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Opinión

¿Socialistas arrepentidos? Ni por pienso

Emiliano García-Page y su hermano gemelo, Javier, abrazan a Pedro Sánchez
Emiliano García-Page y su hermano gemelo, Javier, abrazan a Pedro Sánchez. EFE

En el capítulo XIV de la segunda parte del Quijote se narra un gracioso sucedido entre Sancho y el escudero del Caballero del Bosque. Ambos señores han quedado en batirse con las primeras luces del amanecer, porque -atentos Sánchez y Cerdán-, no “es bien que los caballeros hagan sus fechos de armas a oscuras, como salteadores y rufianes. Cervantes nos informa de que será una “sangrienta, singular y desigual batalla”, y entonces uno cree aún más en lo atemporal del gran libro, porque singular y desigual batalla es la que se libra ahora en la arena de la política española. Lo que desde el PSOE se hace no lo hemos visto antes, y en tanto que las leyes son ninguneadas sin ningún rubor, el duelo resulta claramente desigual. Cuando el tramposo tiene el BOE en sus manos, anda escaso de escrúpulos y sus mentiras son declaradas meros cambios de opinión, no hay quien lo gane. Qué se le va a hacer.

Más allá de las críticas de García Page -en realidad pellizcos de monja-, no conozco a ningún militante socialista disconforme con lo que a los demás nos parece una barbaridad, sea la amnistía, sea la moción en Pamplona

Vuelvo al Quijote. Los dos caballeros mandan a sus escuderos que les vayan preparando los pertrechos y caballos para el desenlace. Mientras hacen su trabajo, el escudero del Caballero del Bosque le dice a Sancho que es costumbre en Andalucía que, cuando dos nobles caballeros andantes pelean, sus escuderos han de hacer lo mismo. Sancho, que ya anda mosqueado con su oficio tras recibir palizas y manteos que no imaginó responde tajante: “Esa costumbre allá puede correr y pasar con los rufianes y peleantes, pero con los escuderos, ni por pienso”. Esta expresión, que con frecuencia aparece en un libro en el que casi todo resulta real y a su vez fantasioso, la repite muy a menudo Sancho, y quiere decir en modo alguno, para nada, imposible.

Ni por pienso, eso mismo es lo que he pensado cuando escuché al dirigente de la Unión del Pueblo Navarro (UPN) Javier Esparza asegurar que tiene su móvil lleno de mensajes de socialistas arrepentidos con lo que está pasando en Pamplona. Y dice más: que el pacto de los socialistas con EH Bildu no le saldrá gratis a Pedro Sánchez. Ni por pienso, señor Esparza, ni por pienso.

Yo no dudo de que Esparza diga la verdad, pero querría ver quienes en el PSOE muestran arrepentimiento tras el pacto con Otegi. El arrepentimiento en privado tiene mucho de cobarde y más aún de mendaz. No sirve. Más allá de las críticas de García Page -en realidad pellizcos de monja-, no conozco a ningún militante socialista disconforme con lo que a los demás nos parece una barbaridad, sea la amnistía, sea la moción en Pamplona. No, miren, Sánchez no se parece al partido, es el partido el que se parece a él, a ver si nos vamos enterando de una vez.

El arrepentimiento conlleva mudanzas de varios tipos, ideológicas y materiales, pero aquí no se han producido y no se esperan. Todos siguen en el mismo sitio. El PSOE es una iglesia, una religión que recuerda hoy a esa parte perturbada de los católicos que creen que el Papa Francisco es el anticristo. Se les nota incómodos y desanimados, pero ya vendrá otro Pontífice en un concilio/congreso en el que el Espíritu Santo esté más atinado. Nadie se muda de congregación, y menos de Iglesia. En el PSOE lo mismo. Sánchez será lo que sea, pero la fe socialista no se rompe, y por eso el PSOE es un partido enmudecido y pastueño. Churchill sostenía que se puede cambiar de partido por cuestiones de principio, pero no los principios por cuestiones de partido. Para qué seguir.

Lo acaba de hacer presidente un tipo que se asocia con la ultraderecha europea y tiene sospechosas relaciones con Rusia y se permite hablar de contubernios. Con un par. O con un trastorno, como quieran

El atribulado Javier Esparza da la impresión de que, como Pedro Sánchez, padece un trastorno de la despersonalización, también llamado por los psiquiatras de la desrealización. Ese trastorno hace que algunas personas no sientan que forman parte de la realidad. Así, Pedro Sánchez, el mismo que suscribe pactos con secesionistas, el que se va a retratar con un prófugo de la Justicia, el que hace que se muevan las sepulturas de los asesinados por ETA, el que indulta a delincuentes malversadores y amnistía a quien lo ha hecho presidente del Gobierno, se permite acusar a Manfred Weber, líder del PP europeo, de ser cómplice en el contubernio -ojo a la palabreja de reminiscencias franquistas-, de su partido con la ultraderecha.  Solo desde el trastorno que te impide entender la realidad se puede decir semejante sandez, estando como está Sánchez en compañía de lo mejor de cada casa. Lo acaba de hacer presidente un tipo que se asocia con la ultraderecha europea y tiene sospechosas relaciones con Rusia y se permite hablar de contubernios. Con un par. O con un trastorno, como quieran. 

Pero Esparza sigue mostrando los mismos síntomas que Sánchez cuando asegura que éste entiende la política como un juego de tronos, y que “esta moción no le va a salir gratis”. Pero dónde vive el dirigente de UPN, qué periódicos lee y qué radios escucha. A Sánchez le vienen saliendo gratis sus caprichos desde que le dio al PSOE la vuelta como a un calcetín y nadie ahí se lo reprochara. Si no le salieran gratis sus desatinos no estaría en la Moncloa, ni viajando en el Falcon, ni insultando a los conservadores en el Parlamento Europeo, ni pactando con los herederos de ETA, ni acordando con los que quiere romper España y de paso terminar con Felipe VI, por cierto, lo único que funciona con decencia y rigor en este país.

Esparza debe medir bien sus fuerzas, lo mismo que Feijóo. Cuatro años son muchos años, pero suelo ocurrir que, siendo verdad que el Gobierno desgasta al que lo ejerce, más desgasta al que no lo tiene y lo pretende. Conviene administrar bien las energías porque el partido será largo. ¿Pagará Sánchez sus despropósitos? Ni por pienso. Y menos si Esparza no entiende que Sánchez se crece cada vez que alguien utiliza la prosa más áspera y faltona. A estas alturas debería saber que llamar a los socialistas navarros 'escoria' o a Sánchez 'trilero' sólo facilita las cosas al de la Moncloa. El insulto define siempre a quien anda flojo de argumentos. Y no debería ser el caso cuando sobran con los que hay y los que han de venir. 

Y para terminar como empezamos, y a modo de felicitación navideña, ahí les dejo lo que don Quijote le dijo a su escudero cuando este mostraba flaqueza y ganas de abandonar porque lo que se le prometió no llegaba: Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades.

No creo que nos quede otra esperanza. Y tenga usted una Feliz Navidad. 

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  • G
    Guagua

    Desesperanza no amigo. Alguien o algo acabará con él.