Quantcast

Opinión

La tesis del crecimiento cero

Crecimiento macro y micro
Billetes de euro. Pexels

Dentro de la pobreza de argumentos políticos de la izquierda española, cada vez más sumergida y confundida con todo tipo de inventos identitarios extravagantes (todos ellos declarados enemigos de las más grandes conquistas sociales de la historia humana, cuales son la igualdad ante la ley y la libertad personal y de mercado) es notorio que, cuando tratan de economía nunca pierden el tiempo para mencionar la creación de riqueza. Sólo y exclusivamente se centran en su distribución.

Tras los evidentes desastres económicos del comunismo y el formidable triunfo histórico del capitalismo, el pensamiento progresista trata de ponerle pegas a la economía de mercado con la monserga de la desigualdad, epítome de los males del sistema. Hay que reconocer que tienen razón: frente a la miserable igualdad comunista, el capitalismo genera riqueza por doquier, eso sí, desigualmente repartida como es natural. ¿Cómo se explica que la igualdad económica se haya puesto de moda coincidiendo con la mayor igualdad de oportunidades de la historia que ha conducido al zénit de la renta per cápita y de las condiciones de vida en todo el mundo que han beneficiado muy especialmente a los más pobres?

Para el reputado sociólogo Helmut Schoeck en su ensayo La envidia y la sociedad, el envidioso “siente desplacer por los valores morales o materiales de otro, y en general, tiene más interés en destruirlos que en conseguirlos para sí”. Y añade que “el culpable de la envidia es el envidiado”. También señala que: “Al echar las anclas en el ámbito prerracional de la estructura básica del hombre, el socialismo consigue inmunizarse frente a toda refutación lógica o empírica, partiendo de la idea de que todo hombre es perjudicado por otro que no tenga la misma suerte”.

El hecho de que el culpable de la envidia sea el envidiado es la base del pensamiento suma cero que inspira a los críticos de la desigualdad, ya que dan por sentado que en la sociedad capitalista lo que gana uno lo pierde otro, lo cual es ridículamente falso. La economía de mercado es un sistema de suma positiva en el que quien aporta más valor económico a sus semejantes gana más que el que aporta menos y la suma siempre es positiva: todos ganan, eso sí, unos más que otros según el valor de mercado de sus respectivas contribuciones a la economía. Obsérvese que el valor de mercado es una institución abiertamente democrática, ya que no es otra cosa que la agregación de las libres decisiones de los consumidores, incluso si son socialistas. Mientras que Amancio Ortega hace cosas libre y universalmente apreciadas, sus críticos no hacen nada que valoren ni interese a sus semejantes; tratan -y consiguen- vivir de las subvenciones públicas que se sufragan por los que pagan impuestos mientras crean valor en la economía.

Para aquellos grotescos apocalípticos, los recursos naturales estaban llegando a su fin y las posibilidades de crecimiento de la economía eran cero; por tanto solo cabía repartir la riqueza, lo que tanto gusta a los socialistas

Por supuesto que el libre mercado compite con “élites extractivas” que lo desvirtúan y que simplemente deberían dejar de estar protegidas por las políticas socialistas –de todos los partidos– y desaparecer sin más.

Antes de que el pensamiento suma cero volviera a estar de moda, el otrora popular y progresista Club de Roma lanzó en 1972 su famosa -por el colosal fracaso cosechado de sus previsiones– tesis del crecimiento cero. Para aquellos grotescos apocalípticos, los recursos naturales estaban llegando a su fin y las posibilidades de crecimiento de la economía eran cero; por tanto solo cabía repartir la riqueza, lo que tanto gusta a los socialistas. Desde entonces, además de equivocarse por completo en sus profecías sobre los recursos naturales, el mundo ha experimentado el mayor crecimiento de población, riqueza y renta per cápita de toda su historia.

La desigualdad vuelve a estar de moda, hasta el punto de preocupar no sólo a los progresistas de toda la vida sino a otras gentes que parecían más liberales y que ahora hablan de ella como un mantra cuyo significado, eso sí, nadie desvela no sea el caso de que pudiera cuestionarse. Si Wittgenstein levantara la cabeza podría volver a decir: “Lo que se deja expresar debe ser dicho de forma clara; sobre lo que no se puede hablar, es mejor callar”.

