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Opinión

La vacuna del ocio

El certificado covid en los locales de esparcimiento para ser la única vía para que los más refractarios acepten vacunarse

Un trabajador sanitario suministra la vacuna contra el Covid-19 a una persona, en el Centro Cultural Miguel Delibes, a 5 de abril de 2021, en Valladolid, Castilla y León, (España).

La pandemia se dispara. Afortunadamente, también lo hace la vacunación en Cataluña gracias a la imposición del certificado covid para acceder a bares, restaurantes, discotecas o para viajar. Cuando se acaba la diversión se impone la vacuna del ocio puesto que los argumentos o excusas para vacunarse resultan ya tan banales que ya poco tienen que ver con la salud propia o la de los demás, sino que se relacionan directamente con el ocio.

Nos vacunamos para poder entrar a los restaurantes o para poder viajar, al menos según las repuestas más escuchadas estos días en los medios de comunicación. Apenas hay argumentos relacionados con el bienestar colectivo, con el bien común, lo que no deja de sorprender y hasta de aterrar al mismo tiempo ya que es la constatación de que hay una gran parte de la sociedad que manifiesta su egoísmo sin tapujos. Nada importan los abuelos fallecidos en las residencias o en los hospitales. Para mucha gente esta pandemia no ha ido con ella. Será que no han perdido a algún familiar o un puesto de trabajo.

Si algo ha ido bien en esta pandemia es la vacunación, este país es un ejemplo a seguir en Europa. Somos junto con Portugal los que más nos hemos vacunado

Es posible admitir el miedo a vacunase, el temor por la salud al ser inoculado con algo en lo que no se confía, todo ello es entendible, lo que no cabe respetar es la ligereza con la que algunos se están tomando el proceso de vacunación, porque con sus afirmaciones myuestran a las claras el escaso respeto que tienen por la salud del vecino, del próximo, del compañero de trabajo o del que se sienta en la mesa de al lado. Algunos hasta se atreven a decir que no han encontrado el momento. Excusas para no dormir. Si algo ha ido bien en esta pandemia es la vacunación, un ejemplo a seguir en Europa. Somos, junto con Portugal, el país que tiene un porcentaje más alto de vacunación, que oscila entre el 80% al 90%.

Pero no es suficiente. Precisamente por el hecho de que hay una gran parte del planeta sin vacunar y unos cuantos vecinos que tampoco, seguimos teniendo la pandemia campando y mutando, lo que obliga ahora a vacunar ya a la población infantil pese a que seguirán adultos sin vacunar. En breve nos llegarán más de un millón de vacunas para los pequeños de la casa, bien seguro que ellos darán buen ejemplo de lo que supone el bienestar colectivo. Que las lecciones las tengan que seguir dando nuestros abuelos y nuestros niños –la mayoría lleva con más dignidad y mucho mejor la mascarilla que muchos adultos- sigue siendo digno de estudio antropológico.

Mejor motivar

No hace un mes que Austria se confinaba, que Francia anuncia que tras las vacaciones de Navidad aplicará el cierre, que Alemania piensa en febrero poner la vacuna obligatoria pero mientras sólo hace que poner restricciones a los no vacunados. Sigamos, siempre es mejor motivar que obligar, pero cuando muchos aceptan vacunarse por acceder sin problemas al ocio y al entretenimiento, quiere decir que la única vía para conseguir más vacunados es poner condiciones para acceder a lo que la mayoría busca, es es, disfrutar de la vida.

Donde vivo esto ha funcionado, vuelven las colas en los vacunódromos y también los conflictos de aquellos que se quejan que no se les está poniendo la tercera dosis porque muchos van a por la primera. No obstante, los últimos datos empeoran, con 3.700 positivos detectados por la sanidad catalana, cifras que no se veían desde julio, junto a 21 personas que han fallecido. Mascarilla y vacunación van a ser nuestros únicos aliados. Cuídense.

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