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Opinión

La soberbia de Sánchez planea sobre las dunas del Sáhara

¿Qué le queda a España?, qué interés o contrapartidas obtiene?, ¿qué respecto a Ceuta y Melilla?, y, ¿qué las aguas territoriales de Canarias?

Pedro Sánchez y el rey de Marruecos, Mohamed VI

El reconocimiento por parte del PSOE de Sánchez de la soberanía marroquí del Sáhara Occidental surge tras un acuerdo multinacional, en especial, tras las necesidades estadounidenses y europeas en África: es preciso confrontar con Rusia y China en este continente. La competencia por las materias primas es feroz, y en ese sentido, el Magreb es esencial para las aspiraciones de unos y otros. En este contexto, es comprensible el giro alemán expresado por Annalena Baerbock, su ministra de Exteriores, quien manifestó la intención del gobierno socialdemócrata de restaurar las relaciones, rotas desde mayo del 2021.

Desde el apoyo explícito dado por Trump a Marruecos en diciembre del 2020, son varias las delegaciones consulares abiertas en el Sahara Occidental. Antes, Marruecos formaliza relaciones con Israel -en realidad, amigos desde hace décadas- a pesar del rechazo de la calle, que lo considera indigno. Pero este acercamiento era inevitable, y fue escenificado con Israel en los acuerdos de Abraham (diciembre del 2020), lo que implica la venta de armas y exploración de hidrocarburos en Dajla por parte israelí.

Probablemente, muchos españoles están aliviados tras la restauración de relaciones con Marruecos. Se percibe cierto agobio cuando el majzén solivianta la inmigración ilegal. Cada vez que sucede, nos recuerdan la extrema fragilidad geográfica de las dos ciudades autónomas.

Está amparado por su inseparable socio francés. Ambos son como matrioskas de la francofonía, con todo lo que conlleva en términos políticos y económicos

El gobierno real marroquí está exultante. De ahí la urgencia con la que ha anunciado, antes que nadie, su gran triunfo diplomático. Son 252.000 kilómetros cuadrados, recursos minerales y pesqueros de consideración y una presencia todavía mayor en África occidental. Comparten el malikismo (esto es, una escuela de derecho de la escuela sunni). Marruecos es el catalizador de esas sinergias del África Occidental . Está amparado por su inseparable socio francés. Ambos son como matrioskas de la francofonía, con todo lo que conlleva en términos políticos y económicos. Además, presentan un islam aceptable para la antigua metrópoli y Europa.

Hay que reconocer a Marruecos una gran habilidad diplomática en lo sucedido durante estos años. Todos son vientos favorables. El país crece por encima del 5% anual y tiene una proyección militar y estratégica evidente. Sin embargo, estos datos no muestran la concentración de poder y medios en muy pocas personas, muy bien conectadas en un Estado hiper clientelar.

Los vecinos llevan décadas bailando un tango a cara de perro, con las fronteras cerradas y amenazas con el Polisario de fondo. En realidad, es un clásico de la política canalla de todos los tiempos

¿Qué respuesta dará Argelia? Ambos países nutren a sus ejércitos de armas muy sofisticadas. En el caso marroquí, está armado por EE. UU. Francia y Arabia Saudí entre otros. En ocasiones se trata de un material entregado a fondo perdido. Hay quien se pregunta si ambos irán a la guerra. Sin embargo, hasta agosto del 2021, Argelia era el segundo máximo proveedor africano de Marruecos, tan solo después de Egipto. Los vecinos llevan décadas bailando un tango a cara de perro, con las fronteras cerradas y amenazas con el Polisario de fondo. En realidad, es un clásico de la política canalla de todos los tiempos; apuntar al exterior cuando peor está el solar patrio.

En Marruecos saben que el Sahara Occidental, su gran provincia del sur, es un pozo opaco donde los dineros se evaporan. Sin embargo, poco importa, porque en sus escuelas se enseña que el Gran Marruecos ha sido amputado y es preciso ser grandes de nuevo. Se puede considerar desde una perspectiva cultural que así es, pues ese Marruecos medieval difuso, en forma de los diferentes sultanatos, fue uno de los centros distribuidores de poder entre el África negra, el Magreb y Europa.

Una vez logrado este éxito, ¿qué le queda a España? ¿qué interés o contrapartidas obtiene? ¿qué respecto a Ceuta y Melilla? ¿Y las aguas territoriales de Canarias? Apoyar el plan de autonomía marroquí del Sáhara es simplemente reconocer su soberanía.

El gesto de Sánchez es tan audaz como soberbio. Porque no contar con los principales partidos españoles parece kamikaze…a menos que lo haya sondeado antes, y ahora, cada cual interpreta su función. Pero hay otra lectura interesante: Marruecos ya no tiene ningún obstáculo de relevancia; tan sólo los tribunales internacionales.

Argelia llama a consultas a su embajador. Es lógico pensar que es un gesto obligado, por mucho que su gobierno fuera informado con anterioridad. ¿Cómo reactivar en estas condiciones el gasoducto Argelia-Marruecos-España después de su cierre?

¿Y qué decir de la parte saharaui? El derecho internacional es un muñecote al que se zarandea de vez en cuando, y en otras ocasiones, se menta solemnemente a conveniencia. ¿Qué de los miles y miles de desplazados? Marruecos señala que España ha vuelto al “buen camino”, es decir, al que indica el majzén. ¿Qué sucederá cuando se desvíe de la senda trazada? ¿Volverán a abrir las fronteras y a alentar a sus jóvenes a llenar Ceuta mientras cierran el país a sus súbditos durante la operación del estrecho? ¿Cuántos años de tregua dará el vecino? Tal vez se inicia un nuevo proceso. Imaginemos una continuidad entre España, Marruecos y Argelia. Una zona conjunta de prosperidad. Todavía parece una ilusión, porque hay auténticas barreras históricas y mentales entre ambos lados del mediterráneo. Por eso, mentar a la razón y a la política realista sin el consenso (aparente) de los grandes partidos políticos españoles es provisional.  

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