¿De qué desigualdad económica hablan los progresistas: oportunidades, riqueza, renta, consumo,…? Mientras no revelen claramente de qué hablan –cosa que muy raramente hacen– estaremos discutiendo de metafísica, una noble disciplina filosófica cuyas formulaciones al carecer de la posibilidad de contrastarlas empíricamente no son ni ciertas ni falsas, habitan el limbo del conocimiento filosófico. La metafísica puede servir para generar confusión política, pero poco puede aclarar ni explicar sobre el progreso material de la humanidad.

El singular acontecimiento –para el progreso del conocimiento humano– del descubrimiento de la filosofía de la ciencia por parte de Kant, que se diferencia de la metafísica por ser empíricamente contrastable, abrió al pensamiento moderno una senda epistemológica basada –siguiendo a Popper– en enunciados hipotéticos susceptibles de contraste, y sobre todo, falsación empírica.

Los excesos de la desigualdad

Los alegatos contra la desigualdad de los progresistas Piketty y Stiglitz, parciales y sesgados, basados en el mundo rico y contrarios a la globalización, han encontrado en su camino una miríada de críticas académicas como consecuencia de su carácter empírico –que les honra- que los han desmontado abrumadoramente.

Sobre la desigualdad que con tanto éxito mediático agitan los progresistas, he aquí un limitado catálogo de preguntas que debieran responder los que tan preocupados andan con ella:

  • ¿Es deseable o despreciable la desigualdad?, al fin y al cabo lo más natural del mundo biológico y aún más del humano.
  • Puesto que lo natural es la desigualdad –no hay dos seres vivos ni humanos iguales- ¿quién decide los excesos de desigualdad y su cura?: ¿El estado democrático? ¿Qué democracia: la liberal o la totalitaria?
  • ¿De qué desigualdad hablamos? En términos absolutos la igualdad –en la miseria, la única posible– ha sido vasta y exitosamente experimentada por el comunismo allá donde ha reinado; con la obvia salvedad de sus élites.
  • ¿Qué China es mejor, la igualmente miserable de tiempos de Mao o la desigualmente rica de ahora? Si los chinos pudiesen opinar, no tendrían dudas al respecto.
  • Siendo la igualdad de oportunidades -es decir, ante la ley– un bien social incuestionable incluso para los progresistas: ¿Ha existido alguna vez en el mundo mayor igualdad que ahora, gracias a la caída de los comunismos, la vigencia del Estado liberal de derecho, la consecuente libertad de mercado y la globalización de la economía?
  • En las últimas décadas diversos ensayos, comenzando por el seminal de Mancur OlsonLa lógica de la acción colectiva– y luego seguidos por Daron Acemoglu, Surest Naidu, Pascual Restrepo, James Robinson e incluso el Nobel Edmund Phepls, han puesto de relieve el “capitalismo de amiguetes”; aquellos espabilados –“minorías extractivas”– que bien organizados en defensa de sus muy minoritarios intereses se benefician a costa de los demás utilizando a su favor la democracia. ¿Han propuesto los populistas algún remedio a tamaña injusticia distributiva? En realidad la propician con sus regulaciones limitadoras del libre mercado.
  • La desigualdad de la renta –la esgrimida por Stiliz y Piketty– se asocia fundamentalmente al mundo rico y es el lógico resultado de los cambios operados en la economía como consecuencia de la digitalización y la globalización económica. Más impuestos y menos libertad comercial ¿van a cambiar para mejor el destino del mundo?

La desigualdad planteada por los progresistas es una simple enmienda a la totalidad del sistema reinante e institucionalmente triunfante en el mundo: el Estado Liberal y Democrático de Derecho junto con el libre mercado capitalista. Habiendo fracasado sus pasados experimentos colectivistas y carentes de alternativa paradigmática alguna, su única finalidad es horadar, cuestionar y destruir nuestro orden civilizador. Y siendo la base de partida el pensamiento colectivista de suma cero en economía, resulta que al final todo lo que consiguen es una suma negativa: la economía española en manos del socialismo del siglo XXI, decrece y se reparte mal.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.

  • D
    Derry

    Está demostrado que los más mediocres, los peores profesionales, los mas vagos, las peores personas, siempre eligen opciones políticas que les convencen de vivir cómodamente, y sin mayor ambición, en su ''aurea mediocritas''.

