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Opinión

¿Vuelven los libros prohibidos?

Yo no quiero un mundo de libros prohibidos, de libros quemados, de conocimiento escondido, de ideas perdidas por el camino

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Un libro quemándose en una chimenea

Una amiga que vive en Panamá me comentó que en la Feria del libro se montó gorda, porque una librería tenía expuesto el libro de Adolf Hitler, Mi Lucha (Mein Kampf). Rápidamente, hordas de indignados inundaron las redes sociales con sus protestas, exigiendo, cómo no, la cancelación y cierre de la librería y sometiendo al acoso a su propietario, arguyendo "enaltecimiento del nazismo".

Recuerdo que mi padre tenía una biblioteca fabulosa, donde podías encontrar no solo los grandes clásicos, sino también novelas de distintos géneros, tratados de historia, de arte, de literatura y lecturas de todo tipo. De él heredé mi gusto por la lectura y con apenas doce años empecé a pedirle "novelas para mayores". Irving Wallace, Frederick Forsyth, Ayn Rand… me acompañaron en mis primeras incursiones en la literatura adulta.

Cuando acababa un libro, siempre le preguntaba a mi padre: "¿Qué leo ahora?". Él se dirigía a la librería, buscaba por los estantes, cogía un libro y me lo entregaba. No me decía nada, ni siquiera de qué trataba o algo sobre su escritor. Esas cosas las comentábamos cuando yo finalizaba mi lectura.

Lo que ocurrió es que con trece años entendí los estragos que podía causar el alcohol en una persona, especialmente una adolescente como lo era yo y la protagonista del libro, y tal vez eso me ayudó

Supongo que estas personas que se ofendieron porque una librería venda un libro de Adolf Hitler, se escandalizarán al saber que mi padre me lo recomendó a mis dieciocho años. Quizá piensen que mi padre quería convertirme al nazismo. También mi padre me dio para leer a los trece años un libro escrito por Robin S. Wagner, Sara T., retrato de una joven alcohólica. Siento decepcionar a los escandalizados y ofendidos, pero no me volví alcohólica a los trece ni me convertí en nazi después. Lo que ocurrió es que con trece años entendí los estragos que podía causar el alcohol en una persona, especialmente una adolescente como lo era yo y la protagonista del libro, y tal vez eso me ayudó a no cometer algunos excesos que sí cometieron algunas de mis amigas. Y a los dieciocho entendí cómo unas ideas pueden someter a tanta gente y eliminar el criterio propio, hasta incluso hacer el mal en su nombre.

En mi casa nunca hubo un libro prohibido para mí, aunque sí que había libros prohibidos. Aquellos que, en una época oscura de este país, se metieron en una lista tan negra, que si los tenías en casa te podían llevar preso. Y no es una exageración. Mi abuelo paterno era un hombre muy culto. Un intelectual al que le gustaba la política y que se involucró con ella. Para su desgracia, era también honesto, cualidad que parece estar reñida con la política y que le costó la vida, durante la guerra civil, por sus propios compañeros de partido. Qué más da el color que tuvieran.

Mi abuela, en cambio, no sabía leer y se encontró de repente sola con tres hijos pequeños, tras haber rechazado el entierro con honores de su marido. Era analfabeta, pero tenía dignidad. Y también tenía miedo, mucho miedo. Así que una noche, despertó a mi padre y a sus dos hermanas, para que le ayudaran a sacar al patio todos los libros que su marido había ido recopilando durante toda su vida.

Pero mi abuela no sabía leer, no sabía cuáles era "buenos" y cuáles eran "malos". Solo sabía que podían entrar en su casa en cualquier momento y, si aquellos hombres encontraban un solo libro malo...

