Opinión

Trabalenguas en el Congreso

(I-D) Luis Planas, Félix Bolaños y Gabriel Rufián, en el Congreso.
(I-D) Luis Planas, Félix Bolaños y Gabriel Rufián, en el Congreso. EUROPA PRESS / Eduardo Parra.

La dirección de Vox va a vivir a cuadros en la XV legislatura, si es que finalmente arranca. Lo que empieza ya es una cuenta atrás para una investidura con la ronda de consultas que el Rey inicia esta semana. De hecho, los de Abascal, cuando perdieron 19 diputados, ya empezaron a verlas venir, con la salida de Espinosa de los Monteros y ahora, pese a ser la tercera fuerza política, sin silla en la Mesa del Congreso puesto que no se la ha cedido el PP:

Pero Vox debe decidir si sus votos son gratis, como reflejaba en un comunicado dominical a Feijóo la semana pasada, o se resigna a pintar poco en la oposición del Congreso, no así en el ámbito municipal o autonómico a tenor de los resultados del 28M que les han convertido en llave de gobierno mal que le pese al PP. No se quiere dar por enterado de la incomodidad que generan, también entre las filas de los populares, los únicos con los que podrían entenderse. Es difícil entenderse con alguien que ve el mundo como lo ve Vox, un mundo en el que no existe el cambio climático, a duras penas existió la pandemia, las vacunas son inútiles y las autonomías son innecesarias.

Quizás cuando se escuchen en la solemnidad del Hemiciclo dejarán de resultar ser de herramienta manipulada por los independentistas

Si la Constitución se puede cambiar para Vox lo lógico en democracia es que también se pueda modificar para los nacionalistas. Tenemos una legislatura aún sin empezar con partidos que van a vivir a costa de instituciones y normativas que no reconocen mientras se buscan a contrarreloj traductores para que un Congreso cada día más bronco. Las Cámaras son el reflejo del país y no de lo que piensa Vox. Su España no deja de ser peculiar. Que a día de hoy consideremos que las lenguas cooficiales no se puedan escuchar en el Congreso, además de en el Senado, es defender lo que no somos. Quizás cuando se escuchen en la solemnidad del Hemiciclo dejarán de resultar ser de herramienta manipulada por los independentistas.

Aunque por muchos traductores que tengamos en el Congreso difícil lo vamos a tener para traducir el día a día de una Cámara que, por muchas lenguas que allí se hablen, no lo va a tener nada fácil para avanzar en lo legislativo teniendo a menos de dos quilómetros la otra Cámara, el Senado, con mayoría absoluta del PP, con la que evidentemente no va a poder haber ningún avance en asuntos muy vidriosos que están ya sobre la mesa, como la amnistía o la autodeterminación, que reclaman los independentista.

El tema de las lenguas en el Congreso, al margen de las cuestiones legales que lo objetan, es tan fácil como limpiar las alfombras de la Cámara, no requiere mayores esfuerzos que los presupuestarios para dotar de espacio a los traductores y pagarles por sus servicios. El acuerdo político para que salga adelante esta iniciativa que el propio PSOE rechazó en su momento, con Meritxel Batet al frente, no requiere mayor esfuerzo que un acuerdo en la Mesa del Congreso, donde manda la izquierda.

Bajo la bandera de la convivencia, la defensa de la pluralidad ,vamos a tener un gobierno de difícil convivencia que por muchas lenguas que se hablen difícil lo va a tener para avanzar en los ámbitos de calado propuestos por los independentistas catalanes. La amnistía y el referéndum parecen inviables aunque veremos a ver cómo se desarrollan los acontecimientos.