  • P
    Petrarca

    La única igualdad real y que sí debería existir es la igualdad ante la Ley. Y ni siquiera ésta es real, pues los que más tienen poseen mejores abogados. En eso tendría que centrarse la igualdad y la libertad. Es tan claro que todos somos desiguales (afortunadamente), que en esto constituye la diversidad. No todos cantamos, ni escribimos, ni pintamos, ni somos igual de ágiles, ni tenemos la misma voluntad ni coeficientes intelectuales iguales, etc. De modo que el principio de igualdad, para mí, debe reservarse a dos aspectos: igualdad ante la Ley (que ya no existe) y respeto por todo ser humano que no sea un criminal (que tampoco existe). La democracia es un timo como cualquier otra forma de gobierno. Ya se dice que es el menos malo, lo que no quiere decir que sea bueno. Hacemos como que elegimos y no es cierto. La mitad de los españoles, al menos hoy, está viendo que unos sátrapas, muchos e integrados en diferentes sectas, que no Partidos de gobierno, imponen y atacan a esa otra mitad. Lo del bien común es un mito. Casi nadie lo busca y los Partidos se convierten en agencias de colocación para sus devotos. Y contra este tinglado es imposible luchar. España, si no hay un movimiento radical liberal conservador y tradicionalista, se convertirá en los nuevos Balcanes. Y no será gratis ni incruento. Volvemos a 1936 sin darnos cuenta, y aquellos que se definen conservadores y demócratas se enfrentan, acelerando la desintegración de España. Y ojo, porque en una Cataluña independiente, con el tiempo, pasaría lo mismo. El Hombre, al final, es el mismo en todas partes. Y solamente uno por cada millón (siendo optimista) es el que crea la rueda, el fuego y cada elemento que ayuda al progreso auténtico. El resto somos un montón de individualidades que no inventamos nada. Somos importantes para nosotros mismos y para nuestro entorno. Y servimos para servir a aquellos que inventan y, sobre todo, obligados a ser esclavos de los que no tienen escrúpulos.

  • W
    Wesly

    Los socialistas son maestros en el arte de mentir, manipular, dividir, fanatizar y sectarizar a la sociedad. La razón, la verdad, los hechos objetivos no existen para los socialistas. Son cosa de fachas.

    Su objetivo es colar su "relato" basado en mentiras, en medias verdades y en el olvido exprés de verdades objetivas que lo desmienten. Pretenden anular la razón y avivar las emociones negativas (odio, envidia, rencor) para apuntalar su “relato”.

    Disponen de una potente y bien engrasada maquinaria manipuladora (pagada con dinero público) que hace muchísimo daño en las mentes débiles y crédulas (que, desgraciadamente, son demasiadas).

    Para desmontar su relato manipulador, hay que ir al fondo de los asuntos y analizarlos a fondo usando la razón, la lògica, las evidencias empíricas. No hay que dejar que ningún relato manipulador quede sin respuesta. Hay que ser valientes para poner sobre la mesa las verdades que desmienten sus mentiras.

    En el caso del falaz relato sobre la igualdad de resultados (no de oportunidades) que los socialistas ponen en circulación para avivar la envidia y pescar votos, hay que dejar claro que si los ricos lo son porque ponen en el mercado productos y servicios que la gente libremente adquiere y paga, hay que agradecerselo y felicitarles. Si los ricos lo son porque han robado, entonces procede denunciarlos, juzgarlos y mandarlos a la cárcel. Si lo son porque, como muchos políticos, se autoadjudican elevados sueldos y escandalosos privilegios que nos obligan a pagar a los demás, entonces hay poderosas razones para criticarles. Si además nos llevan a la ruina económica y moral, al paro y a la deuda, entonces ya es para crucificarlos.

    Por otra parte, no existe ninguna maldición divina que obligue a los pobres a ser siempre pobres. Los pobres pueden esforzarse para salir de pobres, pueden aceptar trabajos inicialmente mal remunerados y demostrar su capacidad de trabajo, pueden juntarse con otros pobres y
    crear empresas, cooperativas, sociedades para competir en el mercado ofreciendo el producto de su esfuerzo.

    Lo que no han de hacer es esperar a que sea el gobierno quien obligue a los demás a solucionarles la vida a cambio de sus votos (clientelismo), actividad en la que los socialistas son expertos, lo que supone el expolio de las clases trabajadoras, generadoras de riqueza, alimentando con ello incentivos perversos contra esta clase trabajadora y a favor de la clase extractiva, lo que al final conduce al colapso del sistema.

