Opinión

La "normalidad" del subfusil

Escolta de Sánchez en Barcelona

En la iconografía del siglo XX ha quedado grabado para siempre aquel 11 de septiembre de 1973 con la impactante imagen del presidente de Chile, Salvador Allende, saliendo del santiaguino Palacio de La Moneda protegido por sus escoltas del golpe de Estado que estaban dando en ese momento Augusto Pinochet y sus conmilitones.

Una fotografía cargada de dramatismo por lo explícito del momento, fusil en mano el propio Allende, manteniendo hasta el suicidio la dignidad del cargo de presidente democrático que las generaciones venideras convirtieron en símbolo.

La foto de ese tuit, la penúltima que se tomó a Allende antes de suicidarse en su despacho, nos habla de un tiempo de revoluciones y contrarrevoluciones; cada elemento de la misma es diseccionable, y más que ninguno, las armas cargadas y sin seguro de Allende y sus escoltas mirando al cielo desde donde les llovían las bombas de Pinochet y los suyos.

Los españoles, tan ufanos de nuestra Transición, nos creemos vacunados del lenguaje de las armas y el guerracivilismo, pero las imágenes de Barcelona ardiendo nos han alarmado, mucho, porque nos recuerdan que, como el Dinosaurio de Monterroso, nuestros demonios familiares siguen ahí.

Y la fotografía que ilustra este artículo, donde se puede ver a un policía protegiendo a Pedro Sánchez, subfusil en mano, dentro del vehículo de escolta presidencial no puede ser más dañina... porque desmiente la supuesta "normalidad" catalana que viene repitiendo día sí día también el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.

El Gobierno argumenta que, en términos operativos, la escolta hizo lo que todos los días... pero no todos los días tienes enfrente un enemigo que 'dispara' propaganda

Argumenta el Gobierno que, en términos operativos, el escolta no hizo nada distinto de lo que hace todos los días para garantizar la seguridad de la segunda autoridad del Estado. No me cabe duda... Pero no todos los días tienes a un enemigo que 'dispara' propaganda al menor descuido ni unas elecciones a la vuelta de la esquina.

Porque esa fotografía llega en el peor momento para el presidente del Gobierno en funciones, cuando los sondeos registran un descenso paulatino al PSOE y un ascenso del PP y Vox, porque es munición de lujo para sus adversarios.

De un lado, el independentismo, que no ha dudado en usarla como argumento de que España no quiere "diálogo" con Cataluña -ya saben, diálogo, en el lenguaje independentista significa, más o menos esto: "O ponéis fecha al referéndum de autodeterminación o no habrá arreglo"-; y, por otro, PP, Ciudadanos y Vox no han dudado en desmentir la "normalidad" de Marlaska.

Que pasen cuanto antes las elecciones del 10 de noviembre y que Barcelona deje de ser ese inmenso decorado de directos televisivos, 'selfies' y asco en el que se ha convertido a mayor gloria de un Quim Torra que seguirá 'tocando la lira' mientras no le inhabiliten los tribunales.