Opinión

Producciones Gusano Lozano, incienso a domicilio

Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados
Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados Europa Press

Una de las características fundamentales que distinguen al adulto que ha alcanzado la madurez de otro que se ha quedado encasquillado en una adolescencia eterna, es su incomodidad ante el elogio desmedido. La persona sensata que ha sabido aprender de su trayectoria vital tiene un conocimiento aproximadamente correcto de sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Se congratula íntimamente de sus virtudes, muchas de ellas trabajadas a lo largo de una vida empeñada en la mejora de su carácter, y conoce perfectamente las debilidades que no puede evitar, aunque nada le gustaría más. Un adulto bien resuelto acepta y agradece el elogio acertado sin falsas modestias, ese otro nombre por el que se conoce a la peor vanidad. Pero cuando ese elogio se sale de madre y empieza a parecerse peligrosamente al peloteo más descarado, cuando sabe que ya no responde a la verdad, el adulto normal empieza a sentirse muy incómodo y trata por todos los medios de cerrar la conversación inmediatamente.

La única solución para la víctima

El alabador enloquecido produce en el sufrido piropeado el único sentimiento que no puede perdonarse: la vergüenza ajena mezclada con puro bochorno. Si el agresor armado con un tirachinas de loas no recibe el mensaje de parar cuando ve cómo le cambia el color de la cara al sufrido receptor de sus elogios la única solución posible que le queda a la víctima es huir sin mirar atrás.
Pero todo lo anterior solo puede predicarse de las personas maduras normales y sensatas. Hay un tipo de individuos para el que todo elogio es insuficiente. Una clase de personajes cuyo narcisismo les impide una introspección más o menos acertada y carecen de la capacidad de percibir en sí mismos el menor fallo. Son los más inteligentes, los más guapos a cualquier edad, los más simpáticos, los más valientes, los mejores estrategas, los más molones. No les basta con ir por el mundo  como si todos les debiéramos la vida, sino que además exigen que se les admire y se manifieste pública y constantemente que son los mejores y que tenemos mucha suerte de haber coincidido en el siglo con ellos. Aceptarán todo tipo de peloteos y genuflexiones con sonrisa hierática por fuera y una inmensa ansiedad por dentro. Siempre quieren más, porque tienen un gran vacío interno que necesitan llenar, justo donde debería habitarles una autoestima sana, de la que carecen.

La señora Gusano se gana la vida, y muy bien, de la alabanza permanente del que la ha colocado.  Así que sí, vive a través de la cuenta del presi, como escribió en su tuit,  porque para eso la pagan. 47000 euros anuales concretamente


Hay en Twitter una cuenta, de nombre “Mr Handsome”  “señor guapo” que ha tenido mucho éxito dedicándose, sin pudor alguno, al elogio desmedido y al piropo sin criterio y vámonos que nos vamos del presidente del gobierno Pedro Sánchez. Con la foto de Pedrito en el perfil, nuestro Mr Handsome se despacha a diario con frases como éstas:
“Mi género porno favorito es Pedro Sánchez en Bruselas y no lo sabía” “Pedro, hazlo, refunda el Imperio Romano”, o como comentario a un video del zagalón Sánchez en sus años mozos “acabo de descubrir estas imágenes y necesito dejarlas aquí antes de que se acabe el día”.  La mejor de todas es, sin lugar a dudas, la siguiente, quizás porque es la única que roza, de forma tangencial, la verdad. Dice así, “viviendo vicariamente a través de la cuenta del presi”. Y digo que es la mejor porque la periodista Ketty Garaz ha revelado quien está detrás del Mr Handsome que produce alipori a cualquier lector con un mínimo de criterio. Resulta que el señor guapo es una señora de mediana edad, (nada en contra, lo mismo que yo) que lleva por nombre Montserrat Gusano. Señora contratada por el PSOE para ejercer de turiferaria a turno completo del Moisés de la amnistía a los golpistas catalanes,  pero eso sí, pagada por el congreso de los diputados, es decir, por usted y por mí. Una diría que si se tiene como vicio que un alguien te dé aire con un gran abanico de plumas mientras te repite incesantemente lo bello que eres lo normal es pagarse la parafilia del propio bolsillo. Pero no, hasta ahí podíamos llegar. La señora Gusano se gana la vida, y muy bien, de la alabanza permanente del que la ha colocado. Así que sí, vive a través de la cuenta del presi, como escribió en su tuit,  porque para eso la pagan. 47.000 euros anuales concretamente. No es un trabajo fácil para alguien con estómago, pero alguien tenía que hacerlo.

Manejar el incensario


El asunto, que no puede ser más bochornoso, nos retrotrae a las autobiografías del semidiós curiosamente escritas no por él, sino por otra señora también de mediana edad llamada Irene Lozano, con la misma desenvoltura y desvergüenza que el recientemente descubierto Mr Handsome. Lozano y Gusano comparten muchas cosas, aparte de un parecido físico propio de hermanas. Lo que principalmente las distingue a ambas es lo bien que han sabido monetizar el juego de muñeca al manejar el incensario. Es una manera fácil de ganar dinero pero  al alcance de muy pocos. Hay que tener mucho estómago para dedicarse a llenar sin éxito, libro a libro y tuit a tuit, el ansia infinita de piropos y reconocimiento de su jefe. Yo no valdría. Ustedes tampoco. Para lo que valemos nosotros es para pagarlo.

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