Cuando terminaron, a mi padre, con cuatro años, le pareció que en el patio habían construido un castillo de libros. Allí había ediciones, hoy de valor incalculable, de algunos clásicos como El Quijote. Pero mi abuela no sabía leer, no sabía cuáles era "buenos" y cuáles eran "malos". Solo sabía que podían entrar en su casa en cualquier momento y, si aquellos hombres encontraban un solo libro malo… ¿qué sería de sus hijos? Así que les prendió fuego. Los quemó todos. Aquellas llamas quedaron impresas en la retina de mi padre para siempre.

Y eso es lo que ocurre cuando se juntan el miedo y la ignorancia: destruyen incluso las cosas buenas.

¿Tanto miedo os da un libro? ¿Creéis que no tenéis capacidad para resistiros a su "embrujo" y os volveréis nazis si lo leéis? Es un libro, por el amor de Dios, no la varita mágica de Harry Potter. Si al menos lo hubierais leído, entenderíais lo ridículo que es vuestro miedo y que solo estáis alimentando vuestra ignorancia. Entiendo que el conocimiento no está al alcance de todo el mundo, pero es una lástima, porque el conocimiento es poder. Es poder elegir, porque sabes que hay opciones. Si quemamos todos los libros y dejamos solo uno, no hay opciones. No eliges.

Yo no quiero un mundo de libros prohibidos, de libros quemados, de conocimiento escondido, de ideas perdidas por el camino.

Yo quiero poder elegir quién quiero ser.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.

  • V
    visifuz

    Recuerdo haber leído el Mein Kampf. Me pareció una obra muy pobre. No me volví nazi. Pienso que la prohibición de libros e ideologías hace más por preservarlas al darles un halo romántico de lo que supondría un debate abierto com ellos. Una mala idea vuelve una y otra vez si simplemente la prohibes, o la quemas.

  • K
    KVLT

    Sí. De Vermis Mysteriis, el Libro de Eibon y los manuscritos Pnakóticos.

  • U
    Urente

    "para que le ayudaran"

    A la abuela.

    Libro de Estilo de VP.

    • U
      Urente

      Libro de Estilo que se impone sobre las muchas lecturas.

  • G
    Ganuza

    Ahora no se prohíben libros, se prohíben personas.

  • 1
    123probando

    Para algunos este diario estaría mejor cerrado.

    Y sus periodistas cancelados socialmente. Esta es una nueva forma de censura popular.

    • H
      Hinco_Modo

      Cuando era pequeño mi padre me enseñó que no era el perro, sino el libro, el mejor amigo del hombre. Gracias papá.

  • V
    Variopinto

    Alabo sus querencias.
    Ahora, también le digo que no espere que la entiendan, los quemalibros y tiraestatuas de la nueva cultura de la cancelación, por mucho uso del sentido común que les aplique. El sentido de aquellos no es el del común de los mortales que hemos aprendido de los valores y los principios de toda la vida. La cultura occidental, la alta progresia académica del mundo occidental, ha creado un monstruo nuevo.
    Quién vive en el mundo woke, que es uno de los nombres del invento, va por la vida segun su lógica y como le dictan, como los borregos. Y tienen su lógica, la tiene, pero es cosa recomensqble para practicar solo si eres iniciados. Como en las sectas.
    Para entender de todo esto, le recomiendo empezar, por ejemplo con algunos de los artículos de Miguel Ángel Quintana Paz, o leyendo el último libro del Sr. Girauta. Ellos le llevarán a otras lecturas.

  • M
    mroda

    La censura aparecio ya en Judea antes de Cristo. Siguio con la quema de la Biblioteca de Alejandria y el asesinato de Hipatia. Y asi hasta hoy, pasando por la Ginebra de Calvino y la Inglaterra de Cromwell. Hoy se quiere volver a decir a las personas, a los ciudadanos de España e Hispanoamerica, como deben pensar, que deben hacer, siguiendo un codigo dogmatico sacado de la manga de algunas, muy pocas, personas, cuya capacidad intelectual esta al mismo nivel que la de los asesinos de Hipatia.