Opinión

¿Por qué no te callas, Felipe González?

Felipe González durante la jura de la Constitución de la Princesa Leonor
Felipe González durante la jura de la Constitución de la Princesa Leonor Europa Press

Tras la ceremonia de la jura de la Constitución de la princesa Leonor, el expresidente del Gobierno Felipe González recibió varias preguntas de los periodistas sobre la foto de Santos Cerdán con Puigdemont. Concretamente, alguien le preguntó si él habría llegado a hacerse esa foto, a lo que el exlíder del PSOE replicó muy digno: “¿Por quién me toma?”.

Pues verá, señor González, está claro por quién le toman los medios de este país, ya que no cesan de preguntarle y de hacerse eco de su indignación en lo que se refiere a Pedro Sánchez y a su intento de permanecer en el poder a toda costa, incluso cuando el líder del partido ha optado por la amnistía, esa que hace unos meses calificaba de inconstitucional.

Lo que no entiendo es por qué. Por qué tenemos que estar soportando un día sí y otro también sus moralinas o las de su queridísimo Alfonso Guerra. Por qué en este país se les sigue dando pábulo, en un intento, a mi parecer ridículo, de querer demostrar que hubo un PSOE bueno y que Sánchez es algo así como esa figura oscura que se salió del camino de los caballeros Jedi para acabar siendo Darth Vader.

¿Que por quién le toman, señor González? Pues inexplicablemente, parece ser que por alguien relevante cuya opinión nos debería importar, en lugar de por alguien que llegó a la presidencia de este país con americana de pana con coderas y salió de ella, más de una década después, con trajes de Armani, dejando España sumida en una crisis económica y a su partido con casos de corrupción en cada rincón.

Así es como consiguió derribar el principal muro de protección constitucional, con el tan manido recurso utilizado por la izquierda de “es que son fachas”

Pero comparto también su indginación ante esa pregunta. Entre todas las que podrían hacerle, me sorprende que nadie sea capaz de preguntarle si se siente usted orgulloso de que, gracias a usted, estemos presenciando ahora un golpe de Estado a cámara lenta, sin que nadie, al parecer, pueda hacer nada para evitarlo. Porque sí, don Felipe, lo que deberían decirle, en lugar de preguntarle por fotos de la vergüenza, es que de sus barros, vienen ahora estos lodos.

Era inadmisible que ustedes, como socialistas que son, no metieran mano en el sistema judicial de este país. Tal vez usted no recuerde que fue su partido, con usted en la presidencia y Alfonso Guerra en la vicepresidencia, quien en 1985 promulgó la Ley Orgánica del Poder Judicial, por la que los jueces ya no podían elegir a los miembros del Consejo General del Poder Judicial. Pero claro, es que “los jueces son de derechas”, así que había que hacer algo para que los socialistas pudieran controlar a quien se supone debe ser incontrolable. Así es como consiguió derribar el principal muro de protección constitucional, con el tan manido recurso utilizado por la izquierda de “es que son fachas”.

Y ahora tenemos que ver la cara de dos personajes que se pasaron por al arco del triunfo los deseos claros de nuestra Constitución de 1978, que quería garantizar la efectiva independencia de los encargados de impartirla: los jueces y magistrados. Quería asegurarse de que esos jueces fuesen inmunes a cualquier intento de intromisión política por parte de los demás poderes del Estado, tal y como afirma el manifiesto por la despolitización firmado en 2010 por casi 1400 jueces.

Pero es que los jueces eran fachas. Y eso no se podía consentir. Porque el socialismo no puede consentir todo aquello que no da vía libre a la izquierda y a hacer de su capa un sayo.

Y todavía hay gente preguntándose si no hay socialistas buenos. Tenemos que aguantar que salgan a la palestra otros personajes, como Carmen Maura, a decirnos que la izquierda de ahora no sabe lo que es, pero que su “izquierda no era agresiva y desagradable”, mientras vemos a otros actores y directores de cine aplaudiendo a Sánchez con las orejas, haga lo que haga, con tal de no perder sus subvenciones, “porque la derecha se las quita, porque la derecha es fascista”.

Una vez tuvimos un país que tenía carácter y gente que de verdad se preocupaba por nosotros y porque nadie pudiera abusar ni saciar su sed de poder a cualquier precio. Después llegó el socialismo

Yo no veo a los caballeros Jedi por ningún lado. Mire donde mire hacia la izquierda, solo veo buitres carroñeros volando en círculo, en una espera que se les está tornando, quizá, demasiado larga.

Tengo que reconocer que me resulta doloroso ver a Felipe González o a Alfonso Guerra en la pantalla de mi televisor, escuchar sus voces en cualquier emisora de radio, sin que haya una voz que les responda: “¿Por qué no te callas?” Porque sí, amigos, una vez tuvimos un rey que nos dejó frases memorables ante seres despreciables.

Una vez tuvimos un país que tenía carácter y gente que de verdad se preocupaba por nosotros y porque nadie pudiera abusar ni saciar su sed de poder a cualquier precio. Después llegó el socialismo. Después, llegó Felipe González con sus coderas y Alfonso Guerra con sus gafas de pasta. Y la gente solo tiene memoria para acordarse de que tuvimos un rey que cazaba elefantes y al que le gustaban las faldas.

Ahora no tenemos nada. Únicamente la apocalíptica visión de que esto solo se arregla con antorchas en la calle y guillotinas en las plazas. Cuando se acorrala al pueblo, esa es la única manera en la que sabe y puede defenderse.

Y yo ya no sé qué me da más miedo: si la sed de poder de Sánchez, la hipocresía de los socialistas, el cinismo de Felipe González o si se venden ya guillotinas en Amazon.