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Opinión

La política de bloques ha acabado

Pedro Sánchez e Inés Arrimadas en una reunión previa al coronavirus.

La política de bloques ha acabado. Cierto que nadie dice que no pueda volver, pero de momento, el concepto del bibloquismo puede darse por sentenciado. Parece una buena noticia que las líneas rojas que antes incompatibilizaban a fuerzas con intereses comunes hallan sido borradas por la vía de los hechos, sin grandes alharacas, ni mesas donde se solemnizan acuerdos con intercambio de cartapacios y banderas flanqueando. La España de los bloques ideológicos que se ratificó con la foto de Colón se ha esfumado gracias a la tolerancia básicamente, de dos partidos que se habían prometido antagonismo eterno: Ciudadanos y Unidas Podemos.

Corría el mes de enero del 2016, España se había enfrentado a una situación no prevista por la Constitución, el candidato nombrado por el Rey, desdeñaba la invitación a formar gobierno y no había manera de convocar elecciones si no se celebraba la sesión de investidura fallida. Pedro Sánchez asumía el encargo sabiendo que las posibilidades eran escasas, pero no imposibles, así que apostaba por la vía de un Gobierno parlamentario, trasversal en lo ideológico, con independientes de varias sensibilidades y volcado en el Congreso. En aquel momento, Sánchez las llamó las 'tres fuerzas del cambio' en un marco conceptual en la que cabían PSOE, Podemos, Ciudadanos y excluían al PP. La historia es conocida. El pacto del abrazo entre socialistas y naranjas supuso un muro infranqueable para los morados, que vieron en la repetición electoral y su suma con IU la posibilidad real de un sorpasso. Y ahí nació la política de bloques, un nuevo eje que sustituía al de nueva y vieja política, en la que Podemos y Ciudadanos compartían espacio.

Cuatro años y tres elecciones generales después, moción de censura añadida, Ciudadanos y Unidas Podemos han decidido borrar todas las líneas rojas ficticias que se inventaron para hacer política. Las motivaciones son diversas, algunas inconfesables, pero todas tienen que ver con eso de hacer de la necesidad virtud y abandonar el objetivo estratégico de sustituir a los partidos tradicionales. Unidas Podemos está gobernando con el PSOE, aceptó que el sueño del sorpasso no se concretaría en este ciclo y se decantó por la vía posibilista de Errejón, una vez éste ya tiene su propio partido.

Rivera mutó del 'pacto del abrazo' hacia el antisanchismo, movido también por el sueño del sorpasso, pero en la derecha

El PSOE ya no es el enemigo a batir, sino el hermano mayor al que hay que recordarle que no puede perder las esencias de la izquierda ni coquetear con políticas conservadoras cuando nadie parece darse cuenta. Ciudadanos también ha ido cambiando. Rivera mutó del pacto del abrazo hasta el antisanchismo movido también por el sueño del sorpasso, pero en la derecha. Las encuestas guiaron una estrategia que abandonó el 'bisagrismo' por el 'antisanchismo' con nefastas consecuencias. Ahora, un Ciudadanos post 0Rivera, algo que por aquel entonces costaba imaginar, retoma la vía del medio para intentar recuperar, sobre todo, relevancia, ya veremos si escaños.

Y sin más, el viernes pasado se celebraba una mesa de negociación, entre el Gobierno y Ciudadanos, que consolida los pasos de aproximación entre ambos. Ni el documento con los membretes de PSOE, UP y Bildu, ni la recuperación de ERC, ni las ataques de la derecha ultramontana han alejado a Ciudadanos de su nueva estrategia, algo que al menos, demuestra determinación. ¿Estará el Gobierno de Sánchez pensado que la mesa de negociación de Ciudadanos puede evitarle la mesa de negociación con el Gobierno de la Generalitat? Posiblemente, es una de las vías, pero como ha demostrado La Moncloa, su estrategia es dejarse siempre todos los caminos abiertos por lo que pueda suceder. En política, como en la vida, solo hay dos caminos: ser relevante o irrelevante. UP y Ciudadanos han decidido jugar la partida de la política siendo relevantes.

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