    • N
      Norne Gaest

      Formidable comentario, con el que estoy totalmente de acuerdo.
      Yo añadiría, como otra pata perversa que deforma un correcto tratamiento de los asuntos colectivos, a los nazionalistas regionales, en los cuales, además de las peculiaridades malsanas que Wesley indica en los socialistas, se podrían añadir el tribalismo identitario, la xenofobia, el supremacismo... e igualmente con presupuestos falsos, puesto que la única nación que ha existido y existe en España es la propia España.

  • T
    Tony010

    "Mientras que Amancio Ortega hace cosas libre y universalmente apreciadas, sus críticos no hacen nada que valoren ni interese a sus semejantes" ROTUNDAMENTE FALSO, consiguen que les voten y encima consiguen PODER con una minoría ridícula. Desde un punto de vista de las reglas del juego actuales, su capacidad para generar valor es ENORME en términos de retorno propio, porque ELLOS SÍ SUMAN CERO, cuanto más esquilman a sus votantes, menos tienen éstos y más ellos, pero sus votantes reciben pagas EXTRAÍDAS de ellos mismos y de los envidiados, que lo aceptan mansamente, a cambio de una estúpida "paz social" (y control del BOE) que a largo plazo arruina sus negocios, pero que compensan con la internacionalización. El progresismo colectivista europeo no quiere (ni lo va hacer nunca) replicar el comunismo soviético, sino que simplemente la "socialdemocracia" (ese cáncer político consensuado que hace languidecer Europa desde hace 30 años) les sirve de coartada maravillosa para que el ENVIDIADO ceda en aras a la "justicia social redistributiva", cuyo líder actual en España no es Yolanda Díaz, sino Feijóo. Si no, atiendan su programa económico de la investidura. Esa es la GRAN MARAVILLA de la PROGRESÍA WOKE-CLIMALISTA EUROPEA.

  • V
    vallecas

    La Izquierda No está equivocada, el equivocado es usted D. Jesús que insiste con la misma argumentación (tan real como inútil). "derribar un muro a cabezazos."
    Roig (Mercadona) tiene 100 mil empleados, cotiza en España, cumple con todas sus obligaciones fiscales(debe ser la empresa mas vigilada de España) y además dona un montón de "pasta", como Amancio Ortega.
    ¿usted cree que esto no lo saben los de "izquierdas"?. Claro que si, pero les da igual. No van a renunciar a frases tan potentes como:
    "Que paguen los ricos"
    "Empresario explotador"
    "SMI 1.500.- No se puede vivir con menos"
    "Nuestros pensionistas se lo merecen todo" (Subida del 8%)

    Estas frases son ORO para la izquierda y con sus repetitivos argumentos no "vamos a ningún sitio".

  • K
    Karl

    "Más repulsivo que el futuro que los progresistas involuntariamente preparan, es el futuro con que sueñan."
    ~Nicolás Gómez Dávila.

  • N
    Norne Gaest

    Artículo denso y documentado. Esencial.

    El primer párrafo es especialmente significativo. La izquierda española es incapaz no solo de hablar de creación de riqueza, sino de aplicar políticas que la favorezcan, sobre todo con Sánchez y sus aliados neo comunistas. La demagogia progresista que abandera no consiste en hablar solo de la igualdad y la distribución, sino en el concreto y práctico despilfarro de los impuestos y los recursos públicos (hipertrofia de la casta parásita, multiplicación de organismos inútiles, la subvención y el clientelismo, etc.), así como en utilizarlos como moneda de cambio para pagar a otros felones aún peores (los nazionalistas) para seguir en el poder.

    Paso al último párrafo: una cosa es reconocer que el sistema liberal y democrático de derecho, acompañado por el mercado capitalista, sea el único que ha demostrado traer progreso con libertad, y otra cosa es que esté triunfando en el mundo. En realidad, en parte del mundo, incluyendo potencias emergentes, unas élites nada liberales utilizan las bondades del mercado para progresar y hacer competitivas sus economías, pero luego privan a los ciudadanos de la libertad política, cultural y mediática correspondiente. El caso de China es claro. Y lo malo es que Occidente ya no es tan decisivo sobre lo que pasa en el mundo.