Opinión

Tecnocracia contra democracia

El culto a la austeridad se deriva de la lógica del patrón oro y no son aplicables a los sistemas monetarios “fiat” modernos

Dólares

Europa no tiene remedio. Un gobierno de burócratas mediocres, el de Bruselas, en conexión permanente con lobbies de distinto pelaje, esos que arramplan con los presupuestos europeos, pretenden dar de nuevo un golpe de mano contra el gobierno del pueblo y para el pueblo. A la pérdida de soberanía monetaria, en favor de una estructura de bancos centrales “independientes”, alrededor del BCE, pretenden ahora dar más poder a las autoridades fiscales independientes. Bajo una aureola de imparcialidad y tecnocracia, solo han defendido, hasta ahora, los intereses de una élite distópica. Distopía es, además, siempre, sinónimo de ineficiencia.

En el origen de todo, un objetivo pueril, tratar de evitar el uso de herramientas de política económica que condujeran a las sociedades occidentales al pleno empleo. Andaba toda esta panda muy entretenidos echando pestes contra la Teoría Monetaria Moderna, cuando se les ha ocurrido dar una nueva vuelta de tuerca. Detrás de todo, una obsesión, el culto absolutamente innecesario a la austeridad de las cuentas públicas, mientras se tolera, sino se fomenta, esa droga dura llamada deuda privada, siempre alrededor de burbujas inmobiliarias, financieras, o al mero asalto a los derechos humanos básicos, vía financiarización. El consenso sobre la austeridad no se basa en ninguna comprensión lógica del sistema monetario moderno e ignora deliberadamente muchas de las opciones reales que están a disposición de los gobiernos emisores de moneda “fiat”.

El culto a la austeridad se deriva de la lógica del patrón oro y no son aplicables a los sistemas monetarios “fiat” modernos

Tras la ruptura de Bretton Woods en 1971, la mayoría de gobiernos empezaron a emitir sus monedas mediante decretos legislativos bajo un tipo de cambio flotante. Un tipo de cambio flexible libera a la política monetaria de tener que defender una paridad fija. Por lo tanto, las políticas fiscal y monetaria podían concentrarse en garantizar que el gasto doméstico fuera el suficiente para mantener altos niveles de empleo. El razonamiento es muy sencillo. Los gobiernos que emiten sus propias monedas ya no tienen que financiar su gasto, ya que los gobiernos emisores de moneda nunca pueden quedarse sin dinero.

El culto a la austeridad se deriva de la lógica del patrón oro y no son aplicables a los sistemas monetarios “fiat” modernos. Entonces, ¿qué ocurrió?, ¿por qué se empezaron a colocar las emisiones de deuda soberana en el mercado?, ¿por qué quiebran gobiernos soberanos como el griego?, ¿por qué no se hizo un rescate bancario en Irlanda y España a costa de los acreedores?, ¿qué papel jugó la independencia de los Bancos Centrales en todas estas dinámicas? No nos olvidemos del objetivo último, que el poder de financiar al Estado pasara en última instancia al mercado.

Desde el momento en que los emisores de dinero, los Estados, empiezan a ser gobernados democráticamente, las élites político-financieras decidieron, sin titubear, crear y difundir mitos que se han ido extendiendo, y que en el momento actual están muy arraigados en la intuición colectica. El objetivo no era otro que mantener sus privilegios convirtiendo la economía en una especie de religión. En primer lugar, ocultaron a la ciudadanía algo obvio, los Estados soberanos jamás pueden quebrar. En segundo lugar, promovieron la independencia de los Bancos Centrales justamente en el momento en que los Estados democráticos podían ejercer su plena soberanía monetaria y generar pleno empleo. El momento histórico en que surge el Consenso de Washington no es baladí, intentan evitar el ejercicio de la soberanía monetaria en defensa del pleno empleo en las democracias desarrolladas.

Objetivo, evitar el pleno empleo

Inicialmente, en diversos Estados soberanos, el Tesoro fijaba el tipo de interés y colocaba los bonos a los inversores. Si éstos no cubrían toda la oferta, el Tesoro procedía a un ajuste donde su banco central ajustaba los tipos y toda la emisión se cubría. El poder lo tenía el Tesoro, no el mercado. Ejemplos de esta política fueron Reino Unido, Canadá y Holanda. Pero este sistema no proporcionaba poder a las entidades financieras. Como consecuencia se substituyó por el de subasta actual, donde el poder reside en el mercado. Era totalmente innecesario.

