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Opinión

Sánchez apuesta a fondo por Almeida

Hay tufillo de urnas, ruido de papeletas, ajetreo de calendarios. Moncloa relanza la ofensiva sobre Madrid. Prepara ya el asalto al Consistorio

Sánchez apuesta a muerte por Almeida
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. EP

Incapacitados para la gestión, inútiles para el gobierno, refractarios al esfuerzo, los políticos españoles ocupan sus estériles jornadas contando las horas para los siguientes comicios. Y mientras llegan, se afanan en el tedioso ejercicio del parloteo, el chamullo, la cháchara, eso que ellos denominan 'hacer declaraciones'. La mayor de las veces, apenas logran averiguar ellos mismos qué han pretendido decir, e incluso algún extraño lo descubre antes, si hubiera caso. Abundan en la nadería y se piensan, con Severo Casio mencionado por Séneca, que dicen mejor cuando no han reflexionado nada, lo que sucede con pasmosa frecuencia. Lo importante es ocupar unos centímetros de titular, unos segundos de micro, un flashazo en la pantalla.

Salvo contadísimas excepciones, como Ayuso, Bonilla y alguno otro, la clase política nacional apenas dedica su tiempo, o así parece, a algo más que sacarle brillo a su lengua de madera, a imitar torpemente a las cotorras argentinas del Retiro, a abrumar a auditorios fantasmas con mensajes sicalípticos que producen erupciones cutáneas y dificultades digestivas.

Se olvidan del consejo de Platón sobre que la longitud o brevedad no son méritos que quiten o den valor a un mensaje. Su empeño es acaparar atención, ocupar espacios, destacar en lo más alto sin pensar en que cuanto más arriba se coloquen más muestran el tafanario. En suma, poca cosa digna de admiración, un sortilegio de desatinos, una letanía de sandeces. Les ocurre lo que a los leones de Wittgenstein, que si alguno aprendiera a hablar, nada les entenderíamos.

Andalucía encabeza la procesión

La primera cita con las urnas en nuestro calendario electoral corresponde a Andalucía, en invierno del año próximo. Demasiado lejos para nuestros inquietos políticos que andan ya, ansiosos, mareando fechas y almanaques para sembrar el ambiente de ese tufillo a papeleta en el que tan agradablemente se manejan. Se excitan con el olor a elecciones, como si fuera el Chanel Nº5 de Marilyn o el napalm de Robert Duvall.

El presidente de la Junta, Juanma Moreno Bonilla, se resiste al adelanto, pese a que hay líos con sus socios de Cs y pese a que no ha logrado aprobar los presupuestos. Por si fallan las urnas del sur, se mueven ya las del norte, las de Castilla y León, donde Alfonso F. Mañueco también hace cábalas y parece tener prisas. Incluso Ximo Puig, esa mueca de comadreja, ese entrecejo de ratón de campo, tampoco le hace ascos a tañer la campana y a adelantar.

De momento, quien se mueve es el PSOE, pues Sánchez aún sangra por la herida que le infirió Ayuso justo en el tercer espacio intercostal, el punto débil de los vampiros

Unos quieren huir de la concurrencia masiva de mayo del 23, cuando tocan las regionales y municipales. Otros pretenden sacar partido a algún guiño demoscópico. El caso es que desde mayo, cuando la apoteosis de Ayuso, no se ha vivido una contienda y, aunque fue hace nada, la clase política anda con mono. Incluso en la ciudad de Madrid se están registrando movimientos inesperados, trasiegos inconexos, señales de que algo se mueve. De momento, quien se mueve es el PSOE, pues Sánchez aún sangra por la herida que le infirió Ayuso justo en el tercer espacio intercostal, donde los vampiros.

En Madrid está todo, Paracuellos y el Valle, la Corte y la movida, Sacha y el Bernabéu, el Prado y la Gran Vía. El PSOE no gobierna Madrid desde Barranco y Leguina, ilustres caballeros de la Transición y el cuaternario. Cuando emerge este asunto en los debates del sanedrín del progreso, Sánchez se torna irascible, incapaz de contenerse, lanza bramidos y quiere cortar cabezas. Dio instrucciones a su equipo de aprovechar la pandemia para arrasar con el PP madrileño. Logró el efecto contrario. Fue Ayuso quien salió más fuerte.

Ahora, y dado que demoler a la lideresa ('la mayor estrella política del año", según el WP) es asunto al que se dedica obsesivamente Casado, el presidente del Gobierno ha puesto los ojos en José Luis Martínez Almeida, a quien 'millones de sombras le acompañan', por decir con Shakespeare. La alcaldía de Madrid también es apetitoso bocado y, como en Ferraz ya no dan una desde que expulsaron al pobrecito José Luis Ábalos con cajas y maletas destempladas, se ha puesto Moncloa a la faena. En concreto, Félix Bolaños, el nuevo factótum de Presidencia, un hombre de partido que también lleva clavada en su pequeña alma la espinita de Madrid, se ha hecho cargo de los mandos de la operación.

Ha querido facilitarle la labor para que prosiga en la alcaldía y le ha colocado enfrente a una candidata estropajosa y marrullera, inconsistente y débil, conjurada para perder

Acaban de designar a una Mercedes González, que ni siquiera existe en la wiki, como secretaria general de la Agrupación Socialista de Madrid capital, un artefacto también recién inventado que pretenden convertir en la autopista hacia el cielo de tan ilustre dama. González, madrileña, 46 años, comunicóloga, actual delegada del Gobierno de la que apenas se tenía noticia salvo por dos dudosas actuaciones. Una, la manifestación ultra en Chueca, que le salió a la izquierda el tiro por la culata, y otra, el rifirafe que sustuvo con Almeida en una rueda de prensa conjunta cuando los peores momentos de la pandemia. Destacó entonces González por su hablar retador, su estilo pendenciero, empeñada en buscarle las cosquillas al alcalde sin conseguirlo. "A la salida cobramos", apuntó la susodicha sin duda criada intelectualmente en la órbita de los monologuistas de Contreras. Los periodistas que cubrían el acto se quedaron de piedra y ella seguía con las patadas. Una puesta de largo muy poco adecuada.

Sánchez la aprecia y valora, por eso la ha designado para recuperar Madrid. Un estilo agrio, un decir áspero, más cerca de Rita Maestre que de Pepu Hernández. Más o menos ese perfil que tanto molesta en Madrid. Quiere doña María de las Mercedes robarle votos a MM, médica y madre, Más Madrid, Mónica García, segundo grupo en el Consistorio, con su hablar faltón y arrabalero. No logrará superar al original. M y m es la top one en la alegre cofradía de las agrias bronquistas.

Sin duda Sánchez, que, desde su frenético Falcon, adora el esfuerzo anti CO2 del Madrid Central del alcalde, que está entusiasmado con la forma en que se desempeña como portavoz nacional del PP poniendo zancadillas a la presidenta, ha querido facilitarle la labor para que prosiga en la alcaldía y le ha colocado enfrente a una candidata estropajosa y marrullera, inconsistente y débil, conjurada para perder. Mientras esté Ayuso, nunca conquistará Sol. Mientras esté González, le ocurrirá lo propio con Cibeles. Hay Almeida para rato.

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