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Opinión

Acosar la lengua

Una cosa es defender que en la pública se haga una cosa y luego llevar a la privada a tus hijos para que salgan mejor preparados

Manifestación contra la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) respecto al castellano.
Manifestación contra la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) respecto al castellano. Europa Press

En Cataluña no se deja de acosar a las lenguas dependiendo del bando político desde el que se mire. Cuando el debate entra en el terreno judicial, sabemos de sobra que es un debate que desgasta, que agota, que es innecesario porque no prevalece lo que debe prevalecer en cualquier centro escolar que es la excelencia educativa. El próximo curso se aventura un calentón descomunal para los directores de las escuelas que, bajo su criterio pedagógico, deberán aplicar cómo se imparte el castellano, si más o menos, en función del tipo de población que tengan. Evidentemente, no es la misma población en Mataró, Arenys de Mar, Santa Coloma de Gramanet que en Olot, Ripoll, o Sant Llorenç de Morunys aunque con seguridad podemos afirmar que en todos estos municipios se habla catalán y castellano, otra cosa es si el nivel es el adecuado.

Al final, lo que cala socialmente es que se buscan problemas donde no los hay y que la política, lejos de luchar por la utilidad, lucha por la supervivencia, su propia supervivencia. Parece que interesa, a juzgar por las horas mediáticas que se dedica a este asunto, poner sobre la mesa que en Cataluña hay un problema con la lengua cuando la lengua no deja de ser una riqueza que desde hace décadas sufre acoso.

Este es el debate de la educación pública porque en la privada no hay debate, se enseñan en simultáneo tres o más idiomas sin que ello suponga ningún problema. Defender el catalán no debe ser solo asunto de independentistas sino de todos, como también debe ser de todos defender el castellano no poner ambos en conflicto.

Quizás el debate sería apostar por lo público, dotarlo de todos los recursos necesarios como, por ejemplo, de los imprescindibles ratios escolares para evitar masificaciones

¿Quién no está de acuerdo en que cuantos más idiomas sepamos mejor? Probablemente nadie porque la abundancia de conocimientos es un beneficio para todo el mundo, pero no todos tienen económicamente acceso a esa situación de privilegio. La hipocresía también va de dinero. Una cosa es defender que en la pública se haga una cosa y luego llevar a la privada a tus hijos para que salgan mejor preparados. Quizás el debate sería apostar por lo público, dotarlo de todos los recursos necesarios como, por ejemplo, de los imprescindibles ratios escolares para evitar masificaciones y que se pueda atender como corresponde al alumnado. Algo básico que no está pasando en nuestros centros públicos.

Mientras la política acuerda in extremis una ley de la lengua similar a la ley de inmersión en la que está de acuerdo el 80% de la Cámara catalana, será el TSJC quién decida si sigue adelante con la imposición legal del 25% del castellano en las escuelas. Acuerdo político para luchar contra este acoso y derribo de unos y otros lo hay, aunque haya sido a última hora. Ahora falta otro acuerdo político que que no dé la espalda a algo que ocurre cada día en nuestros centros educativos, otro acoso que no se está haciendo visible y para el que sería necesario también un pleno específico en el Parlament en el que los políticos legislen, sean útiles, tomen medidas para que ningún niño, niña o adolescente sea víctima de burla por parte de sus compañeros mientras el colegio mire hacia otro lado. Y sea el acosado el que lo sufra en silencio, el que se vea forzado a cambiar de centro, el que pida ayuda psicológica mientras el acosador campa a sus anchas sin recibir reproche ni, menos aún, castigo.

Cuando un niño pega a otro, cuando lo insulta, cuando se burla, cuando se pelean en el patio y nadie interviene escuchamos voces que lo justifican con la típica frase de “son cosas de niños”

Al finalizar la pandemia NACE, la asociación No al Acoso Escolar alertaba de que las denuncias representan una mínima parte de los casos de bullying en las escuelas porque no todos se atreven a denunciar revelándonos la presidenta de la entidad que “en todos los centros escolares, cada día hay casos de bullying”. Cuando un niño pega a otro, cuando lo insulta, cuando se burla, cuando se pelean en el patio y nadie interviene escuchamos voces que lo justifican con la típica frase de “son cosas de niños” como si no tuviéramos que educar desde la infancia en el respeto a los demás y que pegar, insultar o burlarse de otro no es la forma de comportamiento adecuado.

El debate del catalán debería, por el bien de todos, llegar a su fin, alcanzar un acuerdo de máximos en beneficio del aprendizaje, de primar una enseñanza basada en la excelencia no en el sectarismo, de potenciar la riqueza bilingüe que tenemos en Cataluña, Galicia o País Vasco. Con ese acuerdo sobre algo tan vital cómo es el idioma en el que se vive, convive y se expresa en los centros escolares, y fuera de ellos, debería propiciar la consecución de grandes consensos para dotarnos de una escuela pública de calidad, con medios y en la que nadie se sienta perseguido o desplazado.