Con ello se pretendía, en primer lugar, y por encima de todo, limitar la eficacia de la política fiscal de los gobiernos. Michal Kalecki ya en 1943 en “Political Aspects of Full Employment” exponía tres razones por las que "a los hombres de negocio" o a las élites no les gustaba, y sigue sin gustarles, la idea de utilizar la política fiscal como instrumento de política económica. Hay que seguir manteniendo comportamientos y estructuras institucionales que limiten las capacidades de gasto de los gobiernos. Esto le da a la superclase un poderoso control indirecto sobre la política del gobierno, mientras permiten dar forma a los fundamentos de cierta ética capitalista basados en que te ganarás el pan con el sudor -a menos que tengas los medios privados suficientes-. Pero sobre todo permiten que el miedo siga desempeñando su papel como medida disciplinaria.

En segundo lugar, al pasar de un sistema donde el poder lo tenía el Tesoro a otro donde se traspasa al mercado, se genera un negocio brutal a favor de la élite financiera. Para ello se desregularon los mercados, de manera las entidades financieras pudieran actuar con libertad en el mercado secundario. Pero además se permitió que las entidades financieras crearan derivados a partir de la deuda pública. El negocio estaba servido. Todas estas dinámicas son partes consustanciales al proceso de financiarización de la economía global. Estas fases terminan en depresión.

En muchos casos, sus miembros están estrechamente vinculados al sistema financiero, y han sido copartícipes de las distintas burbujas financieras generadas en las dos últimas décadas

La independencia de los Bancos Centrales se impulsa cuando se abandona el patrón oro y se impone el actual sistema monetario “fiat”. Había que cortocircuitar que los Estados soberanos pudieran y debieran utilizar las políticas fiscal y monetaria para garantizar altos niveles de empleo. Uno de los instrumentos utilizados para ello fue promover la independencia de los Bancos Centrales, formados aparentemente por tecnócratas que evitarían el manoseo de los políticos, y actuarían en nombre del bien común. El problema es que los miembros de dichos Bancos Centrales tienen un “background” alrededor de teoría neoclásica, que repudia en su inmensa mayoría el uso de la política fiscal y de la soberanía monetaria. Pero además, en la mayoría de los casos, sus miembros están estrechamente vinculados al sistema financiero, y han sido copartícipes de las distintas burbujas financieras generadas en las dos últimas décadas y del rescate bancario a costa de la ciudadanía.

En su momento hicimos referencia a un magnífico artículo publicado en el Irish Time, donde Morgan Kelly, un académico irlandés, detallaba las discusiones sobre el rescate irlandés de finales de 2010. Frente al interés del Fondo Monetario Internacional de que hubiera quitas -magnifica visión de la crisis económica y financiera del malogrado Strauss Kahn-, el BCE, y el hombre de Wall Street, Timothy Geithner, se opusieron. Defendieron a los acreedores bancarios, y como dice el autor, lo que realmente subyacía en el mensaje de Irlanda era lanzar un aviso a España de no tocar a los acreedores.

Amenazaron a Irlanda con la quiebra si el gobierno trataba de realizar alguna quita a los acreedores bonistas de los bancos quebrados

En un libro sobre el que fuera ministro de Finanzas en aquella época, y ya fallecido, Brian Lenihan; el gobernador del Banco de Irlanda desde 2009, Patrick Honohan, explicaba cómo el personal de la Troika y los funcionarios del Banco Central Europeo amenazaron a Irlanda con la quiebra si el gobierno trataba de realizar alguna quita a los acreedores bonistas de los bancos quebrados. Concretamente entregaron un ultimátum al señor Lenihan el 26 de noviembre de 2010, y como explica el propio Honohan "por alguna razón, esperaron hasta después de este enfrentamiento para informarme de esta decisión, que al parecer había sido tomada en una teleconferencia de muy alto nivel a la que no fue invitado ningún representante irlandés". El BCE y sus funcionaros actuaron en realidad como matones prepotentes, defendiendo exclusivamente a los acreedores y a las élites bancarias. Sobre la Sareb y el rescate bancario patrio, más de lo mismo, doble taza. Y ahora pretenden dar más poder a las autoridades fiscales independientes. Lo dicho, lo llaman democracia cuando no lo es.