de curso político montada por Ramón Tamames y Vox en el Congreso de los Diputados la pasada semana.

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