No hay inclusión que valga sin recursos, unos centros de los que nuestros hijos salgan sobradamente preparados para contribuir a la consolidación de una sociedad más justa y respetuosa, que puedan vivir esos años de aprendizaje sin ningún tipo de acoso ni por la lengua en la que se expresan, ni por su físico, ni por sus dificultades de aprendizaje. Ese acoso, el realmente rechazable, contra el que hay que luchar, sí que debería ponerse en el centro del debate pero quizás no capta la atención de tantos votantes. Cuídense.

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  • P
    Pabloperez

    Ítem más. Recurres a mantras ridículamente falaces, como ese de la riqueza que supone que en un territorio se hablen dos lenguas. Es falso salvo en un caso especial. Según tú, Camerún tendría una gran riqueza, ya que en ese país se hablan más de 250 lenguas.

    Luego está eso de que cuantas más lenguas se aprendan mejor, así, sin más. A ver, muchacha, el tiempo y el esfuerzo que uno dedica a aprender una cosa, no lo dedica aprender otra, y recibir la enseñanza, total o parcialmente, en una lengua distinta de la materna supone AXIOMÁTICAMENTE un doble coste de oportunidad, que solo se verá compensado por el hecho de tener mucho interés en aprender una lengua diferente de la materna. Es perfectamente lógico que a un hablante de una lengua muy hablada no le interese mucho dedicar tiempo y esfuerzo en aprender muy bien una poco hablada, ya no digamos si los hablantes de esta hablan aquella u otra muy hablada en el mundo. No sé si lo pillas.

  • P
    Pabloperez

    Muchacha, vaya confusión de conceptos tienes. Las lenguas no sufren, no sienten, carecen de derecho alguno, no pueden ser atacados, acosadas u oprimidas. Punto pelota. Obligar a todos a ejercer una determinada opción cuando existen varias compatibles en su ejercicio individual, aunque sea la preferida por la mayoría, es un acto de totalitarismo. Lo único aceptable es permitir elegir y que las personas no tenemos NINGÚN deber hacia lengua alguna, ni los poderes públicos ponernos al servicio de una lengua. No hay nada que votar al respecto, a ver si te enteras.

  • P
    PCP

    Hola Imma, tu artículo me parece que manifiesta una posición equidistante que, además, desenfoca el fondo del problema que tenemos en Cataluña. Me sorprende tu equidistancia en este asunto cuando en tu posicionamiento con respecto a los conflictos escolares criticas esa equidistancia por parte de los profesores.
    Cuando dices:"Mientras la política acuerda in extremis una ley de la lengua similar a la ley de inmersión" ¿A qué ley de inmersión te refieres? De todos modos si es tan semejante al nuevo proyecto ¿Por qué le están dedicando tanto tiempo y han cambiado una modificación pactada por la mayoría de partidos de la ley de Política lingüistica del 98 por un nuevo proyecto de ley?
    Te copio un artículo importante de la Ley de Normalización del 83 para que juzgues tú misma si el nuevo proyecto que van a llevar al Parlament se parece en algo a este:

    DE LA ENSEÑANZA

    ARTICULO 14


    2. LOS NIÑOS TIENEN DERECHO A RECIBIR LA PRIMERA ENSEÑANZA EN SU LENGUA HABITUAL, YA SEA ESTA EL CATALAN O EL CASTELLANO. LA ADMINISTRACION DEBE GARANTIZAR ESTE DERECHO Y PONER LOS MEDIOS NECESARIOS PARA HACERLO EFECTIVO. LOS PADRES O LOS TUTORES PUEDEN EJERCERLO EN NOMBRE DE SUS HIJOS INSTANDO A QUE SE APLIQUE.
    Para finalizar: El tema no va de la enseñanza del castellano, sino de la enseñanza en castellano. No se trata del castellano como asignatura sino del castellano como lengua vehicular y de aprendizaje.
    Saludos

  • A
    Arcano1964

    La solución siempre ha sido y siempre será la escocesa: que los padres elijan la lengua vehicular en los estudio de los menores. Cuando sean adultos ya decidirán ellos

    El error de la inmersión lingüística es un error de manual. Los que la defienden, parecen que son de la época franquista, donde no se permitía el uso oficial del catalán.

    Hay que viajar más, Europa misma está llena de multilingüismos

    • P
      Pabloperez

      Querrás decir el modelo galés. El modelo que se aplica en Cataluña es una aberración pedagógica en ideológica, y el que defiende el PP es una estafa pedagógica en ideológica. Ninguno de ellos se aplica en país civilizado alguno. En Finlandia, Galés, Irlanda, Alto Adigio, Región de Bruselas, etc., se puede elegir.